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Race 3 (2018)

Trailer (VO)
Sinopsis
Una familia vengativa y despiadada vive al margen de la ley con negocios dentro del mundo criminal. Cuando se presenta la oportunidad de robar un disco duro que se encuentra custodiado en un banco de Camboya y que contiene vídeos comprometidos de importantes políticos no se lo piensan dos veces. (FILMAFFINITY)
Género
Thriller Acción Musical Secuela Crimen
Dirección
Reparto
Año / País:
/ India India
Título original:
Race 3
Duración
160 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
6
THE FAST AND THE BOLLYWOOD
No he visto los dos 'Race' anteriores a 'Race 3', ni puñetera falta que hace. Al fin y al cabo, Salman Kahn es un género en sí mismo, y pasármelo en grande con 'Race 3' (2018, Remo D'Souza) sin conocer absolutamente de nada este 'Fast & Furious' en versión hindú me parece tan factible como ponerte a ver al azar cualquier entrega de su homóloga estadounidense sin saber de qué van las otras siete. Solamente hay que cambiar el reggaeton por los bailoteos techno-hindúes (mucho más pegadizos, dónde va a parar), aumentar todavía más la hiperbolización garrula de la masculinidad -al lado de Salman Kahn, The Rock y Vin Diesel son como Leticia Dolera y Lucía Etxebarría-, y mantener intactas las máximas creativas de Salman Kahn Films -qué forma tan sutil de bautizar a su productora, por cierto-, que consisten en dejar que su rutilante estrella siga siendo alérgico a terminar una pelea con la camiseta puesta, prescindir de las secuencias con más de 3 líneas de diálogo, y ante todo, dejar que Salman haga lo que le dé la real gana. Para eso es él quien paga.
Salman Kahn es como Dominic Toretto, y comparte su misma jerga rancia de 'familia unida ante el peligro' camuflada bajo la fachada de un macarra de discoteca. Salman Kahn es un amante de los deportes extremos, como el Agente XXX, pero molando todavía más que él, y con un pedazo de tupé que ya quisiera gastarse Xander Cage. Pero sobre todo, Salman es 007, porque a Salman también le gusta acometer las fantasmadas más imposibles y delirantes sin desprenderse del esmoquin, y sólo necesita cruzar la mirada dos segundos para que todas las macizas se derritan a su paso. De mayor quiero ser Salman Kahn, o mejor aún, me conformo con que en Europa exista algún día un cine de acción tan hortera, desprejuiciado y absurdo como el que se fabrica en la India.
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