Trote (2018)

El director gallego Xacio Baño nos presenta su opera prima, un recorrido por las entrañas de la cultura rural gallega. El director solo había realizados una serie de cortometrajes. La película fue presenta en la sección Zabaltegi del Festival de cine de San Sebastián.

La historia nos sitúa en una aldea interior de Galicia en la que están empezando los preparativos para las fiestas, en la que se celebrará la Rapa das Bestas. Luis vuelve a la casa familiar a pasar unos días junto con su pareja, María. Su hermana Carme es la que continúa viviendo en la casa familiar al cuidado de su madre enferma y con su padre, con el que apenas tiene ninguna relación. Carme necesita marcharse de ese lugar opresivo, pero nunca de atreve a dar el paso definitivo.

La película es una mezcla entre documental y ficción, donde el director va uniendo las piezas del puzle, con una veracidad y una honestidad que reflejan muy bien todo el entorno. Consigue jugar con las formas y con los límites de lo real. Presenta un estilo narrativo donde los silencios y las miradas son la parte fundamental de la trama. Con la cámara en mano y con unos primeros planos nos mete de lleno en esta familia y en todos sus conflictos.

La verdad que no es una película para todo tipo de público, puede resultar muy pesada y ciertos espectadores no conectarán con ella, a mi me ocurrió todo lo contrario, entre en ella desde el principio y queda cautivado por la interpretación de María Vázquez. La cinta nos lleva a reflexionar sobre el legado y la transmisión de una sociedad patriarcal, donde a veces tomar decisiones sobre nuestra vida, cuesta mucho.

Lo mejor: El trabajo de todos los actores y sobre todo María Vázquez.
Lo peor: Lamentablemente pasará desapercibida.

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Desde luego es una película con un ritmo tan propio que dejará fuera de juego a la mayoría de los que intenten verla.
Para mi gusto abusa de los planos estáticos y su extrema duración, como de la larga exposición de muchas tomas.
La escasa información que recibimos, a mi entender es insuficiente.

Una cosa que está lograda es el ambiente opresivo, irrespirable en el cuál se relacionan los personajes.
La incomunicación como modo de vida y fermento educativo represor para una infelicidad permanente y un amargor vital carente de signos de ternura, comprensión, afecto.
Un rayo de luz en el averno es el trote del coraje de huir de ese páramo de silencios irreversibles, viciados de hiel.
La impresión de que en cualquier instante todo va a explotar por los aires, muy conseguida.

El patriarcado en toda su agria magnitud, unas tradiciones que son sagradas como el baile folclórico del mundo rural que refleja, en suma unos códigos cerrados y arcaicos que pesan como la cruz de cristo.
La fotografía es excelente como algunas localizaciones.

Destacar el trabajo de María Vázquez y de su hermano en la película, Diego Anido.
El montaje para mí deja mucho que desear y el ritmo expulsará de su visionado a numerosos curiosos que se aproximen a este nido de rencores, secretos, intimidades y caza de enigmas.

P.D
La única persona que se atrevió a escribir sobre esta ópera prima, hace una reseña excelente.