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Demain on déménage (2004)

Demain on déménage
110 min.
6,5
87
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Sinopsis
Tras enviudar, una mujer se va a vivir con su hija; ésta intenta sin éxito escribir un libro erótico, a pesar de los consejos que le da su madre que, a diferencia de ella, conoce a fondo el asunto. Como el piso les resulta pequeño deciden venderlo y mudarse a otro más grande. Mientras se dedican a visitar pisos, la vida de ambas da un vuelco. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Demain on déménage
Duración
110 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
8
El caballo de Troya de Akerman
Se podría decir que "Demain on déménage" pertenece a ese «otro cine» de Chantal Akerman. Ese cine que, al igual que con "Golden Eighties" o "Romance en Nueva York", constituye el resultado de una necesidad de búsqueda, del deseo de una exploración en la que Akerman se embarcaba continuamente. Uno de los detalles más interesantes de toda su trayectoria es precisamente ese, que su cine no es cerrado sobre sí mismo, sino que constantemente se abría y decidía dirigir comedias o incluso un musical, asumiendo todos los riesgos que ello pudiese conllevar. Sin embargo, pese a dirigir efectivamente una supuesta comedia —como es el caso de "Demain on déménage"—, la directora belga realiza su caballo de Troya particular, pues no hace otra cosa que disfrazar con un género (comedia) nada menos que otra película de Chantal Akerman en la que, a poco que se rasque, se encuentran presentes en ella todas las obsesiones de la realizadora. Algo de esto encuentro en lo que ha hecho recientemente Claire Denis utilizando la ciencia ficción, por ejemplo, aunque lo llevan a cabo otros tantos autores que consiguen de vez en cuando llegar al gran público, jugando con los géneros y retorciéndolos.

A pesar de todo, resulta evidente y a la vista está que no es una comedia al uso, su humor es por momentos excesivamente sutil y soterrado, y los gags que supuestamente debe contener una película así residen en este caso en el comportamiento rutinario de las dos protagonistas. Está todo en ellas, en sus preocupaciones, en sus manías y obsesiones, en sus frustraciones y desencantos, en sus ilusiones y en sus motivaciones. En la forma de ser de cada una de ellas en general, con sus tics y sus defectos. Muchos de los temas que siempre percibimos en películas de Akerman de forma inequívoca, como pueda ser en "Yo, tú, él, ella" o "Las rendez-vous d’Anna", los traen consigo esta madre y esta hija aunque en mucha menor medida, pues aquí la directora, en ese proceso de búsqueda, se intenta desmarcar de su sistema formal o estilo para experimentar nuevos géneros. Pero por momentos parece no muy alejada de aquellas películas tan radicales que dirigió en los setenta, da la sensación de que está todo aquí también bajo el envoltorio de una realización más clásica y en apariencia más convencional.

Además de ese afán y esa necesidad de probar nuevos géneros tan apreciable, otro aspecto que también lo es sin duda es el carácter de esbozo que poseen algunas de sus películas. El hecho de ofrecer una historia que no se llega a consumar en su totalidad, es decir, el mostrar únicamente una parte o una premisa y que el espectador la «complete». De esta manera, el espectador se convierte también en cierta forma en cineasta al proyectar él la historia. Esto último ya lo resaltaba Guerín en una correspondencia que mantuvo con Miguel Marías y que se publicó en 2005, donde el cineasta español reconocía su admiración hacia Akerman, y dos años más tarde veríamos ese aspecto de borrador o esbozo en "En la ciudad de Sylvia". En ella, al igual que en "Toute une nuit", se pone sobre la mesa una historia que en realidad nunca llega a cristalizar, que únicamente se sugiere, «que está latiendo pero que no llega a desarrollarse», como explicaba su director. Evidentemente hay diferencias, pero encuentro muchísimas similitudes en la razón de ser de esta película y la que dirigió Akerman en 1982, en la que directamente hay decenas de historias sugeridas y apuntadas, que no era necesario desarrollar.

Hay interesantísimos temas tratados de forma aparentemente ligera en su película de 2004 —formalmente más clásica, o eso parece— impregnados de humor e ironía y muchísima inteligencia. Es de ese tipo de comedias con las que no se llora de risa pero sí se contemplan con un inmenso sentimiento de agrado y con las que al acabar se termina con la misma sonrisa que provoca cualquier película de Lubitsch. Despierta una ternura notable el conflicto y el dilema que arrastra el personaje interpretado por Sylvie Testud, con ese problema que le supone la escritura de una novela erótica y su indecisión en cuanto a un enfoque más directo y ordinario, o metafórico y poético, o claro y técnico que tienda casi a la obstetricia. También el sentimiento de pertenencia (o no) que les acompaña y cómo evoluciona, o las cicatrices que quedan en Aurore Clément que nos hacen imaginar ese pasado que nunca se nos muestra.

Akerman es, además, una de las cineastas que han llegado a realizar un cine al que sí que me atrevería a calificar de «feminista», pues ha comprendido a la perfección que es contraproducente, hipócrita y fallido realizar una película con un fondo y un mensaje revolucionario y vehiculizarlo a través de una forma intocable, mediante el cine de qualité. De esa manera se estaría intentando propagar un mensaje revolucionario bajo las estructuras del cine burgués, ya lo decía Rivette: «un cine revolucionario solo es el que pone a debate el resto del cine, no el que se contenta con presentar como argumento la revolución. Pues se subordina a la idea burguesa de contenido, de mensaje. Debe consistir en hacer algo que escape a todos los clichés de la estética burguesa.» Por eso "Jeanne Dielman", a la que considero su mejor película y la más amplia, es tan coherente y a mi parecer tan admirable pese a tener un contenido político tan grande y poder parecer una «película con mensaje» —algo de lo que, a priori, suelo desconfiar y no me suele resultar atractivo—. Pero es impensable que "Jeanne Dielman" tuviese una duración de una hora y media, o que determinados planos durasen mucho menos, o que la cámara estuviese situada en otro lugar registrando comportamientos diferentes a los que conocemos de Delphine Seyrig. Es lo que la hace tan inmensa y tan única, acierta en la forma de hacer ese tipo de cine, porque no hace películas políticas, hace «políticamente películas políticas», como sentenciaba Godard.

*Termino en el spoiler, sin spoilers.*
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
moVERSE
Muchos de los planteamientos argumentales en la filmografía de Akerman se construyen en base a la autorreferencia y la percepción propia. Se mueven en un desequilibrio de tendencia peligrosamente depresiva, una balanza fatigosa que establece rutas recalculadas con vacío. La ubicación existencial permanece en constante lucha. Ejercicios de madurez resignada, dependiente más allá de toxicidades que proyecta la sombra del papel secundario.

Los estímulos externos se diluyen con la impostura del sendero. El estrés organizado colapsa en un caos de consecuencias palpables y desconexiones ruidosas. Referentes y presentes, mudanzas, andanzas... Espacios íntimos para el confort. Desconexión y recepción. Sin dependencia, escalando las carencias a través del tiempo.
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