Tormenta (Miniserie de TV) (2013)

Esta película esta basada en un experimento que realizo un profesor de la Universidad de Yale en los sesenta. Todo el que considere que es una buena miniserie debería visualizar La ola (2008), película que contiene muchos puntos en común con ésta y que consigue con mucho menos tiempo de metraje ofrecernos un espectáculo muy superior.

La película intenta vendernos una inspección profunda sobre los trastornos de personalidad a los que pueden verse sometidos los jóvenes, planteando una situación que ponga en jaque su nivel de tolerancia frente a situaciones un tanto extremas. Pero no consigue ir más allá de la violencia gratuita con un guión débil y a la deriva.

La actitud de los protagonistas pasa a ser radical a gran velocidad, y uno se pregunta porque no se ha realizado un análisis más profundo para entenderlo; tiene que conformarse con una serie de tópicas y absurdas situaciones y aceptarlas como el desencadenante de todo.

En definitiva, Daniel Calparsoro falla a la hora de contar una buena historia, y decide simplificarlo todo buscando que el espectador sienta esa ira, pero uno no puede hacer otra cosa tras verla que aceptar que ha perdido el tiempo. Si El castigo o Inocentes eran muy justas, ésta queda muy por detrás.

El trabajo actoral, para finalizar, es justo, y pese a la entrega de Patricia Vico no hay ninguna opción de salvar nada de este despropósito.

La idea de la que parte la película es buena, analizar el comportamiento del ser humano bajo presión, su comportamiento en equipo, su tolerancia o intolerancia y su predisposición para la violencia.
Pero una buena idea mal llevada a cabo, se convierte en la peor de las ideas. Y eso es lo que ocurre aquí. Con un reparto plagado de actores "de moda", guapos moja-bragas, "físicos o químicos"y chicas cuya única baza artística es que están buenas. Y con un guión poco creíble, a veces incluso rozando lo imaginativo o esperpéntico.
Con todos estos ingredientes, solo puede salir un producto defectuoso. No apto para el consumo adulto. Sólo valido para que las adolescentes sueñen humedamente con el cachas de la pantalla mientras le dicen a su amiga: ¡Que fuerte tía lo que echaron el otro día por la tele! Y los adolescentes digan en el recreo: ¡Pedazo peras tenía la rubia! Exceptuando esto poco más se puede sacar de esta basura.