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Tiempo de amar, tiempo de morir (1958)

Tiempo de amar, tiempo de morir
133 min.
7,6
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Sinopsis
Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), un soldado alemán que combate en el frente ruso obtiene un permiso para volver a Alemania. Tras comprobar que su casa ha sido bombardeada, emprende la búsqueda de sus padres desaparecidos; al mismo tiempo, conoce a la hija de un preso político y se enamora de ella.
Género
Romance Drama II Guerra Mundial Melodrama Drama romántico
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
A Time to Love and a Time to Die
Duración
133 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Erich Maria Remarque
Links
Premios
1958: Nominada al Oscar: Mejor sonido
1958: Globos de oro: Nueva promesa masculina (John Gavin). 2 nominaciones
1958: Festival de Berlín: Sección oficial de largometrajes
"Obra maestra que, realista en la descripción de la situación, sublimadora en la descripción del amor, refleja como pocas películas la ilusión de vivir, de felicidad, y la crudeza de la realidad"
[Diario El Mundo]
"Uno de los melodramas más conmovedores de Sirk. Sentida historia llena de imágenes emotivas y con una ambientación que desprende realismo en todas sus escenas. Un clásico menor que cautiva."
[Diario El País]
8
Veintiún días
Curioseando entre las recomendaciones de Talibán me topé, días atrás, con “Tiempo de amar, tiempo de morir”. Una peli cuyo título y sinopsis me sonaban ligeramente, pero de la que ignoraba -incluso- el autor. Cuál fue mi sorpresa, pues, cuando constaté que era el mismísimo Sirk -un cineasta al que admiro y respeto desde hace mucho tiempo- el máximo responsable de un film que, sibilinamente, había conseguido colarse entre las típicas pelis-totem que siempre suelo encontrarme en este tipo de listas.

Obviamente, me propuse verla. Lo antes posible. Y no sólo porque las nueve estrellitas que le concedía Talibán suponían un gran aliciente, sino porque haberla ignorado durante tanto tiempo me producía una extraña mezcla de estupor y coraje. Máxime cuando, tras verla, pude comprobar que se trataba de un excelente melodrama. Emotivo, muy bien narrado y con multitud de imágenes simbólicas y sugerentes. Al mismo nivel, a mi juicio, que otras pelis de Sirk mucho más conocidas como “Sólo el cielo lo sabe”, “Escrito sobre el viento” o “Imitación a la vida”.

Yo diría, incluso, que si “Tiempo de amar, tiempo de morir” no consiguió alcanzar el reputado status de sus hermanas fue debido, posiblemente, a la ausencia de estrellas de relumbrón en su reparto. No concibo, si no, otro motivo válido para explicarme la escasa repercusión crítica y mediática que ha padecido esta peli en los círculos cinéfilos. Y más teniendo en cuenta que tanto por metraje como por contexto histórico la peli de Sirk bien hubiera podido ser -con un poco más de pasta- una renombrada superproducción al más puro estilo Lean.

Lamentos al margen, “Tiempo de amar, tiempo de morir” cuenta con suficientes argumentos para reivindicar ese caché que nunca tuvo. Me gustaría destacar, por ejemplo, la honestidad y verosimilitud con la que Sirk nos relata esos veintiún días durante los cuales Ernst Graeber, el prota, disfruta de un merecido permiso militar en Westfalia. Veintiún días a partir de los cuales este cineasta teje una bella y conmovedora historia de amor bajo el fragor de las bombas. Quizás algo edulcorada en algunos momentos, de acuerdo, pero humana y real como la vida misma. Tan real que a Sirk no le tiembla el pulso a la hora de mostrarnos que ni todos los alemanes eran nazis ni todos los judíos, carneros degollados.

Y poco más. Tan sólo añadir que pelis como ésta constatan que si nunca hubo un rey del melodrama ése fue Sirk. Douglas Sirk.
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45 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Los enamorados
Penúltimo film de Douglas Sirk (Hamburgo 1900 – Lugano 1987). El guión, de Orin Jannings, adapta la novela “Zeit zum Leben, zeit zum Sterben (1954), del novelista alemán Erich Maria Remarque, pseudónimo de Erich Paul Remark (1898-1970), que estuvo casado (1958-1970) con Paulette Goddard. Se rueda en escenarios naturales del CCC-Atelier Spandau (Berlín) y de las proximidades de Berlín, y en estudio. Producido por Robert Arthur para Universal, se estrena el 9-VII-1958 (NYC).

La acción dramática tiene lugar a comienzos de la primavera de 1944, en el frente ruso de Alemania (sin mayores especificaciones) y en la pequeña localidad germana de Werden (Renania del Norte-Westfalia), durante algo más de un mes, con especial referencia a los 21 días de permiso del soldado Ernst Graeber (Gavin). Se reencuentra inesperadamente con Elizabeth (Pulver), hija única, de 20 años, del médico de cabecera de su familia, el Dr. Kause. En Werden, Ernst se relaciona con su antiguo condiscípulo Oscar Binding (David), son su antiguo maestro el profesor Polhmann (Remarque) y con los militares de la enfermería Hermann Boettcher (DeFore), Reuter (Wynn) y otros. Ernst tiene 24 años, lleva algo más de dos años sin visitar Werden y es honesto, sincero, susceptible y algo ingenuo. En el frente su mejor amigo es Immerman (Mahoney). Ella es de carácter fuerte, tiene gran sentido de la dignidad y del amor propio, trabaja en una planta de confección de capotes militares, se encuentra sola y vive preocupada por su padre, deportado a un campo de concentración y condenado a trabajos forzados por haber manifestado que pensaba que Alemania no podía ganar la guerra.

El film suma drama, romance y guerra (IIGM). Desarrolla una narración realista, que se apoya en el uso de contrastes y antítesis (amor/odio, muerte/primavera, horror/ternura...), en un estilo fluido y ligero, unos diálogos naturales (alejados de la farragosidad de la novela) y una portentosa visualidad. Crea una atmósfera trágica que con variación de matices informa todo el metraje. El espacio en el que tiene lugar la acción principal se presenta derruido por las bombas, convertido en un escenario de formas fantasmagóricas, distorsionadas y fragmentadas que lo transforman en un lugar de congoja y pesadilla.

El realizador incorpora a este paisaje numerosos signos de la muerte. Prácticamente toda la ciudad habla de muerte. Lo hace por medio de elementos anteriores a la guerra (caballo disecado), amenazas ciertas (Gestapo), personas ocultas en lugares inhóspitos, dibujos en las paredes del refugio (bombas que caen sobre personas indefensas), ceremonias fúnebres (comitiva de un entierro), sonido y efectos de los bombardeos (traje en llamas de una mujer), etc. La presencia singular de la muerte se convierte en un fenómeno masivo en la casa del comisario político del lugar, cuyas paredes muestran los bustos disecados de multitud de gamos, cornamentas de ciervos sacrificados y escopetas de caza.
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37 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
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