Esperando un respiro (1995)

Al ver que no había ninguna crítica sobre este trabajo de Forest Whitaker, me he sentido animada a romper el hielo (lo que es verdaderamente inusual, como se puede comprobar en mi perfil).

Esperando un respiro… Así es como se tradujo esta comedia dramática de 1995 para los públicos hispánicos; y así es como empecé a sentirme yo al cabo de media hora de visionado.

Pensé en abandonar, porque no le encontraba apenas interés a las tramas paralelas y en absoluto interrelacionadas que se iban sucediendo en pantalla. Asistimos a un relato cinematográfico sobre cuatro mujeres treintañeras afroamericanas que, de forma inesperada o no, se ven abocadas a padecer el desencanto y la frustración que ocasionan el desamor, la soledad o la búsqueda estéril del marido perfecto. No es un mal planteamiento, y puede dar mucho juego, pero no puede estar peor aprovechado…

No hay una acción unitaria entre las cuatro historias que se nos presentan, sino que más bien van apareciendo y desapareciendo escenas y personajes dispersos que en modo alguno consiguen conectar con el espectador. No hay tiempo para llegar a conocerlos o comprender sus acciones; apenas sabemos nada de sus respectivas vidas. Lo que desgraciadamente degenera en todo un batiburrillo de personajes tremendamente planos, sin apenas caracterización ni profundidad, y como resultado, un todo notoriamente fraccionado.

Además de ello, tengo que confesar que empezó a parecerme un tanto agotador esa búsqueda incansable por parte de estas cuatro mujeres del hombre ideal (bueno, cuatro; qué cargante…). Me parece extraño que el señor Whitaker no hubiera considerado en su momento explicitar algo más de la presumible relación de amistad que tienen las cuatro mujeres protagonistas entre sí (apenas comparten unos pocos minutos juntas en pantalla), y poner más de manifiesto ese concepto de sisterhood, de “alianza racial”, que tiene tanto arraigo en la comunidad de mujeres negras.

Verdaderamente me sorprende muchísimo lo mal aprovechada que está “Waiting To Exhale”, más si cabe con semejantes ingredientes. Empezando por la impecable banda sonora, a cargo de Babyface, y pasando por la interpretación (tanto músico-estelar como actoral) de Whitney Houston o el fichaje de Angela Basset.

He de confesar que la principal razón por la que me animé a ver esta película es mi condición de fan incondicional de la talentosísima Whitney. Y no puedo decir que haga un mal trabajo en este caso. Pero, como se acostumbra a decir en jerga gastronómica, hay que tener “un respeto por el producto”. Y, en este caso, mi venerada Whitney queda ensombrecida por la mala orquestación de la trama, la más que notable fatiga que suscita el tema tratado, y la ausencia de una acción unitaria que sitúe y enganche al espectador.

Decía al principio de la crítica que empecé a hastiarme de esta película al cabo de unos treinta minutos de metraje… De hecho, me pregunté en varias ocasiones si continuar o suspender el visionado. Quizá fue mi espíritu completista (y con ello mi sentimiento de culpa por lo inacabado) lo que me incentivó a seguir adelante. Pero solo comprendí al final de la película que no me hubiera sentido culpable por no terminarla.

Una película, en definitiva, extremadamente olvidable por su trama tan poco propensa a despertar interés, e inolvidable por su pésimo aprovechamiento de la materia prima.

Como no me siento capaz ni tampoco cualificada para suspender a la señora Houston, le doy un 5.