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Nueva York bajo el terror de los zombies (1979)

Nueva York bajo el terror de los zombies
91 min.
5,4
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Sinopsis
A Nueva York llega un barco sin rumbo, cuando llega la policía descubren que en el interior del barco se alberga un zombie. A partir de ese momento la hija del dueño del barco, con la ayuda de un periodista, buscará a su padre que se encuentra en una isla plagada de zombies sedientos de carne... (FILMAFFINITY)
Género
Terror Zombis Gore Vudú Película de culto
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
Zombi 2
Duración
91 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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6
Nueva York bajo el terror de los zombi
Si digo que Zombi 2 (o Zombi Flesh Eaters, como la vi yo) es una de las películas más comerciales de Lucio Fulci muchos inmediatemente pensarán que también es una de las peores. Craso error. Esta secuela apócrifa del Dawn of the Dead de Romero es también una de las obras clave del italiano: porque lo inicia en el fantástico/gore propiamente dicho y porque supone el primer contacto con los zombis con que muchos relacionan su nombre. Es cine de explotación puro y duro, una italianada de la época a la que el autor de Aenigma supo imprimir un sello personal e incluso transgresor que la diferenció del grueso de impersonales exploits zombies que se hicieron en aquellos años.

El debate todavía sigue vigente: ¿Fulci era un visionario o un inepto con mucha potra? ¿Sus raros y radicales hallazgos estéticos son producto de un profundo conocimiento del medio o de la ignorancia más absoluta? No lo sé, el caso es que su feísmo expresivo tiene algo de revulsivo (y de repulsivo, por supuesto) que, sea consecuencia del azar o de una opción estética voluntaria y buscada, resulta tan personal como acertado. Esto se ve mejor en otras de sus obras mayores (El más allá, etc.), pero en Zombi 2 también está presente: hablo del inquietante vértigo terrorífico que nos inyecta el prólogo en plena vena, de la delirante pelea con el tiburón, de la putrefacción captada con extremo y alucinado detalle, etc.

Fulci pone a prueba nuestra mirada y se pone a prueba a sí mismo como creador de imágenes imposibles, probablemente de forma inconsciente e involuntaria. En su chapucero acabado formal rubrica unos muertos vivientes (blanquecinos, putrefactos... lo más muertos de todos los muertos vivientes) que convierte en marca de la casa, mientras el guión avanza con torpeza entre carnes y arquetipos (McCulloch repetiría en Holocausto Zombi: se ve que le van los platos fuertes). El resultado no es una obra maestra ni mucho menos, pero sí contiene los suficientes elementos de interés como para satisfacer al aficionado más exigente de este tipo de productos y actuar de pórtico o gruta de entrada a la filmografía de uno de los cineastas más polémicos y reivindicables que ha dado el cine italiano en toda su historia.

Lo mejor: unos mordiscos en la yugular para enmarcarlos y la mítica astilla en el ojo.
Lo peor: la falta de fluidez de la historia, algo que afecta a toda la obra de Fulci.
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49 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Para los amantes de la carne poco hecha
A Fulci, la verdad sea dicha, le conozco poco. Muy poco. De hecho, mi única referencia del italiano, hasta la fecha, era “The beyond”. Probablemente, su obra más redonda. Y aunque no voy a discutirle a nadie la incuestionable evidencia que “The beyond” atesora, efectivamente, muchas más virtudes (atmósfera, suspense, carga metafísica…) que “Nueva York bajo el terror de los zombies”, tampoco negaré que esta última me ha gustado tanto o más que su obra maestra. Quizás porque, sencillamente, la peli de zombies devoradores de carne humana respondió con creces a todas las expectativas (muy indulgentes, por cierto) que había depositado en ella.

Respondió a mis expectativas porque, obviamente, cuando se trata de cine cutre y casposillo, suelen ser escasas. Sobre todo cuando lo único que uno desea es algo de entretenimiento, acción y generosas dosis de sangre e higadillos. Aún así, mi sorpresa fue mayúscula cuando constaté que la peli de Fulci no se limitaba a dispensarme todo eso de forma torpe y chapucera, sino que lo hacía con un sentido artesanal absolutamente encomiable. Currándose la música, el maquillaje, los efectos especiales y consiguiendo, por si fuera poco, pasar a la historia del séptimo arte con alguna secuencia antológica como la de la astilla atravesando el globo ocular de Olga Karlatos. Impresionante.

Un merecidísimo 6, pues, para una de las mejores pelis de zombies que he visto en mi vida. Un truculento plato no apto para estómagos cinéfilos delicados que reivindica, en cualquier caso, el savoir faire de todos aquellos cineastas que -como Fulci- consiguieron, con mucho oficio, ofrecer un producto digno a un público demasiadas veces castigado por su propio frikismo.
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22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
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