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Pink Flamingos (1972)

Pink Flamingos
95 min.
5,7
9.448
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Sinopsis
Babs Johnson (Divine), una guarra que vive con su gorda madre y su hijo en una caravana, acaba de ser nombrada la persona más inmunda del mundo por un periódico local. Pero los Marble, un matrimonio que, entre otras cosas, vende heroína en los colegios y venden bebés a lesbianas, no pueden consentir que Divine les supere en suciedad y depravacion, así que deciden tomar cartas en el asunto. Un filme no apto para mentes sensibles que contiene pornografía, canibalismo, escatología y zoofilia, entre otras cosas. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Comedia negra Crimen Cine independiente USA Película de culto Transexualidad / transgénero Gore
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Pink Flamingos
Duración
95 min.
Guion
Fotografía
Compañías
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9
Nunca una basura ha olido tan divine-mente
Mientras que la ultra violencia que nos presentó Kubrick en "La naranja mecánica" no asustaría en nuestros tiempos ni a un niño de diez años, Pink Flamingos sigue manteniendo su estatus de “ejercicio de mal gusto” desde 1972.
Jamás en la historia del cine (estrenado en salas comerciales) nadie ha conseguido superar un ejercicio tan trash, cutre, grosero, zafio y repulsivo como lo realizó John Waters en 1972.
Waters se encargó prácticamente de todo: dirección, guión, fotografía, producción, etc. Todo con sus amigos de Baltimore, un puñado de freaks, en una gamberrada amateur que supera todo lo antes visto.
Si una película puede contar con la drag pionera por antonomasia: Divine, una hermafrodita, sexo sado con pollos y otras perversiones sexuales, una inseminación cutre y muy artificial, un exhibicionista charcutero, un culo cantante, una felación de una madre a su hijo en un acto de amor maternal, una castración, una fiesta con iniciación al canibalismo y para colofón la escena de escatología canina más celebrada, entonces y sólo entonces podemos hablar de que Pink Flamingos es pasado.
Fue una nueva manera de entender el cine independiente y sobre todo inspiró o sigue inspirando a Peter Jackson, Todd Solondz, Almodóvar y un largo etcétera.
Pink Flamingos es el ejemplo perfecto que lo cutre no tiene porqué ser malo, que la basura y el glamour se encuentran a un paso, que lo repulsivo puede ser divertido y que el cine consiste en provocar sensaciones al espectador y Pink Flamingos, para bien o para mal, no deja indiferente a nadie.
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254 de 368 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Tan sólo apta para mentes enfermas
Podrá ser todo lo friki, transgresora y contracultural que queráis, amigos, pero “Pink Flamingos” es -esencialmente- una MIERDA. Sí, sí, una MIERDA. Con todas las letras y en mayúsculas. En todos los aspectos. La mires por donde la mires. Por arriba, por abajo, del derecho o del revés. Tanto desde una perspectiva conceptual como desde una perspectiva estrictamente formal. Pero no me extraña. Waters se propuso hacer la peli más desagradable e inmunda de la historia y lo consiguió. Con creces. Como si de un record guinness se tratara. La pregunta es ¿tiene eso algún mérito? Mi respuesta es no. Ninguno. Fundamentalmente porque el mérito de todo aquello cuanto hacemos en esta vida radica en el esfuerzo y en las dificultades que supone culminar con éxito algo que proporcione un determinado beneficio o satisfacción. Tanto a nivel colectivo como personal. A no ser que seas un genio, claro, en cuyo caso el esfuerzo será mucho menor. Pero ese no es el caso, precisamente, de Mr. Waters. Un ¿cineasta? cuyo único ¿mérito? radica en haber sabido destapar la curiosidad, el morbo o los más bajos instintos de todos los que -por la razón que sea- hemos acabado visionando su nauseabunda ¿película? Mi conclusión, por lo tanto, es que el único esfuerzo visible vinculado a esta pestilente basura reside en las tragaderas del propio espectador. En la titánica lucha que supone verla entera. Algo que, personalmente, no pude conseguir. Y no porque me considere un tipo hipersensible. No lo conseguí porque mi intelecto se vio, de repente, saturado ante un burdo pastiche de imágenes que no me aportaban nada. Nada interesante, claro. Un burdo y vomitivo pastiche de imágenes que -más allá de cualquier consideración ética o moral- degrada la inteligencia de quienes lo contemplan al frivolizar impunemente sobre toda una serie de psicopatías que, lejos de ser graciosas, constituyen una buena muestra de las lacras más repugnantes e infames de nuestra sociedad actual. Mala, muy mala. Infumable. Tan sólo apta para mentes enfermas.
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131 de 207 usuarios han encontrado esta crítica útil
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