Mundos privados (1935)

El doctor Alex McGregor espera su nombramiento como superintendente del hospital psiquiátrico donde trabaja. Sin embargo, le niegan el cargo en beneficio de un reputado médico francés, el doctor Monet. A partir de entonces los choques entre el nuevo director y el personal serán constantes por las diferentes formas de llevar el hospital que tiene cada uno.
Película flojita con un guión inconsistente que va dando bandazos entre el tratamiento psicológico en el sanatorio y las relaciones afectivas de los médicos del centro. La Cava pierde el control y termina olvidándose por completo de los pacientes y sus tratamientos para centrarse única y exclusivamente en los amoríos del personal médico. Y falla en ambos casos. Por un lado, no se toma con el rigor requerido al médico psicólogo (parece que hace milagros con facilidad), y por otro, nos presenta amores sólo en su superficialidad, claro que, exceptuando el personaje de Claudette Colbert, el resto no da para más.
Fracaso completo en la dirección de actores. A Charles Boyer sabemos que no hay quien lo salve de su mediocridad, pero la excelente Claudette Colbert jamás parece cómoda en su personaje.

Gregory La Cava sólo consigue algunos momentos chisposos de comedia en esta producción Paramount que en realidad no es comedia sino que se define pronto como melodrama sentimental, partiendo de un falso planteamiento de drama realista en el interior de un psiquiátrico. Lo cierto es que en el inicio se define bastante bien la posición de la protagonista, Claudette Colbert, como psiquiatra infravalorada por ser mujer en una profesión de hombres y se tienen algunos aciertos en la caracterización de los pacientes y el mundo de la locura, como la frase que da origen al título de la película: todos tenemos nuestros mundos compartidos con amigos y familiares pero también nuestro mundos exclusivos, privados, y la enfermedad psiquiátrica se produce cuando alguien va tan lejos en ese mundo privado que no sabe regresar. Pero en lo fundamental es una típica película de amor, a cada minuto más tópica y previsible, donde sólo acaba mal el personaje de la hermana del director de la clínica, por haber tenido la osadía de poner en peligro el sagrado lazo matrimonial de uno de los médicos de la clínica tonteando un poco con él.