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Día de fiesta (1949)

Día de fiesta
81 min.
7,2
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Sinopsis
El pueblo de Saint Sévère se dispone a celebrar una gran fiesta. Las calles se adornan con guirnaldas y banderas; la terraza del café está preparada para el gran baile popular. Los feriantes traen en sus carromatos los caballitos de madera, las tómbolas, el cine ambulante, las cucañas... Mientras reparte el correo, François, el cartero, deseoso de ayudar a los feriantes, monta con mucho heroísmo la cucaña, pero sólo consigue provocar catástrofes. En el documental que proyectan en la carpa del cine, François ve un nuevo sistema para repartir el correo y decide probarlo. A la mañana siguiente, cuando el pueblo despierta tras la fiesta, el cartero reparte su correo "a la americana". (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Vida rural
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Jour de fête
Duración
81 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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Premios
1949: Festival de Venecia: Nominada al León de Oro (mejor película)
6
El cartero rural que quiso volverse moderno
Me gusta más el estilo posterior a “Día de fiesta” de este cómico francés. Por lo menos, en “Las vacaciones de Monsieur Hulot” y en “Mi tío”, que son las que conozco. Me agrada que depurara su técnica narrativa hacia los gags homenaje del cine mudo, en los que Tati apenas habla o no habla en absoluto, y donde no son necesarios los diálogos para que la imagen hable sola. Si los hay, son mera adición accesoria. Y los sonidos ambientales son mucho más elocuentes que las palabras.
Por ello no me termina de convencer “Día de fiesta”. Demasiados diálogos y cierta inmadurez en el concepto. No me acaba de funcionar como comedia. Y eso que tratándose de Tati nunca ha sido óbice el tono humorístico naïf. Pero es que aquí se pasa; aún le faltaban unos hervores para evolucionar en el gran cómico-actor-director en el que iba a derivar.
Tiene su gracia, cómo no, la idea del cachazudo y desastroso cartero rural que un día decide volverse tan eficiente como los americanos. Como era habitual en él, las simpáticas críticas implícitas en sus largometrajes (e imagino que en sus cortos también) apuntaban a la modernización, el automatismo, el estrés de las prisas, la agenda milimetrada, el monótono trabajo en serie, la falta de imaginación, la pérdida del contacto humano. Su patoso personaje es el portavoz de la parsimonia, de la ineptitud, de las cosas que no precisan un horario rígido, ni ser hechas de la misma manera. Es el representante de esos semi-vagabundos felices que se paran mil veces por el camino a mirar el paisaje, a espantar una mosca molesta, a echar una mano a un aldeano que le pide ayuda, a tomarse una copita en el bar, a dejarse enredar por los parroquianos, a prodigar un gesto calamitosamente amable, y que tropieza una y otra vez con las mismas piedras. El que está en todos los sitios y en ninguno, el torpón ambulante que va a su bola.
Este cartero no es aún el genial Monsieur Hulot, pero ya presagiaba maneras.
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21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Un cartero con mucho mimo
El mimo y cineasta de Le Pecq (Francia) Jacques Tati (1908-1982) y su primera obra Jour de fête suponen una ruptura con la comedia imperante en sus días, de diálogo ágil y enrevesado, y una reivindicación de la desusada comedia del gag visual y la pantomima. No se trata de una rehabilitación regresiva sino más bien innovadora: el sonido (excluida la palabra) se erige en elemento primordial de la narración. Así, la feria ambulante entra en el pueblo y un plano muestra los caballitos de tío vivo a la par que suena un chocante relincho, pero una rectificación del encuadre descubre, tras el primer plano de los equinos de madera, a los auténticos caballos; o el insecto volador invisible que amenaza al cartero François y a un ocioso campesino, cuyo patente zumbido se revela en distintos grados de intensidad según la supuesta distancia entre el insecto y la cámara; o el tablero que se resquebraja y que, como produce el mismo crujido que emitió el poste que casi chafa a François, induce a éste a penetrar de nuevo en la cantina de la plaza, con bici y todo.

Existen dos versiones de Jour de fête, una en B/N, montada por Tati, y otra en color, montada tras la muerte del autor, con evidentes diferencias de puntos de vista estéticos, de duración de planos... Llama la atención la desaparición en la segunda versión de un personaje, el del joven forastero que dibuja el pueblo y la feria. También se pierde el coloreado de algunos objetos, como el globo que persigue el cartero ebrio, cuyo efecto recuerda a ciertos planos de películas futuras como Rumble fish y Schindler’s list.
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20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
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