SeX (2004)

Lo que debió ser una obra de teatro mediocre se quedó en una película penosa.
Además, el director está convencido de su genialidad. Abruma al espectador con multitud de "moderneces", pero todos ellas realmente miserables. Aún y así, se les nota que todos los perpetradores de esta tontería están plenamente convencidos de su genialidad. Espero que Antonio Dyaz haya aprendido con este film como NO se hace cine. Y cuanto más avanza más empeora hasta que llega a ser pasmosa. ¿Cómo se puede ser tan pedante y tan tonto a la vez? Mal, mal, mal, mal, mal.
Podría centrarme en criticar todo lo malo de este film, pero necesitaría varias docenas de críticas y no acabaría hasta mañana.

No sabría por dónde empezar a buscar los defectos de esta bazofia.

Supongo que el más evidente es que los actores, dos o tres de ellos profesionales (lo siento, pero me niego a calificar a Coque Malla como "Actor"), son aborrecibles.
Desde Silke, quien me parece la actriz más insulsa e inexpresiva en varias décadas, hasta Nancho Novo, que ni sé qué hace aquí ni creo que él estuviese plenamente convencido al respecto.
En descargo del elenco cabe decir que ante unos diálogos del calibre al que nos enfrentamos durante 86 larguísimos minutos no da para mucho actuar. Son objetivamente malos, irrelevantes, y su mayor handicap son sus mismas pretensiones.
Los actores se limitan a repetirlos cansinamente, sin inflexiones. Puro trámite.

Bajo la superficie hay más. No mucho, pero más.

Puesta en escena: Ambientación oscura, y no por su ambiente sino decididamente por una iluminación incompetente. Se intenta focalizar la atención con estridentes colores rojos y azules, muy "a la Lynch", salvando las distancias, obviamente.

El vestuario también merece mención aparte. Parece que el responsable al efecto haya rebuscado en el rastrillo benéfico de un cabaret de segunda, llevándose las gangas en base a un presupuesto "ad hoc". Eso y la imaginería futurista, sacada probablemente de la ferretería-menaje de hogar del barrio del tal Dyaz (si hasta se pone una Y de Lynch!) pueden arrancar una sonrisa (de incredulidad, pero sonrisa al fin y al cabo) que desaparece cuando uno va viendo, pocos minutos más tarde, por dónde van a ir los tiros.

Narrativamente adopta los peores tics de Lynch. El resultado es decididamente caótico, en la peor interpretación del término.
La narración se confunde entre interludios que no cuentan nada e imágenes pretendida y pretenciosamente turbadoras. Forzosamente las elipsis deben apoyarse en los cambios de vestuario del reparto para que la sensación de nonsense no sea absoluta.
Y claro, todo ese artificio de videoarte de baratillo debe tener algún sentido, además de una pretensión (pretenciosidad), y lamentablemente llego a la conclusión de que es un (muy) vano intento de disfrazar una falta de argumento, ideas y talento.

Sigo en spoiler por falta de espacio. No cuento nada de la película, porque no hay nada que contar.