Cuando tienes 17 años (2016)

Es una película, como todas pero esta incluso más, de la que no conviene saber nada, hay que estar virgen, ya que su asunto central, sobre el que palpita toda la historia, el amor entre los dos chicos, no se desvela o culmina hasta bastante adelantada la historia.
Tom es adoptado, salvaje, huraño, está bastante enfadado. Su familia le quiere, pero él no se acaba de sentir de ningún sitio del todo, no termina de encajar. Damien es hijo único, mimado, estable, pretencioso. Su familia le adora y se siente seguro y feliz. Al principio se pegan, son demasiado jóvenes como para poder canalizar su deseo de forma más sutil y civilizada. Además se juntan otros aspectos más turbios, especialmente por parte de Tom; una mezcla de envidia, rabia, miedo y no aceptación de lo que es y lo que tiene o vale. La madre de Damien, como hada buena, será la que posibilite que estrechen lazos a través de un proceso largo y difícil pero de final feliz.
Otro asunto interesante que les separa es la relación con la naturaleza. Así como Tom quiere ser veterinario y vivir en una granja, Damien es hijo de médico y militar y vive en un lugar menos alejado.
El desencadenante final de la pasión se produce con la muerte del padre. Y ese hecho está demasiado anunciado y, por ello, es muy previsible y artificial. Se veía venir con claridad, estaba anunciado con altavoces. Recurso grueso en este caso concreto.
Aun así, en conjunto, el progresivo acercamiento de los cuerpos y almas de los chicos está muy bien mostrado.
El tramo final, con Tom feliz tras el nacimiento de su hermana, corriendo en busca de su amor, es realmente hermoso y optimista.
Deseo: el impulso que sientes ante la ausencia de aquello que te colma o sacia, de lo que te da más placer y alegría. Contingente y superfluo.
Necesidad: aquello sin lo que apenas puedes vivir. Imprescindible.
Ellos se desean y se necesitan.