¡Así se quiere en Jalisco! (1942)

"Sevilla en México" es el título de la tienda o colmado que el trianero Currito de la Torre (Castelló) tiene en el Rancho Santa Rosa, donde lo mismo vende sombreros que botijos o telas. También hace las veces de cantina y sirve tequila a los compadres bajo un anuncio de Coca-Cola.
Tocado con su sombre andaluz y su repajolero acento ("¡Ozú mi arma!"), junto a la rechoncha cocinera Chía (Camarillo), compone la parte cómica de la obra.
El apartado dramático tiene como protagonistas a la pareja que forman Lupe Rosales (Marqués) y Juan Ramón Mireles (Negrete), novios que viven en el rancho y cuya relación trata de descomponer su propietario Luis (Moctezuma). Para ello, no duda en aprovecharse de las deudas familiares contraídas por la holgazanería del padre de Lupe, Pancho (Frausto), "una fiera para el descanso".
Aunque la cinta está basada, como se reconoce en los créditos, en una obra de Carlos Arniches ("La alegría del batallón"), sobre todo en la parte de comedia, en realidad trata un tema muy conocido en el teatro clásico español: el del honor. Bien representado en "Peribañez y el Comendador de Ocaña" de Lope de Vega. Recuerden aquello de "Más quiero yo a Peribáñez con su capa la tordilla, que no a vos Comendador con la vuesa guarnecida".
La película es un melodrama sencillo compuesto a mayor gloria de Negrete con sus corridos mexicanos y sus mariachis que nos trasladan a la época de nuestros padres. Era el cine que estaba de moda y los gustos musicales del momento.
No es gran cosa, la verdad, todo muy tópico con sus sombreros de ala ancha, vestidos charros con pistolita al cinto, aunque hay escenas interesantes como la "botación" popular para elegir a la reina del Rancho en el día de Santa Rosa o el corro de alcahuetas.
Hay que destacar la presencia del Tata (Arozamena), una especie de juglar que va comentando la trama con sencillas pero acertadas coplillas al estilo de romances de ciego, "Yo trobo lo que pasa en el rancho". Acompañado de su arpa cuenta la verdad de lo que está sucediendo en cada momento, y es que "Yo nunca trobo mentiras". Un anciano poeta que respira dignidad.
Cinta bastante pasable a pesar de la catarata de canciones. Gustará desde luego a los aficionados a Negrete, a los demás tan vez no tanto.