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Orfeo (Orphée) (1950)

Orfeo (Orphée)
112 min.
7,5
2.247
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Sinopsis
Orfeo es un poeta obsesionado con la Muerte (la Princesa) de la cual se enamora. Un día los esbirros de la Muerte matan a Eurídice, la esposa de Orfeo, y éste decide seguirla hasta el Inframundo para rescatarla. (FILMAFFINITY)
Género
Fantástico Drama Romance Surrealismo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Orphée (Orpheus)
Duración
112 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
La trilogía órfica de Jean Cocteau
Links
Premios
1950: Premios BAFTA: Nominada a mejor película
8
La muerte no existe sin ti
Aunque el título de la película pueda sugerirlo, Cocteau, como autor que es, no se limita a ilustrar el conocido mito de Orfeo (un mito, por cierto, muy apreciado por cierta "intelectualidad" crítica, ya que gracias a él ha podido demostrar tal condición mientras comentaba "Vértigo"), sino que lo lleva a su terreno o, más bien, al de su contexto cultural, donde los "ismos" que hacían furor eran el surreal y el existencial. Por eso no extraña que el rescate de Eurídice no se presente aquí como un fin en sí mismo, sino como un medio para propiciar el reencuentro con la verdadera amada, la Muerte. En este desplazamiento del objeto amoroso, o atracción fatal hacia el abismo de uno mismo, radica una de las claves del misterio y la perenne modernidad de esta película.

Contrariamente al surrealismo del primer Buñuel, cargado de imágenes agresivas como ojos cortados con un cuchillo, el de Cocteau se basa en un aire naíf que lo hace irresistiblemente encantador —un arma de doble filo hábilmente utilizada por el director, pues en esta atmósfera de ensueño casi infantil el sustrato trágico de la historia adquiere, justamente por contraposición, una mayor contundencia—. La sencillez de los trucajes (por ejemplo, pasar la imagen al revés para ver cómo un muerto "mágicamente" se endereza), contribuye decisivamente a la creación de dicho encanto. Cabe destacar el buen trabajo de Jean Marais y, sobre todo, de Maria Casarès, quien, en la tradición de la Garbo, parte del hieratismo para comunicarnos la convulsa profundidad de su personaje, la princesa Muerte.

Precisamente la Muerte, como personaje, no es muy habitual en el cine, a pesar de que cuando aparece tiende a dejar huella. Aparte de las diferentes versiones de Orfeo, a bote pronto la recuerdo en "Las tres luces", "El séptimo sello", el cortometraje de Dreyer "Alcanzaron el tansbordador", "La máscara de la muerte roja", "¿Conoces a Joe Black?" —remake de "La muerte de vacaciones", que aún no he podido ver—, o "El lado oscuro del corazón". Supongo que el hecho de que en algunos idiomas la palabra muerte sea masculina y, en otros, femenina, explica que quien la encarne sea un hombre o una mujer. En todo caso, creo que sería divertido sentarse un día a hacer un recuento realmente exhaustivo de las apariciones de tan ilustre personaje en nuestro amado Cine.
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46 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
El amor y la muerte
Reconocido y publicado poeta a los 16 años de edad, Jean Cocteau, fue una suerte de niño prodigio que pronto haría parte del círculo de los grandes intelectuales de Europa, siendo a la vez, novelista, ensayista, dramaturgo, pintor, diseñador de sets, actor, guionista y director de cine. El haber padecido las dos guerras mundiales despertó, en este gran artista, un profundo interés por el significado de la muerte, lo que lo llevó a indagar profusamente y luego a escribir sobre este tema que lo apasionaba.

“ORFEO” -como su secuela “El testamento de Orfeo”- es la máxima expresión de sus indagaciones sobre el tema, aunque ya lo había tratado también en “La sangre de un poeta” su opera prima, y lo que nos cuenta e ilustra, no resulta nada fácil de digerir a cabalidad, pues, da la impresión de que, también él, nada en aguas donde es necesario aventurarse un poco, pues, en este caso, la plena certeza no es accesible sin la experiencia directa.

Entendido esto, el pleno desconocimiento del tema, no daba razón a los críticos de entonces para osar calificar de presuntuoso y otros epítetos a un hombre que resultaba demasiado avanzado para su época y que, por tal razón, se volvió incomprendido e incomprensible. Es cierto, sí, que Cocteau se dejó tentar por la autocomplacencia, y precisamente en los filmes que hemos citado, hace alusiones a sí mismo y a su propio éxito, pero, siendo esto comprendido solamente por quienes accedían a indagar sobre su vida privada -unos cuantos críticos y unos pocos cinéfilos concienzudos-, no tenía porqué empañar unas historias que cumplían a plenitud con su cometido.

Lo primero que atrae de “ORFEO”, es la meticulosa y efectivísima aplicación que hace el director de los limitados recursos que, hasta los años 1950, ofrecía el cine en cuanto a efectos visuales: sobreimpresiones, back-projections, retroceso de imágenes… pues, se sirve de esto con suma creatividad, logrando perfectamente la idea de ensueño, fantasía y poder sobrenatural que expone con gran valía.

Se trata aquí, de la puesta al día de la famosa leyenda de la mitología griega, en la que, el poeta y músico Orfeo, hijo de Apolo y de Calíope, enamorado de Eurídice -una ninfa de los valles de Tracia-, la convirtió, pronto, en su fiel esposa. Pero, un día, por huir de Aristeo, un cuñado que la asediaba, Eurídice pisó una serpiente venenosa y se produjo su deceso. Llorando y cantando desconsolado, Orfeo fue incitado a descender al inframundo, y al llegar ante sus regentes, Hades y Perséfone, con su mágica música, el enamorado esposo consiguió recibir la oportunidad de que Eurídice volviese a la tierra con la única condición de que, hasta llegar a su superficie y los rayos del sol hubiesen bañado por completo su lindo cuerpo, él caminase delante de ella sin voltear a mirarla. Con gran sacrificio, Orfeo obedeció aquel difícil pedido durante el largo e intrincado viaje, y cuando por fin sintió haber llegado a la superficie, con suma ansiedad giró la cabeza para ver a su amada… pero la sombra aún cubría uno de sus pies y Eurídice se desvaneció para siempre en el aire.

La puesta al día de este mito, convierte la historia en una suerte de misteriosa trama policial donde tras una reyerta en El Bar de los Poetas, Jacques Cégeste, resulta muerto al paso de unos motociclistas y Orfeo es llevado como testigo por una misteriosa princesa que viaja en un Rolls Royce negro, la cual andaba en compañía del fallecido poeta y cuyo cuerpo se lleva. Al descubrir quien es ella, se inicia una semi-oscura trama, que pondrá al amor a confrontarse contra la muerte y donde podremos comprender cual es, definitivamente, la fuerza más poderosa que hay en el universo.

Cocteau consigue aquí una suerte de poesía que se ondea entre lo romántico y lo fantástico, y el filme logra una magia que, si te afanas más por sentir que por entender, es bien posible que te sientas deliciosamente transportado.

Contra todo, en Jean Cocteau había un poderoso artista.
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18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
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