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Gangs of Wasseypur. Parte 2 (2012)

Gangs of Wasseypur. Parte 2
158 min.
6,7
500
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Sinopsis
Shahid Khan y Sultana Daku son dos asaltadores de trenes rivales. Cuando Shahid se convierte en un renegado, se ve obligado a trabajar en la mina propiedad de Ramadhir Singh. Años después, su hijo Sardar querrá restaurar el honor de su padre, iniciando una venganza contra el clan Daku que lo convertirá en uno de los hombres más temidos en la India. (FILMAFFINITY)
Género
Acción Cine negro Thriller Drama Crimen Mafia Familia Venganza Años 90 Secuela
Dirección
Reparto
Año / País:
/ India India
Título original:
Gangs of Wasseypur II
Duración
158 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
9
Peliculón sin paliativos
Al igual que sucedió en la primera parte, el inicio de esta segunda entrega es vertiginoso. Arranca con la escena final de la primera parte, para ponernos en situación. A mi no me hizo falta porque ví la primera parte el día anterior. A partir de ahí, una constante descarga de adrenalina audiovisual que hace que te claves a la butaca y te dejes caer hacia abajo por si acaso se escapa un tiro.

Si la primera parte de “Gangs of Wasseypur” es buena, la segunda es gloriosa. Excepcional trabajo de Anurag Kashyap, que no tiene ningún problema en permitir que se le note a la legua que bebe de Scorsese, de Tarantino, de Peckinpah, no solo no se molesta en disimularlo sino que diría que se esfuerza en que se note. Y me parece muy bien. A los fans de esos directores, esta película les sabrá a gloria, como me ha sabido a mi.

No se si la idea inicial de este proyecto era hacer una película con dos partes, o esto surgió después del montaje, al ver que les había quedado una historia de más de cinco horas. Sea como fuere, una vez vistas, creo que ha sido un gran acierto. Condensar toda esta historia en una sola película de dos horas habría sido imposible, resultaría una chapuza impresentable. Y claro, hacer una única película de cinco horas, por muy buena que fuera es inviable. Por tanto, dejarla en dos es perfecta. Porque salen dos peliculones, y, si como yo, las ves seguidas o con poco tiempo de diferencia, lo que se te queda en la mente es una única película, una obra global y maravillosa, pero la has vivido dos veces, con lo que la experiencia es doblemente gratificante.

En esta segunda parte, el protagonista indiscutible es Faizal Khan. Al igual que sucede con Michael Corleone en “El padrino”, Faizal en principio parece el hijo menos interesado en los negocios y las venganzas familiares. Parece pusilánime y pasota. Pero termina haciéndose el jefe de la familia y siendo mucho más temible de lo que nadie se podía imaginar. Al igual que el pequeño de los Corleone, Faizal también tiene que imponer su ley en dos territorios, el interno y el externo. Hacerse respetar con los enemigos de su familia, e imponerse del mismo modo en su propia casa, atajando los brotes de envidia y ambición que inevitablemente surgen dentro de su propia familia.

En este punto, hay que alabar sin reservas la labor de Nawazuddin Siddiqui, el actor que da vida a Faizal con una impecable interpretación. A decir verdad, todos están bien, pero indiscutiblemente su contribución a la grandeza de la película es enorme.

Como pasaba en la primera parte, la película no son sólo tiros y sangre. Kashyap retrata a la sociedad hindú con mimo y precisión, e introduce elementos melodramáticos en la película, historias de amor, canciones, humor, etc. Lo que pasa es que el ritmo trepidante y las escenas de acción pueden con todo. Son tan impactantes las secuencias de vendetta, persecuciones, tiroteos y asesinatos en general, que pueden con todo. Al final, son estas escenas lo que se te queda dentro, por lo que el resto de elementos de la película terminan pesando mucho menos.

En esta segunda parte creo que hay más canciones que en la primera, supongo que el cine hindú sin canciones debe ser algo inadmisible. Pero de todos modos, tampoco son muchas, y se hacen muy llevaderas. Incluso diría que están bien, y desde luego nunca son gratuitas, siempre vienen al caso, cantan en un funeral o en una boda, cosas así. Totalmente asumible.

La maestría con que Kashyap plasma esta historia en la pantalla me ha impresionado. El ritmo perfecto, el trabajo de dirección extraordinario, y la manera en que lidia con las escenas más violentas es espectacular. Es en estas escenas donde Kashyap da el do de pecho. Disparos a quemarropa, decapitaciones, bombas, cuchilladas, pero por encima de todo las secuencias de los tiroteos son sublimes. La grandilocuente escena del asalto a la casa de los Kahn puede ser una de las mejores de este tipo que he visto en mi vida. Su realismo y su dantesco desarrollo quedarán en mi recuerdo formando parte de esas secuencias cinematográficas que forman parte de la historia de cada uno.

Hay escenas que dejan caer gotas de humor, o que a mí por lo menos me hicieron sonreir, como los nombres de los hermanos pequeños de Faizal, el atentado chapuza a Sultán en el mercado de frutas, descarado guiño a “El padrino”, o la conversación en la que ninguno de la familia sabe el porqué del nombre de Definite, ni si es su verdadero nombre o no; y, por encima de todas, la escena de la persecución de uno a otro en sendas motos, y ambas paran a echar gasolina en la misma gasolinera y luego siguen la persecución….

A estas alturas, seguro que todos ya sabéis que la película me ha gustado mucho, pero por si acaso, lo ratifico. Juntando las dos partes son más de cinco horas de cine con mayúsculas. Película ambiciosa, estimulante, inolvidable. Combina brillantemente el estilo y los ritos clásicos de la India con las maneras del cine occidental de toda la vida. Reinventando el cine de gansters, poderosa y exquisita a la vez, “Gangs of Wasseypur” ya es un clásico. Al menos, para mí.

Crítica completa en http://keizzine.wordpress.com/2014/05/04/gangs-of-wasseypur-parte-2/
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11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Kill Ramadhir Singh, Volumen II
Si es cierto que el tamaño del pene varía según el país en el que nos encontremos, no menos debe serlo el que las dimensiones de la vejiga también deben oscilar dependiendo de la las latitudes que rondemos. Es importante, sobre todo si tenemos en cuenta que éste último factor se ha erigido, desde tiempos inmemoriales, en uno de los barómetros fílmicos más precisos a la hora de medir la aceptación del producto por parte de la audiencia. Famosa es la anécdota, por poner sólo un ejemplo, de la complicadísima gestación de la a la postre legendaria 'Bonnie & Clyde', que tuvo en la resistencia urinaria de Jack Warner a uno de los incontables obstáculos que tuvo que superar. Cuentan que durante el pase privado que el equipo de la película montó en la mansión del productor, el pobre hombre tuvo que levantarse en tres ocasiones para vaciar a conciencia el depósito, y claro, esto era totalmente inadmisible para sus estándares.

Cuando un director (llamémosle, por ejemplo, Anurag Kashyap) termina de rodar una película y, después de finiquitar la posproducción, descubre que el metraje de su nueva criatura supera las cinco horas, más le vale rezar para encontrarse en la nación que ostente el récord mundial del tamaño medio de la vejiga... porque va a tenerlo crudo a la hora de colar el trabajo de marras en el circuito de salas comerciales. La otra vía de salvación que se le presenta al sufrido cineasta es la de estar en un país que entienda el ir a una sala de cine como el americano medio entiende el ir a ver un partido de baloncesto o, mejor aún, de baseball. Al estadio se va a pasar la tarde entera... y a ser posible, buena parte de la noche. No importan las interrupciones a las que se someta el juego, lo importante es relajarse y olvidarse, durante las horas que haga falta, de los problemas que día a día amargan nuestra existencia.

En la India, la experiencia cinematográfica se vive de un modo distinto al del resto del mundo conocido, lo cual debería tenerse también como uno de los motivos que puede ayudar a entender la -casi insalvable- divergencia que este territorio marca en el mapamundi del celuloide. Allí, ir al cine es, aparte de una congregación de -auténticas- masas, una excusa, tan buena como cualquier otra, para que las manecillas del reloj circulen con más velocidad. Niños correteando por los pasillos de la sala, gente hablando por el teléfono móvil, grupos improvisados en los que se comenta el partido de cricket del día anterior... y por supuesto, muchas excursiones a los lavabos. Mientras, la película sigue proyectándose. El que 'Gangs of Wasseypur' dure exactamente 320 minutos (esto es, cinco horas y veinte minutos), no supone pues un excesivo inconveniente en su país de origen... el problema (o no), es que éste, a diferencia de sus incontables familiares, es un filme con claro potencial exportador.

Porque, ante todo, lo nuevo de Anurag Kashyap es gran cine, sin importar demasiado las consideraciones geográficas y/o de género que puedan plantearse a la hora de entrar en su análisis. Entonces, ¿cómo demonios presentarlo en el resto del mundo? Elemental, con la fórmula Tarantino. Afortunadamente, la división en dos volúmenes a la que en se ha visto obligada 'Gangs of Wasseypur' con tal de entrar en determinados mercados no se antoja excesivamente forzada. Es más, hasta ayuda a apreciar con más claridad las virtudes de tan colosal propuesta. Y es que cuando los participantes en esa macabra carrera del ojo por ojo ponen la velocidad de crucero, se da uno de los grandes clímax dramáticos de la trama. Habemus terremoto... y lo que ahí no va más allá de una de las varias ''Intermissions'', aquí es aprovechado para servir la transición de una a otra película. En otras palabras, pasamos (por tercera vez) de una generación de criminales a otra, marcada ésta última, eso sí, por las -sangrientas- rencillas empezadas por sus ancestros.

Con la llegada de los jóvenes (y de la pertinente y progresiva aproximación Histórica al que es nuestro presente), Kashyap pone una marcha más y pisa a fondo el pedal del gas para que el bólido sobre el que va montado no pueda ser frenado de ninguna de las maneras. Sin perder nunca la compostura ni el mimo de cara a la construcción de unos personajes (que al mismo tiempo propiciará un vertiginoso proceso de deconstrucción de la complejísima y terrorífica realidad en la que viven), logra que 'Gangs of Wasseypur. Parte II' se sitúe, en prácticamente todos los aspectos, uno (o dos) peldaños por encima de su pseudo-antecesora. Sin miedo al desenfreno ni a unos estallidos de violencia todavía más contundentes, Kashyap ata todos los cabos y lleva también más allá un estilo, más enamorado si cabe de sus propios -y excelentes- arrebatos videocliperos (que de paso le acercan a otro referente ineludible: la obra magna de Fernando Merielles y Kátia Lund, 'Ciudad de Dios'), consiguiendo así que todo carbure a un nivel y a un ritmo que rozan ambos la perfección. Con división impuesta o sin ella, esta segunda entrega se aplica a rajatabla la regla fundamental del ''más-y-mejor'', enorgulleciéndose de su carácter indio (y en ningún caso ocultando). Sin excusas ni prejuicios que valgan, poco importa el tamaño de la vejiga... sino el de los testículos Anurag Kashyap, quien sobrevive al abrumador peso de su propia ambición, y que de paso pone, en el lugar donde menos la esperábamos, una parada imprescindible en el recorrido por este cine experto en hacer de los estallidos estrictamente regionales, algo universal.
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