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Confidencias (1974)

Confidencias
120 min.
7,4
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Sinopsis
Un profesor norteamericano jubilado lleva una vida solitaria en su lujoso palacio de Roma. Tiene un enfrentamiento con una vulgar marquesa italiana y sus acompañantes: su amante, su hija y el novio de su hija, y se ve obligado a alquilarles el apartamento del ático del palacio. Su sosegada vida se verá entonces perturbada por las maquinaciones de sus inquilinos. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Homosexualidad
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
Gruppo di famiglia in un interno
Duración
120 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Italia-Francia;
Links
Premios
1975: Festival de Valladolid - Seminci: Espiga de Oro: Mejor película
1974: Premios David di Donatello: Mejor película (ex aequo) y mejor actor extr. (Lancaster)
1979: Japan Academy Awards: Mejor film de habla extranjera.
"Aunque el maestro ya había perdido parte de su destreza visual, aún logra crear imágenes tan bellas como turbadoras, y ahonda en sus personajes, amorales unos, torturados otros, husmeando en su prejuicios, ambiciones e intolerancias. También en la soledad del profesor (...) que recrea con abrumador talento un impagable Burt Lancaster"
[Diario El País]
9
RETRATOS DE SOLEDAD CON INQUILINOS AL FONDO
Sin duda hay frases que reflejan a la perfección la personalidad intelectual de un artista. Luchino Visconti era un especialista en narrativa profunda y convertía, con sombría lucidez, la literatura más barroca en intensas imágenes de fuerte impacto emocional. Así fue en su penúltimo trabajo cinematográfico, Gruppo di famiglia in un interno, A.K.A. Confidencias, de la que cito textualmente: (El Profesor): “Los cuervos vuelan en bandada; el águila vuela sola”; (Konrad): “Pero en La Biblia está escrito, ¡Ay del que esté solo!, porque cuando caiga no habrá nadie dispuesto a prestarle ayuda”. Con estas significativas palabras el maestro encerraba gran parte de su filosofía, de su arrollador universo y de su lúgubre corazón al descubierto. Visconti vendría a contarnos el mortuorio camino de un lobo solitario, El Profesor (genial Burt Lancaster), y su difícil coexistencia con unos peculiares inquilinos, los cuales habitan en el piso de arriba, y que vendrán a importunar su pacifica y erudita vida como coleccionista de arte.

Formidable retrato humano el de una película exquisita, con el habitual gusto decorativo de Visconti. Melodrama inteligente, holgadamente ambiguo e intimista que vuelca un esforzado y profundo estudio del hombre en su inevitable paso hacia la muerte, ese trágico destino que aquí bien podría estar disfrazado de vida, representado en unos extraños vecinos que rozando la locura acabarán por comulgar en un mismo deseo de comprensión y entendimiento. Con el apoyo de unos intérpretes colosales, el gran duque italiano rueda uno de esos monumentales cuadros de sentimientos en donde todo, absolutamente todo, parece cristalizar en completa armonía. El oficio del cineasta sobresale incluso en las condiciones menos favorables (estaba gravemente enfermo), procreando de forma cuasi natural una meticulosa mirada reflexiva entre dos vasos comunicantes estupendamente perfilados. La relación padre-hijo/maestro-alumno de Helmut Berger y Burt Lancaster nos conmueve, nos imanta, nos transforma en bastante más que simples espectadores, somos cómplices voyeurs de corta distancia, claros participantes de una maraña piramidal donde flotan recuerdos, secretos y confidencias.

Grupo di famiglia in un interno sería, en cierto modo, una película autobiográfica, que presagiaba la inminente desaparición del autor de Muerte en Venecia. Trabajo penetrante, con amplísimo carácter testimonial, de apurado empaque fantasmagórico, fiel a las bases de un arte solo atribuible al talento desbordado de uno de los mayores y más honestos representantes que el cine, por suerte, ha sabido y deberá seguir teniendo como parte integrante de una cultura artística universal, inexcusable y académicamente imprescindible.
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40 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Diálogos y paisajes desde el ventanal tórrido.
Para ver adecuadamente esta película es preciso tener algo de edad, y de vocación de quietud. Es preciso ser paciente y disfrutar de las soledades compartidas: la tuya con los personajes. No puedes ver esta película si a tu lado se encuentra alguien jugando a la pelota. Es preciso encontrarse concentrado. Como lo estaba Burt antes de que llegara la familia de la Mangano.
Y disfrutar de una paseo no sólo por las soledades sicilianas, sino además por los pasillos oscuros, por los retratos de familia que cuelgan de las paredes, y oír el cascabeleo del rebaño en las escenas campestres, y atravesar el olivar que me trae olores y recuerdos de mi tierra cuando soplan vientos de levante.
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20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
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