Metal y melancolía (1994)

Yo creo que un documental debe tener un aire natural, de espontaneidad, que no esté atado por ningún lado, pero éste documental me deja la sensación que está todo armado de forma prolija y ordenada para que la señora Honigmann escuche lo que quiere, me la imagino a la señora Honigmann dándoles un libreto a los señores y señoras taxistas para que digan sus líneas de manera ordenada y clara, me los imagino ensayando muchas veces, y la señora Honigmann haciéndoles repetir continuamente, y bueno, por unos dólares, para los taxistas y para cualquiera resulta un trabajito fácil.

Todo me resulta impostado y falso, hay un taxista que lanza su retorica, todo muy pomposo y después ofrece unos alfajores, ¡que escena tan falsa!, todo tan forzado y después este señor confiesa que actuó en películas de Lombardi, y justamente este director peruano colabora en este documental de la señora Honigmann, es decir, te paso mis actores para tus escenas, ¡que hermoso!

Después la señora Honigmann se dedica a filmar niños que venden caramelos, automóviles destruidos, barrios pobres, miseria e indigencia, todo filmado como un amateur, sin mayor talento en esas imágenes, me hizo recordar a ese cortometraje llamado Agarrando pueblo, en el que filman miseria de forma gratuita porque eso gusta en los festivales europeos.

Hay una escena ridícula y grotesca en el que la señora Honigmann finge ser llevada al cementerio popular solo para mostrar unos fetos muertos en la fosa común, y el final patético sobre un romance trunco sacado de la novela mas cutre posible.

Documental despreciable y decepcionante en todos los sentidos.