Trailer (INGLÉS)
- Sinopsis
- Alterado psicológicamente por los atroces hechos que ha visto en su carrera y alejado moralmente de su esposa, un sargento de policía, mientras interroga brutalmente al supuesto violador de una muchacha, le causa la muerte. A continuación es sometido a un proceso en el que intenta justificar su conducta. (FILMAFFINITY)
- Género
- Drama Thriller Policíaco Crimen Drama psicológico
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 1973 / Reino Unido
- Título original:
- The Offence
- Duración
- 112 min.
- Guion
- Música
-
- Fotografía
- Compañías
- Coproducción Reino Unido-Estados Unidos;
- Links
Premios
Un inspector al límite.
18 de enero de 2006
Extraña película sobre un policía que investiga unos crímenes sexuales. La cinta, más allá de ofrecernos un suspense convencional, muestra a un personaje torturado y desgastado por su matrimonio, los años en el cuerpo de policía y unos deslavazados pensamientos que irán tomando forma hasta plantear un final inesperado (pero no en cuanto a la trama, sino en cuanto a la propia psicología del personaje y su complejo de culpabilidad).
Parcialmente desaprovechada (da la sensación de que daba para algo francamente antológico), pero muy interesante en todo caso. Una de esas rarezas de los 70, una película que habla de un personaje inestable y reprimido con un caso policial que sirve como auténtico desencadenante de demonios interiores. El personaje tiene un gran sentido de la responsabilidad, es un hombre comprometido con su trabajo, con la defensa del indefenso... pero es humano, tiene fallos, debilidades. Algunas imperdonables que descubrirá gracias, paradójicamente, al malo de la película. No se trata de un caso policial ingenioso y entretenido con una construcción de personajes que le sirva de basamento. Aquí lo fundamental es la inestabilidad del protagonista, no pillar al asesino/violador de turno.
Lumet vuelve a demostrar su fantástico dominio técnico (un poco arrogante a veces, al estilo Orson Welles) con una realización enfática y crispada (muy de aquella época, todo hay que decirlo, e incluso algo Peckinpahniana) que encaja particularmente bien con la trama, con la agresiva y desquiciada interpretación de Connery, con la crispación contenida de la película...
Y un Trevor Howard magnífico por supuesto, aunque casi no haga falta decirlo.
Parcialmente desaprovechada (da la sensación de que daba para algo francamente antológico), pero muy interesante en todo caso. Una de esas rarezas de los 70, una película que habla de un personaje inestable y reprimido con un caso policial que sirve como auténtico desencadenante de demonios interiores. El personaje tiene un gran sentido de la responsabilidad, es un hombre comprometido con su trabajo, con la defensa del indefenso... pero es humano, tiene fallos, debilidades. Algunas imperdonables que descubrirá gracias, paradójicamente, al malo de la película. No se trata de un caso policial ingenioso y entretenido con una construcción de personajes que le sirva de basamento. Aquí lo fundamental es la inestabilidad del protagonista, no pillar al asesino/violador de turno.
Lumet vuelve a demostrar su fantástico dominio técnico (un poco arrogante a veces, al estilo Orson Welles) con una realización enfática y crispada (muy de aquella época, todo hay que decirlo, e incluso algo Peckinpahniana) que encaja particularmente bien con la trama, con la agresiva y desquiciada interpretación de Connery, con la crispación contenida de la película...
Y un Trevor Howard magnífico por supuesto, aunque casi no haga falta decirlo.
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47 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película a reivindicar
1 de octubre de 2008
Em primer lugar, debo reconocer que siento especial debilidad por esta película. Su visionado me produjo un gran impacto, convirtiéndose en una de esas películas que establecemos inmediátamente como de referencia en nuestro particular universo cinéfilo. Tanto es así, que la considero entre lo mejor en la filmografía de su director, y, por qué no, entre lo más destacable de la década de los setenta.
Lumet y su guionista, a partir de una sencilla base argumental, proponen una turbulenta historia de marcado carácter psicológico. "Sacuden" literalmente a sus personajes y los arrojan al borde del abismo, enfrentándoles directamente con sus más temibles sentimientos, aquellos que no pueden detener dentro de su mente, y que les torturan. Ésto, lo plasma Lumet visualmente de forma inmejorable, su planificación es eléctrica, no se limita a filmar correctamente lo que podríamos llamar una "pieza de teatro" (como lo podría hacer, por ejemplo, el Nicholas Gessner de Alguien detrás de la puerta o La muchacha del sendero), sino que utiliza ampliamente los recursos cinematográficas para lograr una intensidad visual acorde con la tensión psicológica de sus personajes a lo largo de la película, consiguiendo un aumento progresivo de la misma hasta llegar a un sublime final, al que por cierto se refirió el director John Houston cuando en su día comentó que la media hora final de este film era lo mejor que había visto en su vida.
Es indudable también, que la propuesta funciona porque los actores están a la altura de las circunstancias. Asistimos aquí a un memorable duelo interpretativo entre Sean Connery e Ian Bannen, ambos soberbios, en papeles muy difíciles; sin olvidar tampoco al veterano Trevor Howard, igualmente magnífico.
Por último, cabe mencionar la fotografía de Gerry Fisher, hermética, de colores frios, ajustándose de forma impecable a lo que la historía pedía.
Una película profunda, que, a mi juicio, merece mayor reconocimiento.
MUY BUENA.
Lumet y su guionista, a partir de una sencilla base argumental, proponen una turbulenta historia de marcado carácter psicológico. "Sacuden" literalmente a sus personajes y los arrojan al borde del abismo, enfrentándoles directamente con sus más temibles sentimientos, aquellos que no pueden detener dentro de su mente, y que les torturan. Ésto, lo plasma Lumet visualmente de forma inmejorable, su planificación es eléctrica, no se limita a filmar correctamente lo que podríamos llamar una "pieza de teatro" (como lo podría hacer, por ejemplo, el Nicholas Gessner de Alguien detrás de la puerta o La muchacha del sendero), sino que utiliza ampliamente los recursos cinematográficas para lograr una intensidad visual acorde con la tensión psicológica de sus personajes a lo largo de la película, consiguiendo un aumento progresivo de la misma hasta llegar a un sublime final, al que por cierto se refirió el director John Houston cuando en su día comentó que la media hora final de este film era lo mejor que había visto en su vida.
Es indudable también, que la propuesta funciona porque los actores están a la altura de las circunstancias. Asistimos aquí a un memorable duelo interpretativo entre Sean Connery e Ian Bannen, ambos soberbios, en papeles muy difíciles; sin olvidar tampoco al veterano Trevor Howard, igualmente magnífico.
Por último, cabe mencionar la fotografía de Gerry Fisher, hermética, de colores frios, ajustándose de forma impecable a lo que la historía pedía.
Una película profunda, que, a mi juicio, merece mayor reconocimiento.
MUY BUENA.
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40 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
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