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Terror en una ciudad de Texas (1958)

Terror en una ciudad de Texas
80 min.
6,8
500
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Sinopsis
El inmigrante sueco, Sven Hansen, es asesinado por negarse a vender su granja al gamonal Ed McNeil (Sebastian Cabot), un ser ambicioso dispuesto a apoderarse de esta y demás tierras aledañas... porque ha descubierto que tienen petróleo. Los granjeros se sienten intimidados e incapaces de enfrentar al temible asesino,Johnny Crale (Nedrick Young), quien sirve a McNeil, pero entonces llegará el hijo de Hansen, Georg (Sterling Hayden), un experimentado pescador quien no tiene nada de pistolero... pero sí muchas ansias de justicia. (FILMAFFINITY)
Género
Western Venganza
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Terror in a Texas Town
Duración
80 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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7
Matar el miedo.
Pequeña pero admirable -juicio que podríamos extender a gran parte de la filmografía de Joseph H. Lewis-, esta película de serie B, último largo del mencionado director, es un peculiar western de ambiente sombrío, casi negro, en el que como es habitual, destaca la poderosa puesta en escena y el talento visual que caracterizaban a Lewis.

Aunque la base argumental carece de originalidad, lo interesante es que tanto las imágenes como el tono del guión -a cargo de Trumbo, oculto aquí tras uno de sus habituales "alias", Ben Perry- transmiten una constante sensación de desasosiego; tal sensación viene sugerida formalmente por las secuencias un punto opresivas, filmadas en espacios cerrados, en las que la tensión que se establece entre los personajes cobra así una realidad física, plenamente visual. Esta es una de las características clásicas de las películas de Lewis, que sabía emplear en su favor las carencias materiales de sus filmes, cuyos presupuestos daban para pocas alegrías, pero sin duda agudizaban el ingenio. El guión aporta algunos personajes bien trabajados, destacando la dignidad que confiere a las actitudes de quienes llegado el momento decisivo, muestran el valor necesario para vencer su miedo (el caso del mexicano Mirada). Y el miedo, más que un concepto abstracto, aparece aquí magníficamente encarnado por un pistolero manco crepuscular, al que el guión y la interpretación soberbia de Young (otro integrante de las listas negras), aportan ricos matices, presentándolo bajo el peso de quien se sabe al final de una vida de maldad basada en el terror que infunde en los demás. Precisamente por eso, sabe que su final está próximo cuando constata que hay quien ya no teme la muerte que él representa, y que es su forma de vida.

Estructurada en torno a un largo flashback, al más puro estilo del cine negro tan caro a su realizador, la película cuenta también con una excelente fotografía, otro de los puntos fuertes en muchas películas de Lewis, y con una buena labor del reparto, desde Hayden (personaje curioso, que contrasta profundamente con el entorno) hasta Carol Kelly, que cuaja una gran actuación como la desesperada amante del asesino. Pese a algunos defectos, en parte inspirados por las carencias materiales y en parte por cierta repetición de argumentos y situaciones (tal vez para estirar un poco el metraje de la película, con todo bastante corto), cabe reseñar la satisfacción que produce comprobar que en su última película Lewis seguía fiel a su praxis habitual: menos es más.
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14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Alguien ha de llegar para hacer justicia
El poder obtenido mediante componendas y trapacerías suele revestirse de esa singular prepotencia que hace que, “el poderoso”, se crea invencible. En su obnubilado sentir, este tipo de individuo mantiene una profunda subestimación por el resto de sus congéneres y está convencido de que, siendo él el más fuerte, nadie se atreverá a enfrentársele… o si se le enfrenta, lo aplastará como a una hormiga. Pero lo que olvida “el poderoso”, es que sus actos lesivos indefectiblemente van generando una lenta pero muy segura corriente de resistencia, y que, cada individuo que se suma a esta causa, significa un grado menos de su poderío, hasta que el universo procura ese feliz momento en el que, el poder de la resistencia será tal que superará al que detenta “el poderoso”, y como una colonia de hormigas se las cobrarán vivo… o lo dejarán bien muerto.

“TERROR EN UNA CIUDAD DE TEXAS”, fue el último filme del notable director, Joseph H. Lewis, partiendo de otro magnífico guión de Dalton Trumbo, quien, sancionado por el infame macarthismo, tuvo que darlo a Ben L. Perry para que lo presentara como suyo. Se trata en él de un inmigrante sueco, Sven Hansen, quien tiene una granja en Texas que viene siendo apetecida por el mandamás, Ed McNeil, quien espera que él y los granjeros aledaños le vendan... o los sacará de allí a como dé lugar. Enterado por su leal empleado mexicano, José Mirada, de que la tierra tiene petróleo, Hansen se opondrá vigorosamente al despojo, pero será víctima de la prepotencia del “poderoso”. Es entonces que llega su hijo Georg -un veterano marino que ha recorrido el mundo armado siempre de un arpón- y ante un pueblo de gente intimidada por el despiadado Johnny Crale, bandido al servicio de McNeil, tendrá que vérselas prácticamente solo para esclarecer el asesinato de su padre.

Con esa capacidad narrativa que le hizo idóneo para convertir películas de bajo presupuesto en verdaderas obras de arte, Lewis construye un western de gran efectividad en la composición de escenas, con una iluminación siempre precisa y unos encuadres inmejorables. De paso, su dirección de actores es del más alto compromiso, logrando de todo el conjunto, incluidos los niños y extras, una respuesta sin tacha.

Encabeza el reparto, Sterling Hayden, un renombrado actor que posee la personalidad exacta que reclamaba su personaje como el hijo de Hansen. Por su parte, Nedrick Young, da el tono perfecto como el implacable asesino de la mano de acero que ahora se ve abocado a seguir matando también con la izquierda. Carol Kelly es perfecta como la mujer subestimada por el matón que sigue con él porque también ella se subestima. Y entre otros, Victor Millan, conseguirá dejar su huella como el testigo silencioso.

Dos temas muy álgidos aborda la película y por eso fue hecha en clave western: La necesaria respuesta del pueblo ante la tiranía (que aquí es un soterrado alegato contra el macarthismo), y de paso, un llamado a responder contra el afán expansionista de los EEUU en sus afanes de petróleo (de aquí que, el protagonista y su padre, sean inmigrantes europeos).

Esta es la suerte de western que me hace sentir que, al final, la especie humana conseguirá sobrepasar todos los escollos.

Título para Latinoamérica: “EL VENGADOR DE SU PADRE”
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11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
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