La gente de la Universal (1991)

Una creativa y muy entretenida película es lo que ha conseguido, Felipe Aljure, con esta loca aventura de detectives e infidelidades, que se desenvuelve en una penitenciaría y en las frías calles de Bogotá, con un par de personajes que se las traen para investigar un supuesto caso de infidelidad de la mujer (no la esposa, como él mismo cornudo aclara) de un “don billete” regateador que se encuentra detenido.

Para el caso se llama a La Universal, la agencia de detectives privados que encabeza el sargento Diógenes Hernández, a quien podrían llamar “El gallo” por su rapidez en ciertos menesteres. Un sobrino suyo, Clemente Fernández (“Pepe”), le sirve de asistente… y en los ratos libres también le “asiste” a su esposa Fabiola, a quien Hernández deja siempre prendida en bajo.

Una lograda entremezcla de infidelidades y de cuernos bien puestos, se conjuga en una comedia negra trazada con plausible esmero donde, Álvaro Rodríguez y Robinson Díaz, se lucen en su rol de ventajosos investigadores, dispuestos a cobrar y a comerse la mercancía. Jennifer Steffens como Fabiola y Ana María Aristizábal (Margarita), consolidan también la historia como las mujeres de los mandamases (el detective Hernández y el preso español Gastón Arzuaga) que se saben también sus trucos para saldar las represiones y para mandar al carajo a sus incompetentes “dueños”.

Felipe Aljure, hace una serie de creativos planos que conectan con diversas significaciones y que dan a su película un toque de cine experimental novedoso e interesante. El filme, en pleno, denota un fuerte interés por salirse de los cánones convencionales, se arriesga, propone y finalmente consigue un resultado muy satisfactorio.

“LA GENTE DE LA UNIVERSAL”, sabe poner los cuernos donde siempre resulta sabroso ponerlos, porque tienen ese sabor a prohibido y a cierto peligro, que hacen las cosas más provocativas. Según una ley de la existencia: “Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón”. Y yo le añado una que falta: “Ponerle cuernos a los prepotentes hace las noches ricas y ardientes”. ¡Ah, los viejos tiempos!

He aquí un filme que sabe ofrecer los raros encantos que nos ofrece la vida… y se los goza de lo lindo con esa astucia bien colombiana que, desde hace rato, viene haciendo historia.
Oiga, ¿Y habían visto ustedes a un español que cuando se enoja habla –sin saberlo- en puro hebreo? Escuchen a Gastón y díganme sino es cierto.

Cine colombiano, crudo y puramente honesto, con el suficiente carácter para llegar al público sin tanto efecto secundario ni palabrería acomodada, dialogos directos y cotidianidad que hace de la pelicula una muestra tan agradable a los sentidos de quien la contempla... De colombia para el mundo.