Los protectores (Broken Trail) (Miniserie de TV) (2006)

Si, adoro el Western.

Mucha gente me mira de forma extraña cuando admito que adoro el western. Siempre creo adivinar cierta incredulidad e incluso cierto desdén en los ojos de aquellos que acaban de ser confidentes de dicha manifestación. Cómo si el “cine del oeste” fuese cosa de otros tiempos, quizá cosa de nuestros padres y su afición por “Yon Güein” ( con todo mi respeto y admiración por “ El Duque”). Y no sé por qué me siento en la desagradable tesitura de tener que justificar con argumentos sólidos una adoración que se sustenta por si sola.
A esas personas que huyen del western, a aquellos que tiene prejuicios les diría: tomen asiento, acomódense, solo van a ser tres horas de su vida. No se arrepentirán…

Esta “Broken Trail” o, como ha sido traducida aquí, “Los protectores”, es una magnífica película y sería sin duda el mejor alegato a favor del western que podría ofrecer al incrédulo. Un relato en apariencia pequeño, como tantos otros dentro del género, en el que los personajes, vaqueros de los que transportan caballos a lo largo del país, se hacen grandes por lo que hacen, por lo que dicen y por lo que callan. ¿Alguien tiene en mente la reciente "Open Range" de Kevin Kostner?

Buenos actores, tan buenos que desaparecen en favor de sus personajes. Grandes diálogos plagados de silencios y frases cargadas de significado. Un espectáculo de paisajes bellos, diáfanos y calmados. Y sobre todo una historia emocionante, compleja, bien escrita y mejor contada por el maestro Walter Hill.

Broken Trail es un relato que trasciende el simple entretenimiento, como solo lo saben hacer los grandes, para convertirse en una película envidiable y emotiva. Una película directa, sin concesiones y a su vez cargada de lirismo y de una especial poesía que va adherida a las botas llenas de barro y a las heridas sucias por el polvo del camino.

Los amplios espacios del Oeste americano demuestran, una vez más, ser el lugar ideal para despojar al relato de todo lo superfluo y centrase en lo que de verdad importa de la vida:

De las manadas de caballos salvajes recorriendo la pradera, a la última reflexión del día frente a una bella puesta del sol, del calor del fuego encendido en la noche, a la camaradería de compartir un duro viaje, del honor y del sentido del deber, hasta el placer de escuchar una bella melodía y perderse en los ojos de una bella mujer…

Si la gente supiese lo que se esconde detrás de esos magníficos westerns…

Decía Anthony Mann que “ Del western nace sobre todo el mito, y es el mito lo que da el mejor cine”. Eso es lo que nos da con esta película Walter Hill, sobretodo eso, buen cine.

Ojalá tengamos Walter Hill para rato.

Ojalá el western nunca muera.

Zulander me puso sobre la pista de esta pequeña delicatessen hace unos meses y hasta ayer no me decidí. Qué gozada. Se trata de una miniserie de sólo dos capítulos, tres horas de duración en total, dirigida por Walter Hil, en lo que debe ser su mejor trabajo en décadas, y protagonizada por un pletórico Robert Duvall, que firma aquí una de las interpretaciones más emotivas y brillantes que le recuerdo, por el que recibió un merecidísimo Emmy. Cualquier fan del western se sentirá como en casa contemplando esta maravilla. Afable pero cruda, amable pero implacable, como una charla nocturna al calor de una hoguera. Uno acaba deseando haber nacido un siglo y medio antes y haber sido un vaquero. Peca ligeramente de una realización televisiva pero sus logros son absolutamente cinematográficos.
Muy recomendable.
La crítica de emiliobats me ha emocionado. Si no fuera un hombre de pelo en pecho, me echaría a llorar.