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Confesiones íntimas de una mujer (1998)

Confesiones íntimas de una mujer
135 min.
5,8
350
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Sinopsis
París, 1832. Dos palabras, "romanticismo" y "revolución" están en boca de todo el mundo. El 3 de junio, una sublevación estudiantil provoca una revuelta, y las calles se llenan de sangre. Ese mismo día, la baronesa Dudevant llega de provincias para emprender su carrera literaria bajo el seudónimo de George Sand. A los 23 años, Alfred de Musset, "el poeta y escritor de mayor relieve de su generación", es el cabecilla de una pandilla de vividores que malbaratan su juventud en una disipación absurda, sin esperanza ni ideal alguno. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Histórico Siglo XIX Basado en hechos reales
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Les enfants du siècle
Duración
135 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
"Cuidado álbum de imágenes, en el que la pasión se declara en cada momento, pero cuya puesta en escena, por convencional, acaba por adormecerla. Es una película tan cerebral como formalmente impecable, tan previsible como hueca, pero gustará a los amantes del cine histórico con coartada cultural... y a los amantes de Binoche, que son legión"
[Diario El País]
3
Plomito histórico
El imaginativo título que han colocado a la película en España nos puede generar expectativas falsas (a mí me recuerda a estos anuncios de señoras con pérdidas de orina, compresas con alas o tampones que no se mueven, no se notan). En realidad, trata sobre los amores entre Alfred de Musset y George Sand y, de haber alguna confesión, sería de él, ya que el guión se basa en su libro "La confesión de un hijo del siglo", pero parece que da más morbo que sea Juliette Binoche la que se confiese íntimamente. Bien.

La película va de amores volcánicos, adulterios, sufrimiento, literatura, esplín, etcétera, todo muy romántico y arrebatado, como corresponde. Sin embargo, por un fenómeno misterioso digno de estudiarse, todo el fuego que se muestra en la pantalla se transforma en plomo en el ánimo del espectador. Cuanto más se esfuerzan los personajes en sufrir, enfermarse, amarse, etcétera, más se aburre uno y desea que realmente les liquide una epidemia para que todos dejemos de sufrir. Esto -la transformación de la pasión en plomo- sucede porque la psicología de los personajes es muy poco convincente, su personalidad carece de atractivo y así vemos que se aman porque lo dice el guión, no por otra cosa. Como en muchas películas históricas, esta acaba siendo un baile de disfraces donde lo único interesante es ver qué sombrerito va a sacar la Binoche en la siguiente escena. El retrato que se hace de Musset y de G. Sand es así: él, un niñato malcriado; ella, un ama de casa que le da por escribir como le podría haber dado por el macramé. Ambos sienten una atracción mutua irresistible, Dios sabrá por qué. En el patio de butacas, el mundo de los mortales, no se entiende.

Por lo demás, Benoît Magimel es muy guapo y hace molinetes con el bastón con mucho garbo. Hacia el final se le ve un poco el culo (lo digo por si sirve de aliciente para el espectador desesperado).
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13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Drama de época sin convencimiento
Lástima. Esa es la idea que se le viene al amante de la literatura cuando ve la película. Más, mucho más se hubiera podido hacer de un film que no acaba sino siendo un pastiche de época.

Recuerdo el argumento: en torno a la década de los 30, la escritora George Sand (Aurore Dupin) y Alfred de Musset se conocen. Esto no les dirá mucho si no les informo de que Musset es una especie de Espronceda (Francia perdóname) a la francesa y Sand una Gertrudis Gómez de Avellaneda con puro y "attitude". Es decir, hablamos de figuras literarias poderosas. Ambos se conocen, surge un tormentoso romance y de él nacen algunas de las cartas de amor jamás escritas. Todo esto es después del flirteo de Sand con Merimeé (autor de "Carmen") y antes de la relación de una década con el compositor Frederic Chopin.

Una vez explicada la importancia de carácteres y de su época, cabe decir que la película fracasa en sus puntos fundamentales: fracasa históricamente con un retrato desaliñado, injusto y grotesco de ambas figuras. No sólo Kurys demuestra una falta de respeto hacia los personajes, sino que demuestra un absoluta y errátil concepción del amor. Convierte la relación entre Sand y Musset en un salto de cama, en una obsesión pueril de seres en perpetua adolescencia mental.

En lugar de retratar a dos seres humanos, retrata marionetas. El espectador bascula entre la incomprensión y la extrañeza, al ver los límites de una tormentosa relación a la que no se le ve la credibilidad. Débil, pues, la propuesta de Kurys.

Los actores hacen lo que pueden, pero no se libran del naufragio. Admirador como soy de Binoche, considero que tanto ella como Kurys leen mal a Sand, como una especie de heroína de una época, una víctima del sistema y de sus sentimientos casi maternales de co-dependencia. Si esa es la Sand en la que creen es que no han leído con profundidad ni su obra ni su biografía.

Aún peor, es el retrato insoportable de Musset: egoísta, caprichoso, víctima de celos compulsivos, drogadicto, histérico, mujeriego... Contemplamos todos sus defectos, pero no sus virtudes, su capacidad de ser uno de los mejores poetas románticos del tiempo. Flaco favor a un poeta cuando se le quita el beneficio de su poesía.

Le doy un cuatro porque, bien o mal, al menos, ofrece una visión de dos grandes nombres de la literatura.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
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