El último guerrero (1983)

Aprovechando el tirón de la excelente película de Jhon Milius, surgió de la más profunda mazmorra "Deathstalker", también conocido como el cazador de la muerte, el último guerrero o como quieran llamarle. De muy bajo presupuesto a simple vista y espantosa a más no poder, me cuesta creer que tuvo mucho éxito en Estados Unidos, lo que llevó a sus responsables a engendrar tres basuras tan podridas como la primera, bueno, más bien peores.
El protagonista, el actor Rick Hill, tiene el mismo carisma que cualquiera de los extras masacrados, o sea cero. Y el muchacho se pasea alardeando de maestro espadachín, musculoso y guaperas de la muerte.
La verdad es que me tendrían que haber tirado a mi, al mismo foso lleno de putrefacción de donde han sacado la idea de hacer este personaje, no tengo perdón divino, me he tragado las cuatro enteritas, si señor, la saga al completo. Me merezco un mes de vacaciones en la peor cámara de tortura de la inquisición.

Tras el éxito de "Conan el bárbaro" de John Milius, las pantallas de todo el mundo y los videoclubs sufrieron el azote de imitaciones cutres y baratas, tanto italianas, que recordaban a los péplums de los años 60, como estadounidenses. Roger Corman, avispado productor de películas de todos el abecedario, menos la A, desde la serie B a la Z, se asoció con un productor argentino para rodar en torno a nueve películas del género bárbaro en el territorio austral y con los equipos técnicos de allí. Esta fue una de ellas y su relativo éxito (con un coste de 400.000 $ recaudó 11.000.000 $) le llevó a rodar hasta tres secuelas más.

En este filme no hay que buscar la calidad ni la filosofía nietzsechiana de Milius. Aquí, simplemente, se rescata la parte más bárbara del comic de la Marvel, donde en ocasiones abundaban las mujeres voluptuosas, de grandes senos y tules, junto a la violencia con cabezas cortadas y monstruos deformes. El protagonista es un ser amoral, como se describe en la primera escena del film, donde tras rescatar a una mujer de una violación múltiple, se dispone a realizarla él sin otros partenaires. La historia es una especie de remedo de "Operación Dragón" ; así Deathstalker se infiltra en una competición para conseguir dos objetos mágicos en poder de un warlord tirano y demente.
Rodada para alegrar la fantasía de los jovenzuelos con ardores (¿quién sino es el target para este tipo de filmes?) cumple con creces sus ansías, por cuanto se exhiben tetas y culos a mansalva, en una orgía cutre con chicas en el barro, hay mutilaciones, combates a espada, cabezas volando y monstruos de pacotilla; las dos protagonistas femeninas muestran sin ningún pudor sus poderosas glándulas mamarias. Sin embargo, el montaje del film es nefasto, abundan las escenas inconexas, las incongruencias de guión, que sepultan los intentos del director en rodar un filme con un cierto "estilo".

Hay una intrahistoria de las dos actrices; Barbi Benton fue cuatro veces portada de Playboy y compañera de Hugh Heffner y Lana Clarkson fue, desgraciadamente, la víctima por la que Phil Spector fue condenado. Respecto a los protagonistas masculinos, Rick Hill (Deathstalker) cumple por cuanto maneja bien la espada y tiene un cuerpo estilizado sin ser el enorme saco de músculos de nuestro amigo Arnold. Uno de los secundarios, Richard Brooker, que interpreta a un compañero del protagonista, interpretó a Jason Vorhees en Viernes 13, III parte, donde apareció con la careta de Hockey.

En fin, esta película es una serie Z con un guión mal estructurado, donde prima la oferta cárnica femenina para adolescentes ardorosos, siendo un subproducto triste para el aficionado a los filmes de espada y brujería. Lamentablemente disponía de un presupuesto y escenarios para mucho más.