arrow

Cosmos (Serie de TV) (1980)

Cosmos (Serie de TV)
60 min.
8,8
13.347
Votar
Plugin no soportado
Añadir a listas
Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Serie de TV (1980). 13 episodios. Tras el enorme éxito mundial de su libro "Cosmos", el carismático astrónomo y divulgador científico norteamericano Carl Sagan (1934-1996) lleva sus teorías y explicaciones sobre el conocimiento del Universo a la pequeña pantalla en esta aclamada serie que intenta responder a las grandes preguntas del Cosmos y la vida. Entre los temas que se abordan en los diferentes capítulos están los orígenes de la vida, la búsqueda de vida en Marte, la composición de las estrellas y las galaxias, los viajes interestelares, los efectos de la velocidad de la luz, los peligros de la destrucción de la Tierra por la tecnología humana y la búsqueda de vida extraterrestre, entre otros muchos temas.

Capítulos:
1) En la orilla del océano cósmico (The Shores of the Cosmic Ocean)
2) Una voz en la fuga cósmica (One Voice in the Cosmic Fugue)
3) La armonía de los mundos (Harmony of the Worlds)
4) Cielo e infierno (Heaven and Hell)
5) Blues para un planeta rojo (Blues for a Red Planet)
6) Historia de viajeros (Travelers' Tales)
7) El espinazo de la noche (The Backbone of Night)
8) Viaje a través del espacio y tiempo (Journeys in Space and Time)
9) La vida de las estrellas (The Lives of the Stars)
10) El filo de la eternidad (The Edge of Forever)
11) La persistencia de la memoria (The Persistence of Memory)
12) Enciclopedia galáctica (Encyclopedia Galactica)
13) ¿Quién habla en nombre de la Tierra? (Who Speaks for Earth?) (FILMAFFINITY)
Género
Serie de TV Documental Naturaleza Documental científico
Dirección
Reparto
Documental
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Cosmos
Duración
60 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1980: 3 premios Emmy: Mejor programa informativo, trabajo técnico creativo. 2 nom.
10
¿Quién habla en nombre de La Tierra?
No es fácil describir el conjunto de emociones que me vienen a la mente al tratar de describir esta serie. La veía con mi padre cuando era niño, en cintas de VHS grabadas de la tele. Siempre que la veíamos, entraba en un extraño "tiempo paralelo", diferente a escuelas o explicaciones apresuradas de cualquier "mayor" con ínfulas de poseedor de la verdad.

Carl Sagan, este "hombre-niño" que a la vez de explicar las ideas más complejas sobre teorías de formación del universo en la vida, contagiaba una ilusión y entusiasmo extraordinarios. Su expresión gritaba que mirásemos a nuestro alrededor, que no inventáramos teorías fáciles y absurdas para conectarnos al cosmos (astrología, pseudociencias, y más veladamente, religiones en general) porque nada de ello lograba compararse siquiera a la maravillosa realidad que, dia a dia, el ser humano iba descubriendo y definiendo a su alrededor con el uso de la ciencia.

La serie no solo se conforma con explicarnos de forma extraordinariamente accesible teorías tan rotundas como la relatividad y la creación del universo. También abarcaba campos como la biología (creación de la vida y memoria genética), historia (biografías teatralizadas de grandes científicos) y la sociología. Ésta última casi siempre analizando la curiosa relación de amor-odio que la humanidad ha ido teniendo con la ciencia a lo largo de los siglos.

Muchos han querido copiar el éxito de la serie, y nadie lo ha conseguido. Yo personalmente tengo una explicación para ello: No ha habido nadie con la misma pasión por el conocimiento, y las mismas ganas de compartirlo con todo el mundo que Carl Sagan. Quizás con el tiempo, se repita la historia. Hasta entonces, siempre tendremos "Cosmos" con nosotros.
[Leer más +]
83 de 92 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Sólo hay un Cosmos y Carl Sagan es su profeta
Cosmos de Carl Sagan fue y es la mejor obra de divulgación científica de toda la Historia. No trata solamente de Astronomía o Astrofísica, de Historia o Biología, de Paleontología, Darwinismo, Filosofía, Psicología, Ética, Ecología, Política… sino que en esencia es un relato atractivo y emocionado sobre el desarrollo del mayor y más elevado logro de la espiritualidad humana: EL PENSAMIENTO RACIONAL Y CIENTÍFICO, el que nos ha permitido desvelar misterios del microcosmos y del macrocosmos, atisbar la verdadera naturaleza de la evolución del Universo y de la Vida, así como la propia belleza y coherencia de la Ciencia como único conocimiento expansivo, ilimitado, esperanzador y realmente universal de la humanidad…

Ciertamente Carl Sagan defendía en Cosmos, con valentía y pasión -desde unos Estados Unidos tan dominados por el integrismo religioso y la corrección política devota- la validez infinitamente superior del pensamiento racional, científico, materialista, evolucionista… nacido en las antiguas poleis griegas de la Antigüedad; sí, defendía ilusionado esa acertada comprensión de la Naturaleza que, con mucha dificultad, volvió a arraigar durante nuestros últimos cuatro siglos, los de las Edades Moderna (destacando a los “héroes” del siglo XVII) y Contemporánea… esa acertada y emocionante comprensión del Universo y del Hombre que ha conseguido arrinconar -entre las personas mínimamente ilustradas- al pensamiento irracional, mítico, primario, sumiso, iletrado, ingenuo y falso del oscurantismo religioso, del dogmatismo clerical, de las espiritualidades de mercadillo y de las magias (astrológicas, ufológicas, espiritistas, milagreras…) de difusión mayoritaria.

Tanto para los adolescentes moderadamente lúcidos que ya nos habíamos desprendido de las supersticiones (bíblicas, magufas o pseudocientíficas), como para los jóvenes que a pesar de su inquieta inteligencia aún no habían encontrado las claves para hacerlo, Cosmos fue -desde principios de los años ochenta- esa obra reveladora con la que reforzar nuestra comprensión de la grandeza del método científico, el placer electrizante de la exploración y el descubrimiento, la belleza sobrecogedora y terrible del Universo, el enorme valor de la conciencia humana fruto de la evolución natural, la espiritualidad panteísta -y contradictoriamente “atea”- basada en una profunda conexión cósmica, la imposibilidad de los dualismos sobrenaturales y creacionistas… así como fue esa obra reveladora de la otra cara siniestra de la cultura humana: el penoso historial de la reacción oscurantista, por parte de los dogmáticos fundamentalistas a lo largo de los siglos, con su fanática demolición y su acoso permanente al librepensamiento racional…

Carl Sagan nos mostraba emocionado que somos pequeñas partes conscientes del Universo, sí, diminutas y fugaces criaturas surgidas en la eterna evolución cósmica (formadas a partir de los átomos y moléculas creados en los pavorosos hornos nucleares de las estrellas y dispersados por las galaxias en inconcebibles cataclismos estelares), fugaces criaturas con la apasionante virtud de ser ínfimas porciones conscientes de un Cosmos ilimitado e increado, a través de cuya curiosidad el Universo comenzaba a hacerse preguntas sobre Sí Mismo…

Y evidentemente estas revelaciones tenían una dimensión profundamente “mística”, “espiritual”, “trascendente”, “religiosa”, “panteísta”… y al mismo tiempo “atea”, aunque Carl Sagan no llegara a explicitarlo con claridad ni se preocupara de imprimir en su obra divulgativa un tono de mayor rigor filosófico y teológico (como si no hubiera comprendido del todo que él mismo era decididamente “espinozista”): pero si como él afirmaba el Cosmos es la única totalidad increada y eterna que siempre había existido, que existe y que existirá; si era imposible el dualismo Creador/Creación y el “juego de dados” sobrenaturalista de una divinidad providente; si el Cosmos en perpetua evolución era el único creador de todo lo existente y de su propia conciencia (nosotros); entonces el Cosmos era el “Dios” de Spinoza (Dios es la Naturaleza), ese “Dios” que afirmaba con rotundidad lógica y geométrica la imposibilidad de la arbitrariedad sobrenatural y de cualquiera de los dioses de las religiones.

Y sin que yo pretenda menoscabar la valía y excelencia del pensamiento de Carl Sagan ni de Cosmos (como libro o como serie de televisión) unos pequeños puntos débiles de su filosofía fueron, por un lado, que no comprendiera del todo que los enemigos históricos de la Ciencia no eran los “místicos”, sino los dogmáticos; o, por otro, el hecho de que él mismo se declarara prudentemente “agnóstico” (esa tipología de “ateísmo acicalado” o de "ateísmo vergonzante") cuando él sabía perfectamente que en su filosofía no cabía ni una pizca de duda agnóstica, ya que dudar de la existencia de “Dios” (el Cosmos) sería tanto como dudar de la propia existencia de "TODO LO QUE ES TODO LO QUE FUE O LO QUE SERÁ ALGUNA VEZ" . El propio Sagan era un profeta panteísta, un ateo místico, un filósofo monista... que buscaba emocionado (y así lo mostraba su sonrisa extática viajando por el espacio y el tiempo) la conexión cósmica con el único “Dios” verdadero...
[Leer más +]
60 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más información sobre Cosmos (Serie de TV)
Fichas más visitadas