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El pisito (1958)

El pisito
76 min.
7,3
6.749
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Sinopsis
Rodolfo y Petrita llevan doce años de relaciones. Para casarse necesitan un piso y no hay forma de encontrarlo. Rodolfo vive realquilado en casa de doña Martina, una anciana que está a punto de morir, cosa que el casero está esperando para poder desalojar la vivienda y derribar el edificio. Algunos amigos aconsejan a Rodolfo una solución heroica: casarse con doña Martina y esperar lo poco que le queda de vida para heredar el alquiler. En principio, se resiste, pero cada vez con menos fuerza. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Comedia negra
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
El pisito
Duración
76 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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8
El realismo de Marco Ferreri
Segundo largometraje de Marco Ferreri ("Dillinger ha muerto", 1969), escrito por él y Rafael Azcona. Se basa en la novela "El pisito" (1957), de Rafael Azcona. Se rueda en exteriores de Madrid (Gran Vía, parque zoológico, etc.) y en estudio. Obtiene un premio del Círculo de Escritores Cinematográficos (mejor actriz, Mari Carrillo). Producido por Isidoro Martínez Velazferri, acreditado como codirector (Isidoro M. Ferry) por exigencias legales, se estrena el 15-VI-1959 (Madrid).

La acción tiene lugar en Madrid, en 1958. El film refleja la escasez de viviendas urbanas en el país que afectó especialmente a las grandes capitales a finales de los años 50, como consecuencia de la fuerte emigración del campo a la ciudad. Ésta provoca el alza de los precios de venta de las viviendas y de los alquileres, hace proliferar los subarriendos y los huéspedes domiciliarios y no son raros los casos en los que una vivienda es ocupada por varias familias. El país vivia entonces en una situación general de penuria a causa del fracaso de la política económica de la Posguerra, inspirada en principios inviables de autarquía y autosuficiencia, opuestos a la exportación e importación. La bancarrota del país obligó a aplicar, a partir del verano de 1959, un severo Plan de Estabilización que permitió acceder al apoyo financiero del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.

Los personajes que aparecen en la cinta están tomados directamente de la realidad de la calle. Viven al día, se preocupan sólo de satisfacer las necesidades primarias y se mantienen ajenos al mundo de las ideas. El relato incorpora una dosis elevada de sarcasmo, ironía y humor basado en la exageración y el absurdo. Brochazos de humor negro recorren el film de principio a fin. No le son ajenos propósitos de denuncia y de crítica social. Bajo la influencia del neorrealismo italiano, Ferreri ajusta la historia a los parámetros de lo que se ha venido en llamar realismo crítico, los mismos que informan obras posteriores como "El cochecito" (1960). No faltan algunas de las constantes del realizador: presencia de la muerte, atención a la vejez, simpatía por la infancia, compañía de animales domésticos, indiferencia religiosa, comidas frecuentes.

La música, dirigida por Federico Contreras, incluye una pieza de jazz muy rápido, compuesta e interpretada por "Blue Stars" (se superpone a los créditos iniciales), música de organillo y fragmentos de música de baile, como "el Danubio azul". La fotografía, de Francisco Sempere ("Calabuch", 1956), es realista y de notable valor documental. Muestra un Madrid con escasa circulación de coches, tranvías que llegan a las afueras y se cruzan con rebaños de cabras, anuncios móviles de Avecrem, etc. Ofrece un fresco nostálgico de la sociedad española de finales de los 50, poco antes de las transformaciones que iba a experimentar en los 60 y siguientes como consecuencia del desarrollo económico. El film es un clásico del cine español.
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91 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La España más gris que recuerdo haber visto nunca
Mucho menos conocida que grandes clásicos del cine español de los 50 como “Bienvenido, Mr. Marshall”, “Calle Mayor” o “Muerte de un ciclista”, la peli de Ferreri constituye -a mi juicio- una de esas joyitas que da gusto descubrir de vez en cuando. Y ojo, porque no sólo da gusto. “El pisito” da gusto y sorprende. Pero mucho. ¿O alguien sospechaba, tal vez, que tras un titulín así podía ocultarse tan magno peliculón? Pues, nadie ¿verdad? O si no, pocos. Muy pocos, supongo. Pero es así, de verdad. Sin ningún género de dudas. “El pisito” es una gran película. Y no me voy a cansar de repetirlo las veces que sea necesario.

Para empezar yo diría que “El pisito” es una gran película por razones puramente estéticas. Sobre todo para los que, como un servidor, disfrutamos con esas puestas en escena de inconfundible y genuino cariz neorrealista. Y aunque a nivel conceptual dicen los expertos que la peli entronca a la perfección con esa corriente literaria (y, por extensión, cinematográfica) denominada ‘realismo crítico o social’, lo que está claro, clarísimo, es que a nivel estético, “El pisito” destila neorrealismo por los cuatro costados. Ahora mismo, por ejemplo, recuerdo una secuencia en la que aparece Petrita (Mary Carrillo) en la cocina-comedor-salita-dormitorio del piso-cuchitril de su hermana que parece directamente extraída de “Ladrón de bicicletas”, “Roma, ciudad abierta” o “Rocco y sus hermanos”. Para quién ya la haya visto sólo recordaré que se trata de la secuencia en la que un niño defeca en una bacinilla situada en lo alto de la mesa mientras alguien come a su lado y otro personaje se encuentra echado en un inmundo catre un par de metros más allá.

Pero, bueno, al margen de aspectos visuales o puramente anecdóticos, la peli de Ferreri es merecedora de todos los elogios que se me puedan ocurrir porque muy pocas veces tendremos ocasión de ver una comedia tan negra, tan triste, tan descarnada y tan ácida como ésta. Una comedia capaz de sacar a la palestra algunos de los temas más espinosos de la época (matrimonio de conveniencia, conformismo laboral, tiranía empresarial, penurias económicas, prostitución, declive pasional…) y entre los que destaca, por descontado, el problema de la vivienda. Una lacra que, por desgracia, sigue vigente 50 años después de que Ferreri le sacara los colores a la España más gris que recuerdo haber visto nunca.
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71 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
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