- Sinopsis
- Shuji es un joven cineasta intransigente con la sociedad japonesa. Un día se entera de que su hermano usurero, que había ayudado a financiar sus películas, ha sido ejecutado por su propia banda yakuza por no pagar sus deudas. Descrito como un poema de amor a las películas japonesas del pasado, así como una protesta contra la actualidad del cine, Cut es una exploración de la relación obsesiva de un hombre con el cine. (FILMAFFINITY)
- Género
- Drama Cine dentro del cine Yakuza & Triada
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 2011 /
Japón - Título original:
- Cut
- Duración
- 132 min.
- Guion
- Fotografía
- Compañías
El cine como ideal obsesivo
25 de noviembre de 2012
"Nada" se puede leer sobre la tumba de Ozu.
El título de sus películas puede verse bajo el nombre de Mizoguchi.
La de Kurosawa impone, letras que desprenden arte sobre el mármol gris.
Los tres escuchan impasibles la confesión convertida en locura maravillosa de una cruzada imposible.
Los tres se convierten en la mejor de las protecciones, en escudos intelectuales ante lo irracional.
Proyector en la azotea, paredes empapeladas con maestros de la cámara, barras de bar junto a un ring de boxeo, megáfonos que escupen sueños imposibles.
Saco de hostias humano por un puñado de yenes.
Metáfora surrealista convertida en homenaje al cine y su historia a puñetazo limpio.
Integridad obsesiva, ideales llevados al extremo físico y mental.
Heridas que se curan en Monument Valley o islas desnudas.
Oda radical al arte cinematográfico expresada de la forma más insospechada e impredecible, la violencia extrema, brutal e insoportable por momentos se convierte en la única forma de expiación moral.
Una película para amantes de la historia cinematográfica, pero que contiene un peaje que no todos van a querer pagar.
Una maravillosa sorpresa fílmica, impactante y sobrecogedora, filmada con todas las entrañas y que se convierte en cinta de culto instantánea. No hay medias tintas con las obras de arte únicas y rompedoras.
Se odian o se aman.
Y yo estoy en el segundo grupo.
El título de sus películas puede verse bajo el nombre de Mizoguchi.
La de Kurosawa impone, letras que desprenden arte sobre el mármol gris.
Los tres escuchan impasibles la confesión convertida en locura maravillosa de una cruzada imposible.
Los tres se convierten en la mejor de las protecciones, en escudos intelectuales ante lo irracional.
Proyector en la azotea, paredes empapeladas con maestros de la cámara, barras de bar junto a un ring de boxeo, megáfonos que escupen sueños imposibles.
Saco de hostias humano por un puñado de yenes.
Metáfora surrealista convertida en homenaje al cine y su historia a puñetazo limpio.
Integridad obsesiva, ideales llevados al extremo físico y mental.
Heridas que se curan en Monument Valley o islas desnudas.
Oda radical al arte cinematográfico expresada de la forma más insospechada e impredecible, la violencia extrema, brutal e insoportable por momentos se convierte en la única forma de expiación moral.
Una película para amantes de la historia cinematográfica, pero que contiene un peaje que no todos van a querer pagar.
Una maravillosa sorpresa fílmica, impactante y sobrecogedora, filmada con todas las entrañas y que se convierte en cinta de culto instantánea. No hay medias tintas con las obras de arte únicas y rompedoras.
Se odian o se aman.
Y yo estoy en el segundo grupo.
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