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A años luz (1981)

A años luz
107 min.
6,4
359
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Teaser (FRANCÉS)
Sinopsis
En el futuro año 2000, Jonas (Mick Ford), un inteligente joven errante, conoce a Yoshka (Trevor Howard), un excéntrico anciano. Cuando intiman, éste le cuenta que, inspirándose en el vuelo natural de los pájaros, ha creado en su garaje una máquina que permitirá volar al hombre. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Fantástico Amistad Vida rural
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Suiza Suiza
Título original:
Les années lumière
Duración
107 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Suiza-Francia;
Premios
1981: Festival de Cannes: Gran Premio del Jurado
9
Howard o la imposibilidad de materializar los sueños
El director suizo Alain Tanner dicta en 'A años luz' un relato de contenida emotividad, a partir de una novela de Daniel Odier.
Contando con la participación de un fuera de serie como Trevor Howard, Tanner indaga en las inquietudes del ser humano, en los anhelos, en los sueños, como motivaciones consustanciales al hecho de vivir.
Mick Ford se distingue aquí como el joven aprendiz que entra a formar parte de un mundo de una acentuada mística, allí donde el lirismo del lenguaje cinematográfico alcanza su máxima expresión. Howard acoge a Ford en su antiguo garaje a modo de discípulo, como testigo presencial de un hito: el vuelo del hombre, como metáfora de la huida de los convencionalismos.
Nos encontramos ante la transcripción de la fantasía en el individuo con el utópico cuestionamiento de las normas gravitatorias; sin ningún tipo de envoltorio, Tanner ofrece una visión descarnada de la facción pesimista de la realidad, aquella que habla de la imposibilidad de materializar los sueños. Y es que el personaje de Howard trasciende del código cinematográfico para ejercer su influencia en lo cotidiano, como compendio de aquello que, quizá de manera infructuosa, ambiciona el ser humano.
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12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Lirismo iniciático
Interesante drama con toques fantásticos del suizo Alain Tanner, quien se vale en esta ocasión de un siempre magnífico Trevor Howard.

“A años luz” es todo un compendio de simbología que, adaptada al lenguaje cinematográfico, es expresada con gran lirismo y habilidad. Es la historia de un joven y un viejo, del discípulo y del maestro, y es por tanto un verdadero viaje de iniciación a los misterios de la condición humana. Su leit motiv es la huida de los convencionalismos.

Jasón (Mick Ford) lo deja todo para buscar el conocimiento, el misterio que encierra Yoshka (Trevor Howard) en el almacén de un desguace abandonado. Tendrá que pasar por todas las pruebas que Yoshka le impone, todas las cuales deudoras de un fin último aunque por sí mismas no tengan ningún sentido. Esto hace que Jasón se desespere en muchas ocasiones, dude de seguir andando ese camino, pero siempre obtiene alguna recompensa. Sólo así, Jasón logrará llegar a abrir las puertas del almacén, donde Yoshka esconde su más preciado sueño.

Las claras alusiones y referencias a los estados de ánimo, pruebas y trabajos por los que cualquier persona se decide a seguir un camino para llegar a un conocimiento, o descubrimiento personal, son tratadas con gran lirismo por Tanner. El viaje que Jasón-discípulo decide emprender es una decisión ya meditada de antemano, pues su vida no era suficientemente satisfactoria, y la posibilidad del cambio que Yoshka-maestro le ofrece es muy fuerte.

Las dos grandes interpretaciones de Ford y de Howard confieren al filme un grado de interés insospechado, a pesar de que su ritmo pausado y sosegado lo haga algo monótono en ciertas partes. El efecto final es altamente satisfactorio, dejando una sensación de haber visto una obra notable.

Muy recomendable.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
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