Trailer (INGLÉS)
Ver 3 más- Sinopsis
- Guerras napoleónicas, año 1805. Bonaparte domina Europa. Inglaterra consigue resistir porque es la primera potencia naval del mundo. Precisamente por eso los mares se convierten en un crucial y estratégico campo de batalla. En el Atlántico, el Surprise, un navío inglés capitaneado por Jack Aubrey (Crowe), es atacado por sorpresa por un buque de guerra francés. A pesar de los graves daños sufridos por la nave, Aubrey decide navegar a través de dos mares para interceptar y capturar al enemigo. Se trata de una misión que puede determinar el destino de toda una nación. (FILMAFFINITY)
- Género
- Aventuras Acción Siglo XIX Aventuras marinas Guerras Napoleónicas Capa y espada Cine épico
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 2003 / Estados Unidos
- Título original:
- Master and Commander: The Far Side of the World
- Duración
- 137 min.
- Guion
- Música
Premios
2003: 2 premios Oscar: Fotografía, efectos sonoros. 10 nom., incluyendo película.
2003: 4 premios BAFTA: Mejor director, diseño produc., vestuario y sonido. 8 nom.
2003: Globo de Oro: 3 nominaciones a Mejor drama, director (Weir), actor (Crowe)
2003: Premios David di Donatello: Nominada a mejor film extranjero
2003: American Film Institute (AFI): Top 10 - Mejores películas del año
"Una gran película, mírese por babor o por estribor"
Lluís Bonet Mojica
[Diario La Vanguardia]
13
13
Positiva
0
Neutra
0
Negativa
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Diez razones para enrolarse a bordo de la Surprise
16 de octubre de 2010
1- Las batallas a mar abierto, impresionantes. Probablemente las mejores que se hayan visto nunca en el cine.
2- La amistad entre los protagonistas principales y la contraposición entre Aubrey- la masculinidad, la épica, los valores de toda la vida- y Maturin - el progreso, la ciencia, la voz de la razón.
3- La creíble y realista plasmación de la vida en un barco a principios del XIX y el documentado lenguaje náutico que se utiliza.
4- La dirección de Peter Weir: ni un solo plano fuera de su sitio.
5- La música, tanto el score original como las piezas clásicas que se incluyen.
6- La aventura en sí misma. El conocimiento de que, al final, la aventura concluye pero deja suficiente vía para intuir que ninguna aventura termina del todo.
7- Que no metan con calzador a una ágil alfereza trepando por los trinquetes hasta la cofa todo al servicio de Su Graciosa Majestad y de la corrección política.
8- Que los diálogos se ajusten al contexto, nada de anacronismos horteras ni ideas del siglo XXI metidas con calzador. Los personajes piensan y hablan como personajes del siglo XIX.
9- El casting, desde Russell Crowe en su salsa haciendo de Aubrey hasta el último marinero desdentado de la tripulación, todos muy auténticos y muy en su papel.
10- El mar, la mar: sólo la mar. Y esa extraña especie de pájaro sin alas que "estará allí cuando volvamos".
2- La amistad entre los protagonistas principales y la contraposición entre Aubrey- la masculinidad, la épica, los valores de toda la vida- y Maturin - el progreso, la ciencia, la voz de la razón.
3- La creíble y realista plasmación de la vida en un barco a principios del XIX y el documentado lenguaje náutico que se utiliza.
4- La dirección de Peter Weir: ni un solo plano fuera de su sitio.
5- La música, tanto el score original como las piezas clásicas que se incluyen.
6- La aventura en sí misma. El conocimiento de que, al final, la aventura concluye pero deja suficiente vía para intuir que ninguna aventura termina del todo.
7- Que no metan con calzador a una ágil alfereza trepando por los trinquetes hasta la cofa todo al servicio de Su Graciosa Majestad y de la corrección política.
8- Que los diálogos se ajusten al contexto, nada de anacronismos horteras ni ideas del siglo XXI metidas con calzador. Los personajes piensan y hablan como personajes del siglo XIX.
9- El casting, desde Russell Crowe en su salsa haciendo de Aubrey hasta el último marinero desdentado de la tripulación, todos muy auténticos y muy en su papel.
10- El mar, la mar: sólo la mar. Y esa extraña especie de pájaro sin alas que "estará allí cuando volvamos".
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"Errare humanum est" (de cómo no fui a ver “Master & Commander” al cine)
23 de agosto de 2005
Me he arrepentido muchas veces de entrar en el cine a ver una película, pero sólo dos de no haberlo hecho, y ésta es una de ellas. El trailer era bastante soso y, he de reconocer que el protagonismo de Russell Crowe acabó de decidirme por no ir a verla. Mis amigos hablaban maravillas del film, pero yo seguí en mis trece, de modo que la película salió de cartelera (con más pena que gloria, por cierto) y yo me olvidé de ella hasta que, a principios de este año, un amigo me la prestó en DVD. El hastío de una noche insomne de invierno me forzó a poner algo para pasar las horas y, bastante poco convencido decidí visionar la adaptación de las novelas de Patrick O’Brian. En dos días ya la había visto dos veces, y en mi humilde opinión, pasó de película maldita a obra maestra. El éxito de la película no se basa en efectos espectaculares o batallas épicas, sino en la relación existente entre todos y cada uno de los integrantes de la tripulación, incluyendo la “Surprise”, que se erige como uno de los protagonistas de la historia. La amistad entre Aubrey y Maturin, el respeto/resquemor de los marinos hacia los oficiales, la unión de la tripulación ante la batalla, son las pinceladas que hacen que la obra sea única en su género. La factura técnica es impecable se mire por donde se mire: fotografía, sonido, producción, reparto, iluminación, efectos especiales, etc, siendo lo más destacable lo bien que engarzan todos estos aspectos unos con otros.
Algunos esgrimen en su contra el excesivo metraje de la cinta. Yo lo único que sé es que cuando Aubrey y Maturin tocan a dúo el fragmento final de Boccherini sólo deseo que la “Surprise” alcance a la “Acheron” y la historia continúe, al menos media hora más. Lo peor es que creo que nunca sabré cómo sonaban los cañonazos de la “Acheron” en una sala de cine.
Algunos esgrimen en su contra el excesivo metraje de la cinta. Yo lo único que sé es que cuando Aubrey y Maturin tocan a dúo el fragmento final de Boccherini sólo deseo que la “Surprise” alcance a la “Acheron” y la historia continúe, al menos media hora más. Lo peor es que creo que nunca sabré cómo sonaban los cañonazos de la “Acheron” en una sala de cine.
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