Mano rápida (1973)

El final es un canto a la tecnología, en el momento de la verdad es la que decide quién vive y quién muere, sin ella no somos nada, polvo en la hondonada, en ese invento o artilugio del elegido está concentrado y resumido, al igual que en la escena de 2001, el salto humano desde los primeros primates hasta el ahora nuestro tan progresado, científico, experto y maravilloso, ahí es nada, cualquiera tiempo futuro es mejor, no estamos para tonterías o perder el tiempo es oro, en serio vamos, nos la jugamos.
Man going his own way o de cómo vivir de la violencia pero no del/con el sexo (ajeno por lo menos, del propio nada sabemos, no nos mojamos al respecto), no concibo ya yo el amor en este perro mundo, comenta contrito el no tan singular individuo con amargo escepticismo, desprecia a la buena india tan de él lógicamente enamorada, no es tonta, macho alfa, la mujer que le estaba con los brazos abiertos, y todo lo demás, lo damos por descontado, suponemos, somos bien pensados, esperando, que por él se derretía, desconfía, no quiere caer en sus redes o tela de araña, ¿es lúcido, un castrado, un nenuco, un eunuco, un necio, un mostrenco, un ángel exterminador abaddón, está muerto o tal vez es un fantasma de entretiempo como por ahí se apunta, un espectro, ectoplasma, engendro?
Ya tenéis deberes para mañana, pensadlo como si vuestra vida o el futuro de la humanidad dependiera de ello y escribid un texto al retortero. Contará para la nota final, venga, vamos, hermanos, al tajo tango, al hecho hermoso, a devanaros los sesos, pimpollos.