Mando perdido (Los centuriones) (1966)

Entretenida producción bélica protagonizada por el todoterreno Anthony Quinn que interpreta al noble y valiente coronel vasco Pierre Raspeguy basada en la novela Los centuriones de Jean Lartéguy. Le secunda el guaperas de Alain Delon, un apropiado George Segal y la guapísima Claudia Cardinale.

No he leído la novela que por lo visto debe ser mejor pero he de decir que la película me ha parecido muy correcta. No es un gran film pero sí que entretiene a lo largo de sus dos horas de metraje. Quinn está convincente en su papel, su carisma y talento ya de por sí son motivos más que suficientes para verla.

Cuenta la historia de los últimos años del colonialismo francés en Indochina primero y Argelia después. En el primer caso los militares perdieron la guerra de independencia contra los vietnamitas, en el segundo consiguieron desarticular la resistencia argelina pero no pudieron evitar la independencia del país cuya población estaba determinada a ello en su totalidad.

Mando perdido es una buena película del género aventuras bélicas y esta es la verdad.

Todo el reparto está más que correcto, las escenas de guerra a pesar de repetitivas están muy bien filmadas y el argumento es más que creíble y bueno. Anthony Quinn es un coronel con dos aspiraciones muy legítimas: ascender a general y casarse con una condesa de muy buen ver. No cabe duda que el coronel apunta muy alto pero después de batallar en la Indochina francesa y salir trasquilado, va a tener su oportunidad en Argelia.

En Argelia espera un paisano antiguo miembro del Cuerpo Paracaidista francés que se enfrentará a quien fue su coronel, y se enfrentará a él ya que comanda un ejército de revolucionarios argelinos que lucha por su independencia.

Lo que digo, buen ritmo, buen argumento, buenas actuaciones y sobre todo una representación del ambiente castrense muy real (a lo mejor un experto observador no ve bien algún saludo hecho a un superior o alguna uniformidad fuera del reglamento, pero puede darse por válido en líneas generales). En definitiva: buena película. Para terminar apuntar la apreciación que vive el paracaidista Alain Delon, que harto de tanta violencia y de la vida militar abandona su cuartel en Argel y, al salir, sonríe al ver que mientras un moro es obligado a borrar una pintada de “Independencia” en una pared, en otra calle hay otros jóvenes haciendo la misma pintada.

La vida es una lucha constante.