Película completa
- Sinopsis
- Un famoso pintor que está de visita en Egipto se encuentra ansioso por conocer la tumba de la momia Ma, por la que, según se dice, abunda una maldición que recae sobre toda persona que intente adentrarse en ella. (FILMAFFINITY)
- Género
- Drama Romance Terror Cine mudo Antiguo Egipto
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 1918 / Alemania
- Título original:
- Die Augen der Mumie Ma (Eyes of the Mummy Ma) (The Eyes of the Mummy)
- Duración
- 63 min.
- Guion
- Fotografía
- (B&W)
- Compañías
- Links
ALBORES
16 de junio de 2019
También E. Lubistch sucumbió al hechizo del ancestral Egipto y en esta película pone su talento al servicio de una historia en la que el embrujo del Nilo llena la pantalla.
La película se apoya en una interesante trama que cobra inusitada vitalidad gracias a su excelente ambientación y a un sentido dinámico del ritmo en el que cada escena sucede a la anterior con enorme naturalidad y fluidez.
El director demuestra gran habilidad con la cámara fija y, a pesar de sus limitaciones técnicas, es capaz de imprimir una notable sensación de movilidad a las imágenes.
El dramatismo de las situaciones, la sensualidad de la danza oriental y la intensidad de la narración conforman un inmejorable banco de pruebas para el perfeccionamiento de los procedimientos cinematográficos.
El director ya ofrecía muestras de un talento poco común y de una vocación inequívocamente orientada hacia el reto que el cine planteaba en sus albores.
Estupenda actuación de M. Laurence, de E. Jannings -con una caracterización sobresaliente-, de P. Negri y de H. Liedtke.
La película se apoya en una interesante trama que cobra inusitada vitalidad gracias a su excelente ambientación y a un sentido dinámico del ritmo en el que cada escena sucede a la anterior con enorme naturalidad y fluidez.
El director demuestra gran habilidad con la cámara fija y, a pesar de sus limitaciones técnicas, es capaz de imprimir una notable sensación de movilidad a las imágenes.
El dramatismo de las situaciones, la sensualidad de la danza oriental y la intensidad de la narración conforman un inmejorable banco de pruebas para el perfeccionamiento de los procedimientos cinematográficos.
El director ya ofrecía muestras de un talento poco común y de una vocación inequívocamente orientada hacia el reto que el cine planteaba en sus albores.
Estupenda actuación de M. Laurence, de E. Jannings -con una caracterización sobresaliente-, de P. Negri y de H. Liedtke.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los ojos de Emil Jannings
3 de noviembre de 2013
Con aquellos ojos desorbitados que ponía el actor mudo Emil Jannings, se entiende que hace casi cien años ésta fuese considerada una película de terror. Ciertamente, para los espectadores novatos del celuloide esa cara de maníaco debía de ser una fuente de pesadillas. Los papeles de malvado le iban al pelo, aunque por fortuna poseía más registros interpretativos. Su vena trágico-dramática quedó patente en la magistral “El último” de Murnau.
Y aunque sus ojos no fuesen los que dan título a este viejo film, sino los de Pola Negri, que tampoco son nada desdeñables en cuanto a expresividad, no puedo evitar que los que acudan a mi mente sean los del intérprete suizo-alemán. Cuando eran las expresiones y los gestos y no la voz los que hablaban, los ojos cobraban su pleno significado metafórico: espejos del alma.
Ahora somos bastante despreciativos de aquel lenguaje cinematográfico. Estamos invadidos por tantos avances que una rudimentaria película del tiempo de los bisabuelos no interesa a casi nadie.
Hoy día Emil Jannings y Pola Negri parecen reliquias muy pasadas de moda y apolilladas, en las que pocos se fijarían si fuesen expuestas junto con los figurones de la actualidad. Y de entre esos pocos que les echarían un vistazo, unos cuantos de burlarían.
Puede que hoy día, desde nuestros ojos del siglo veintiuno, la estrellas que no necesitaban hablar frente a la cámara ya no sean ningún prodigio, que la magia con la que encandilaron a los primeros cinéfilos de la historia se haya esfumado como cuando un mediocre prestidigitador ambulante hace cuatro trucos baratos o un payaso algo patético ha dejado de tener gracia.
Es cierto, cuesta lo suyo. Por más buena voluntad que pongamos, no nacimos un siglo antes. Nunca podremos experimentar genuinamente en carne propia qué fue aquello del cine cuando era una novedad.
“Los ojos de la momia” no me ayuda demasiado a tener mucho éxito en la evocación, para ser sincera. Lo que consigue Chaplin con cualquiera de sus cortos o largometrajes no lo logra Lubitsch con este largo. Aún necesitaría más rodajes y más experiencia para convertirse en el gran director que llegó a ser. Aquí sólo apuntaba maneras.
Ni la carrera de Emil Jannings ni la de Pola Negri soportaron bien la llegada del sonido. No eran expertos en dicción, cosa lógica puesto que nunca habían tenido que practicarla. Sus fuertes acentos extranjeros les cerraron las puertas de Hollywood, la mayor industria cinematográfica, donde todo el que era alguien en el mundillo soñaba con triunfar.
Ambos se convirtieron en estrellas errantes que se apagaron en el olvido.
Pero no del todo.
Emil Jannings fue uno de los mejores actores del mundo en su momento. Algunos no lo olvidamos.
Y aunque sus ojos no fuesen los que dan título a este viejo film, sino los de Pola Negri, que tampoco son nada desdeñables en cuanto a expresividad, no puedo evitar que los que acudan a mi mente sean los del intérprete suizo-alemán. Cuando eran las expresiones y los gestos y no la voz los que hablaban, los ojos cobraban su pleno significado metafórico: espejos del alma.
Ahora somos bastante despreciativos de aquel lenguaje cinematográfico. Estamos invadidos por tantos avances que una rudimentaria película del tiempo de los bisabuelos no interesa a casi nadie.
Hoy día Emil Jannings y Pola Negri parecen reliquias muy pasadas de moda y apolilladas, en las que pocos se fijarían si fuesen expuestas junto con los figurones de la actualidad. Y de entre esos pocos que les echarían un vistazo, unos cuantos de burlarían.
Puede que hoy día, desde nuestros ojos del siglo veintiuno, la estrellas que no necesitaban hablar frente a la cámara ya no sean ningún prodigio, que la magia con la que encandilaron a los primeros cinéfilos de la historia se haya esfumado como cuando un mediocre prestidigitador ambulante hace cuatro trucos baratos o un payaso algo patético ha dejado de tener gracia.
Es cierto, cuesta lo suyo. Por más buena voluntad que pongamos, no nacimos un siglo antes. Nunca podremos experimentar genuinamente en carne propia qué fue aquello del cine cuando era una novedad.
“Los ojos de la momia” no me ayuda demasiado a tener mucho éxito en la evocación, para ser sincera. Lo que consigue Chaplin con cualquiera de sus cortos o largometrajes no lo logra Lubitsch con este largo. Aún necesitaría más rodajes y más experiencia para convertirse en el gran director que llegó a ser. Aquí sólo apuntaba maneras.
Ni la carrera de Emil Jannings ni la de Pola Negri soportaron bien la llegada del sonido. No eran expertos en dicción, cosa lógica puesto que nunca habían tenido que practicarla. Sus fuertes acentos extranjeros les cerraron las puertas de Hollywood, la mayor industria cinematográfica, donde todo el que era alguien en el mundillo soñaba con triunfar.
Ambos se convirtieron en estrellas errantes que se apagaron en el olvido.
Pero no del todo.
Emil Jannings fue uno de los mejores actores del mundo en su momento. Algunos no lo olvidamos.
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7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
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