Niñas mal (2007)

Se suele terminar en desastrosos ejemplares cinematográficos cuando la mercadotecnia toca al creativo y lo superan en expectativas, para convertirlo en vendedor de historias; cuando se trata de incluir una frescura fabricada (tóxica por excelencia), para mentes futuras a las que se acostumbra a la mediocridad; cuando lo expuesto ni siquiera se conceptualiza con argumentos firmes; cuando la presentación del trabajo se basa en la fama de pseudos actrices que el mérito para estar a cuadro es mostrarse como la fantasía de muchos y la idealización de un modelo a seguir; y por último cuando el pulpo holliwodense extiende sus tentáculos para tocar industrias que no concluyen las crisis en las que se encuentran inmersas, como el caso de la mexicana. Es así que Niñas Mal, bajo la producción de una transnacional no evade cada elemento expuesto y es notorio que fue un trabajo sobre pedido.

La mercadotecnia como disciplina de alta demanda en nuestro país, va obteniendo importancia en muchos sectores industriales, el cine no es la excepción y se vuelve susceptible para análisis o estudio, dando resultados que revelan datos respecto al gusto del espectador. Es así que en “Niñas Mal” se aplica la fórmula norteamericana para entregarnos 100 minutos nada interesantes y si muy irritantes, para quien sin cumplir el perfil nos hemos expuesto a ella.

Los productores de Niñas Mal sin titubeo respaldan su producto con elenco juvenil femenino, encabezado por Martha Higareda, actriz que a partir de su debut ha fomentado empatía con el público adolescente y hoy en día representa taquilla asegurada. Los errores más evidentes dentro del largometraje radican en la inexperiencia de las debutantes por transmitir algo y volver loable su intervención, cabe destacar el caso de Camila Sodi que enfatiza la nula preparación en cuanto a técnicas de actuación. Para un proyecto es insuficiente contar con nombres de renombre para tratar de cubrir, la baja calidad presentada.

De tantos directores presentes en este sitio, Sariñana, ha obtenido este valor que contrarresta de manera relevante con el que le asigne a Ciudades Oscuras, generando cuestiones en cuanto a su trabajo:

¿Por qué cambiar la dirección de autor por la comercial?
¿Qué tan convencido está de realizar películas como ésta?
¿Busca dinero para financiar sus propias películas, a partir de la iniciativa privada y recurrir menos a FIDECINE?
¿La elección de actrices es impuesta o fue casting?

De seguir así el director mexicano estará sujeto a la crítica implacable, en la cual ni siquiera los más dadivosos podrán decir algo a favor.

Tal vez mi edad se ha convertido en el principal obstáculo para tolerar Niñas Mal.

Desde luego que si uno se ha levantado con predisposición para pensar en fuerte, ésta NO es la película indicada. Ni siquiera en sus manejos formales, puesto que la fotografía parece de telefilm, algunos actores se esmeran por no actuar y lo que es más llamativo: el guión, más que una entrega para la gran pantalla parece ser un nudo de enredos y falsos entredichos, propio de las novelas televisivas.

Ideológicamente tampoco es un producto claro: o el senador es un político corrupto y la niña rebelde un canto al progresismo de corte feminista o bien todo se tiñe con un extraño sabor conservador y acomodaticio, tán solo expresado desde los malos entendidos.

Si despejamos al producto de estas formas, más facilmente perceptibles en obras denominadas "de compromiso", Niñas malas vive tan sólo desde sus regodeos inocentones, a veces bobos, de un grupo de adolescentes en vías de crecimiento que se contentan con hacer picardías y provocar alguna que otra sonrisa cómplice...y nada más.

Resulta extraño la cantidad de semi-desnudos que hay en la peli, extraño por lo gratuito de las situaciones. Ahora bien, si esto está dirigido a un público púber ahí sí puede comprenderse, aunque algunas escenas respectivas son ultra-archi, y con perdón de la expresión, al recontra pedo.

En conclusión: a volar la mente, quizás no en el mejor de los sentidos, y disfrutar un poquito de este producto barato, debatiblemente pícaro y desenfadado. Pero, eso sí, de una inocencia tan falsa que puede llegar a asquear al espectador más honesto.