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El rey y yo (1956)

El rey y yo
133 min.
6,9
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Trailer (INGLÉS)
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Sinopsis
Adaptación de un musical basado en una novela de Margaret Landon. En 1862, Anna Leonowens, una institutriz inglesa, llega al palacio real de Siam para hacerse cargo de la educación de los hijos de un autoritario monarca, quien, cautivado por su gran personalidad, la convierte en su confidente (FILMAFFINITY)
Género
Musical Romance Siglo XIX Remake
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The King and I (Rodgers and Hammerstein's The King and I)
Duración
133 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1956: 5 Oscars: Actor (Yul Brynner), bso musical, direcc. artíst., sonido, vestuario color
1956: Globos de Oro: Mejor película y actriz (Kerr) - Comedia o Musical. 4 nom.
1956: Círculo de Críticos de Nueva York: 3 nom., incl. mejor actor (Yul Brynner)
1956: National Board of Review: Top 10 mejores películas y actor (Brynner)
1956: Sindicato de Directores (DGA): Nominada a Mejor director
7
Pura química entre el rey y la maestra
Como siempre hago en las críticas, sopesaré lo bueno y lo malo de la película.
Lo malo:
-No hay nada que merezca ser tildado de malo. Lo que sí apuntaré es que todo el tiempo da la impresión de ser como una obra de teatro filmada; los escenarios, pese a ser grandiosos, dan una impresión un poco estática. Además, creo que con tanto meter canciones (lo cual es lógico siendo un musical), las cuales restan desarrollo, han querido aprovechar el tiempo restante metiendo las escenas demasiado a la ligera; hubiera gustado que éstas se desarrollaran menos bruscamente, con más calma. Por ejemplo, ella llega a Siam y en la escena siguiente de golpe ya han pasado varios meses. Me habría agradado ver cómo ella se iba adaptando. También las escenas entre Anna y el rey a veces son un poco bruscas y se resuelven de forma insatisfactoria. Los musicales (excepto "La Bella y la Bestia") no son mi género preferido, porque las canciones que se intercalan, pese a ser hermosas y a transmitir muchos sentimientos, ralentizan y quitan el espacio a otras escenas que podrían haber sido cruciales para que la película hubiera quedado más completa.
Lo bueno:
-Las interpretaciones, pese a resultar a veces un poco afectadas y exageradas (cada época del cine ha tenido sus patrones interpretativos y no debemos comparar en base al cine actual); como decía, las interpretaciones, sobre todo las de los protagonistas, de la primera esposa del rey y de los niños, son bastante buenas. Yul Brynner y Deborah Kerr parecen quemarse con sus miradas. Pese a que no se dicen palabras de amor, éste queda patente en el modo en que se miran. Sublimes las escenas en las que se ve a todas luces cómo se van enamorando y se sienten turbados por ello. La mirada de él es tan intensa que derrite a una pobre Anna que no puede menos que sentirse atraída por un rey tan atractivo (¡hay que ver lo bien que está Yul Brynner en esta peli, está buenísimo!). Él, pese a tener muchas esposas, ha descubierto ahora a la mujer de su vida y ambos saben que es un amor imposible. ¡Qué bonito!
-Los decorados están muy cuidados, con bellos detalles, y el vestuario es precioso y exótico.
-La convivencia entre dos culturas, la siamesa y la occidental, es interesante, mostrándonos los roces y las concesiones entre ambas. El rey inteligente, instruido y comprensivo que está dispuesto a abrirse y a ser más tolerante, influido por su amor a Anna, conmueve.
Es una bonita película, en definitiva. Hay que tener en cuenta que tiene más de 50 años y que las formas de hacer cine han cambiado mucho, pero sin duda aquella fue una época dorada del cine.
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18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Anna, Mongkut, etcétera, etcétera, etcétera
Estoy por creer que el “secreto” romance entre la institutriz Anna Leonowens de Inglaterra y el rey Mongkut de Siam (hoy Tailandia), es una de las más bellas historias de amor que nos haya contado la literatura y el cine. Era Anna una mujer viuda, tenía un hijo de unos 10 años y se había aventurado a viajar con él hasta la exótica Siam para hacer las veces de intitutriz de las decenas de niños que tenía el machista rey (a los que se irían sumando todos los que nacieran), y de paso, debía enseñar inglés y buenos modales a las también decenas de mujeres con que contaba en sus noches el galgo Mongkut, mientras seguía en la lucha contra los afanes de colonización que tenían los ingleses (y por supuesto los franceses) al saber de las riquezas con que contaba su país. El argumento era simple: “El rey es un bárbaro y su pueblo está pasando por toda suerte de vejámenes. Hay que destronarlo”.

Mongkut se había empeñado entonces en occidentalizar la cultura de su pueblo, y con la presencia de Anna daba inicio a este nuevo proceso, con lo que esperaba borrar de tajo la imagen que albergaban y promovían los imperialistas.

Conservada primero en los diarios de Anna Leonowens; convertida después en una novela, “Anna y el rey de Siam”, por Margaret Landon, la cual sería llevada al cine, en 1946, bajo la dirección de John Cromwell; y transformada luego en un exitoso musical por Richard Rodgers y Oscar Hammerstein II, la ya mítica historia de amor resonó en los escenarios, emocionó a millones de personas, motivó elogiosos comentarios… y dió al actor de ascendencia rusa, Yul Brynner, el personaje por excelencia con el que cargaría durante el resto de su vida. Hizo primero 1.246 representaciones que le merecieron el premio Tony. La representó luego en el cine y se llevó el premio Oscar. Volvió con la obra a Brodway en 1977, y finalmente la representó en 1981, a sabiendas de que lo venía consumiendo el cáncer, pero terminó triunfante en Broadway a solo cuatro meses de que terminara su vida. Al final, había alcanzado la cifra récord total de ¡4.625 representaciones! Definitivamente, ese gran actor y mejor persona que fuera Yul Brynner, ¡fue la encarnación del rey Mongkut!

Con un solvente presupuesto de 6.5 millones de dólares (el más alto del año 1956), el director Walter Lang, consiguió dotar a “EL REY Y YO” de una escenografía de lujo, un vestuario de alta costura, y un equipo técnico que aseguró una impecable banda sonora, una esplendorosa fotografía y una cálida iluminación que resalta el romanticismo que emana de los personajes, impecablemente representados por Brynner, Deborah Kerr (quien fuera doblada en las canciones por Marni Dixon) y Rita Moreno, más bella que nunca en su conmovedor papel de Tuptim.

El guión de Ernest Lehman resulta bastante atinado, contiene estupendos diálogos, nos habla del amor que puede darse entre seres bien diferentes, de los grandes valores que puede haber en un hombre en apariencia tosco, y de la manera como la mujer puede llegar al corazón del hombre más difícil, sirviéndose de la sutileza y de la confrontación elegante. Etcétera, etcétera, etcétera.
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12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
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