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El amor que tú me diste (1948)

El amor que tú me diste
99 min.
6,7
94
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Sinopsis
Steven Fitzgerald es un periodista neoyorquino que, durante un viaje a Irlanda, se cruza con un duende y con una bella joven. Cuando regresa a su ciudad, inexplicablemente, vuelve a encontrárselos. (FILMAFFINITY)
Género
Romance Comedia Fantástico
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Luck of the Irish
Duración
99 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1948: Nominada al Oscar: Mejor actor secundario (Cecil Kellaway)
10
El doblón de oro español
Película de tesis en clave de comedia fantástica que nos enseña cómo la verdadera felicidad no se encuentra exclusivamente en las cosas materiales de este vida (el poder, el dinero, las influencias), sino que podemos encontrarla, y en mucha mayor cantidad, en pequeñas cosas que tantas veces nos pasan inadvertidas (el calor de la amistad de un buen amigo, o el amor desinteresado de una sencilla mujer). Al protagonista de este cuento-fabula le pasaron también inadvertidas y sólo el tesón de un duende agradecido hará brotar lo mejor y más noble de su corazón, haciéndole ver la siguiente paradoja: que la vida de esplendor y dinero a la que aspiraba no valía más que una sucia piedrecita, y que la verdadera riqueza, tan brillante como el oro de un doblón español que le regaló éste a nuestro protagonista, está en un humilde rincón escondido de Irlanda, donde todo es posible, incluso los duendes.
La película es, en definitiva, un delicioso cuento fantástico lleno de humor, ironía y hondos sentimientos. Si a esto sumamos una banda sonora inspiradísima y unas interpretaciones memorables, el resultado es redondo. Tyrone Power, una vez más, personifica a un personaje ambivalente, turbio y noble a un tiempo, al que dota de una espontaneidad, naturalidad y riqueza de matices sólo al alcance de los más grandes y él lo era. Ann Baxer, exquisita, expresiva y sensacional antagonista; y unos secundarios de la talla de Lee J. Cobb o Cecil Kellaway hacen el resto. En suma, hora y media de puro placer.
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Todos tenemos un ángel a nuestro lado… lo creas o no lo creas
En una de aquellas salidas que suelo hacer con mi familia a diferentes pueblos, estuvimos alguna vez en San Antonio de Prado durante las fiestas decembrinas. Aquella tarde, había un programa de música religiosa en el atrio de la iglesia por el que mi pequeño hijo y yo nos sentimos atraídos. Dejamos al resto de la familia en una cafetería y fuimos a ver parte de aquel concierto. Buscando tener un ángulo desde donde pudiéramos ver a los artistas, nos tocó pararnos en medio de una calle por la que, supuse, no había tráfico alguno. Ubiqué al niño delante de mí, puse mis manos sobre su pecho y nos dispusimos a escuchar con sumo interés. Pasados cerca de 20 minutos, una motocicleta irrumpió repentinamente dejándose venir a toda velocidad sobre nosotros. En ese preciso instante, sentí que alguien me tomó del cuello de la camisa y me tiró hacia atrás al tiempo que yo arrastraba al niño. La moto nos pasó rozando. Sin poder salir del susto, me di vuelta para darle las gracias a quien nos había salvado… y no había nadie, absolutamente nadie, detrás nuestro ni a los costados. Puede usted interpretarlo como a bien tenga, pero yo estoy seguro que aquella vez, como en otras ocasiones, han sucedido cosas que están más allá de lo que vemos con nuestros ojos. Y sé que hay innumerables personas, que se han sentido alguna vez en su vida, “inexplicablemente” protegidas.

¡Qué curioso! Al catalogar “EL AMOR QUE TÚ ME DISTE”, no puede decirse “no es nada del otro mundo”, porque sí tiene mucho del otro mundo, del amor que nos protege y del poder espiritual. Y tampoco puede clasificarse como cine de fantasía porque, lo que sucede, es de lo más real que ocurre con frecuencia en el mundo. Los que no ven es porque no quieren ver, les basta consigo mismos para sentirse infelices.

Stephen Fitzgerald (Tyrone Power), es un escritor que, de viaje por la bella Irlanda en compañía de un amigo, descubre en el campo a un singular “duende” que lo guía, le hace experimentar el paraíso, y luego lo tienta para probar su carácter. A su regreso a New York, un hombre “muy parecido” a este duende, llega a casa de Fitz “recomendado por empleos Acme”, y con las triquiñuelas necesarias consigue ganarse el puesto de sirviente. Y con la llegada de la dulce Nora, comienza entonces una encantadora historia de amor que tiene la venia del cielo, y otra que el “duendecillo” no ve con buenos ojos y entonces se las ingeniará para despertar la conciencia del buen Stephen, quien está a punto de ser víctima de la ambición y de otras salidas que traicionarán su carácter.

En algún momento, aquel “duende” -maravillosamente representado por Cecil Kellaway, quien se merecía un Oscar, pero solo lo nominaron- le dice a su protegido: “Yo te ofrecí oro, no es culpa mía si has preferido tener una piedrita”. Piedras –materia- es lo que elegimos cada día. Tardaremos todavía en saber que, el verdadero oro, es la causa del espíritu.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
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