Dirigido por Andrei Tarkovsky (1988)

Tomaba cuadro con sus manos, se palpaba la barbilla y el bigote, y lo observaba todo con calma, con tenacidad, con la tenacidad de aquel que no quiere olvidar ni el más ligero detalle. Así era Tarkovsky, uno de los mejores directores de la historia del cine, no sólo por sus detalles técnicos y su lenguaje, sino también por su perspectiva, despojada de todo artificio y cercana a un espiritualismo patente.

En las primeras tomas del documental, ya se intuye que Tarkovsky fue uno de esos tipos empeñados en intentar contribuir en cualquiera de las facetas de su obra, y otorgar siempre el contrapunto necesario para que un aspecto, fuese el que fuese, estuviese cuidado al detalle. De este modo, se puede imaginar que el propio autor ruso era uno de esos tipos apasionados, que no quería que nada se torciese y podía llegar a ser de lo más exigente y escrupuloso con aquellas personas que trabajaba, incluso en algún momento parece a punto de enloquecer o montar en cólera, pero todo ello sólo era fruto de una cosa: Su pasión por el cine, por un cine donde todo cuadrase al milímetro y estuviese diseñado a la perfección, la perfección que él había creado durante el proceso de escritura de su guión y de traslado a un escenario tangible todos aquellos elementos que pudiesen darse cita en sus películas.

Aun así, "Dirigido por Andrei Tarkovsky" no sólo es el retrato de una pasión metódica por el arte cinematográfico, es la plasmación de una película que perdurará para siempre, una película como "Offret", que estaba medida con una precisión increíble, y cuyos recovecos son imposibles de abarcar en un sólo visionado, en definitiva, el proceso de creación de una obra que pervivirá por siempre y cuya llama nunca se apagará, porque su alma seguirá fulgiendo pasen los años que pasen.

Llegando a su termino, el cineasta soviético, en una de sus múltiples afirmaciones, dice no teme a la muerte, comenta que él nunca morirá, que permanecerá inmortal para siempre y, le pese a quien le pese, tuvo razón, porque guste más o menos, obras del tamaño de "Solaris", "Stalker" o "Sacrificio" permanecerán ahí con el paso del tiempo, siendo contempladas y admiradas por cuantos las vean, y es que en ellas está su espíritu, el espíritu de un maestro inolvidable, de Andrei Tarkovsky.