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Mi tío Antoine (1971)

Mi tío Antoine
104 min.
6,5
112
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Sinopsis
La fría zona rural de Quebec de la década de 1940 es el escenario de esta historia sobre un joven y su familia, que maneja el principal negocio del pueblo y además la funeraria, enfocándose en las nuevas experiencias y el proceso de maduración que encara el muchacho. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Vida rural (Norteamérica) Años 40
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Canadá Canadá
Título original:
Mon oncle Antoine (My Uncle Antoine)
Duración
104 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1971: Festival de Chicago: Hugo de Oro - Mejor película
8
Nochebuena blanca y negra
"Mon oncle Antoine" es una película singular en más de un aspecto. En principio y aunque su base argumental se inscribiría dentro del género dramático de ficción, el desarrollo y la manera de enfocarlo está casi más próxima al cine documental, tan querido por la cinematografía canadiense, incluyendo la de su propio realizador, el polifacético Claude Jutra.

La trama de la película parece una sencilla historia costumbrista ambientada en una pequeña población del Quebec canadiense a mediados del siglo pasado. Y hasta bien rebasada la mitad de la película puede pensarse que en esto va a quedar: un bien narrado pero casi anecdótico retrato rural y encima ambientado a lo largo de la víspera de Navidad, para mejor encuadre de los lugares comunes. La sorpresa vendrá luego, de la mano de dos de sus protagonistas principales y prácticamente en tiempo real, cuando la historia comienza a decantarse -sin apreciarse apenas esta transición- hacia una sombría muestra de tragicomedia con innegable y hasta dolorosa carga dramática en su conclusión.

La maravillada contemplación de un adolescente hacia el mundo de los adultos, gobernado por convenciones rayanas en la hipocresía, le forzará a "crecer" a base de tan diversos como consecutivos golpes y en el lapso de unas pocas horas, recordando a la Zazie de Malle pero cambiando el sarcástico humor de la película francesa por el punzante, hasta hiriente, de ésta.

Los pequeños pero eficaces detalles que acompañan la acción así como sus múltiples trasfondos; el desfile de primeros planos de miradas siempre curiosas, excrutadoras... van conformando un muy estimable conjunto cargado de sugerencias. Algo que se aprecia en su justa medida y no se empieza a digerir y a sentir su fuerte residuo emocional más que al término de la proyección, como suele ocurrir siempre con el mejor cine.

Una muy recomendable, auténtica carga de profundidad fílmica que en el año 2004 fue valorada por la crítica especializada de su país como la mejor película canadiense de la historia.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El despertar adolescente en una comunidad rural de Quebec
Claude Jutra, dirige, escribe, se reserva un papel destacado de actor y monta a medias una película de una sencillez que desarma, con una carga de profundidad notable.
La fotografía de los exteriores es seductora, muy bien elegidas las localizaciones.
Y estamos hablando de hace 50 años. Tiene una tonalidad y matices ochenteros.
El mismo título, es ambiguo.

Posee la rara y sabia capacidad de emocionar en los momentos clave.
Algunos travelling laterales son atrevidos y efectivos.
Así como algunas panorámicas y movimientos de cámara resultones y eficaces. Muy hábil para mí.

Contiene varios momentos de una sensibilidad y ternura que calan hondo.
Nombraré, el de la adolescente Carmen, casi sin familia.
Cuando llega su padre a cobrar el dinero por el trabajo de la hija, abandonada y la deja como un trapo que ya se ha exprimido. La reacción de ella sin música, sin diálogos, sin sonido, es de una sensibilidad y carga emocional muy profunda, con esa imagen de la puerta abierta. ( No hago spoiler).

Se podría decir, que los 2 adolescentes son los auténticos protagonistas de la historia.
Sabe intercalar algunos momentos de humor, dotándola de mayor amenidad y frescura.
Capta los dimes y diretes, en una pequeña comunidad rural de Quebec, a través de un matrimonio sin hijos propios, pero con dos medio adoptados.

El final sorprende. La dota de mayor complejidad emocional.
También, en el fondo, es el viaje de maduración de nuestro joven adolescente.
Su descubrimiento de las hipocresías de los adultos y ser capaz de valerse por sí mismo.

Hay un par de escenas de una sensualidad sutil, impregnada del deseo y curiosidad de ojos aún vírgenes.
Quiero destacar la pulcritud del vestuario y notable uso de la música, ese acordeón y el violonchelo.
Se desarrolla en un intenso día de víspera de navidad.
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