El Cid, la leyenda (2003)

No nos vamos a engañar. La producción española en el campo de los dibujos animados es pobre y limita su escaso desarrollo a las producciones televisivas. Filmax ha sido una de las pocas productoras de este país que ha invertido y apostado por la realización de películas animadas de presupuesto medio. Contando con un equipo de artesanos españoles en su mayoría y distribuyendo de manera digna sus productos. Si a estos, ya de por sí valorables méritos, añadimos su interés en llevar a cabo un proyecto de animación tradicional, los elogios se quedan cortos.
La propuesta era interesante. A tratar una de las figuras más soberanas de la dilatada historia de España con un diseño de producción aparentemente parecido al de los grandes estudios norteamericanos (sólo aparente). Nada podía fallar a priori, pero falló lo principal.
El mayor problema de "El Cid, la leyenda" es la floja dirección de Josep Pozo, cuya ineficacia narrativa y descuidada labor técnica sería fácilmente superada por más de un joven director contemporáneo especializado en estas lindes. La animación es desigual y hay planos de la película que están muy por debajo de lo deseable en una exhibición en pantalla grande. También el guión es muy discutible a nivel histórico y los personajes no son todo lo atractivos que deberían, sobre todo si es a los niños a los que va dirigido este film. Sin duda alguna trasladar y adaptar a una película de dibujos animados la vida de un personaje tan importante le vino grande a Josep Pozo. Una pretenciosa película que juega con varios factores que oscilan muy por encima de sus posibilidades. Incomprensible Goya a la mejor película de animación. Así nos va.

Me acabo de enterar de que el fin último de El Cid es conquistar el amor de Gimena. ¡Vaya, por Dios! Tanto estudiar historia y literatura para que me vengan contando en una película de dibujos animados que El Cid, un joven vago y caprichoso, fue desterrado porque Alfonso quería casar con Gimena. Y yo creyendo que El Cid del Cantar y aquel que fue gran caballero castellano en el siglo XI era ya un hombre cuarentón casado con Gimena y con tres hijos. ¡Qué ignorancia la mía!
El cantar de gesta ya le puso épica a la historia del noble caballero y ahora le han querido meter en la típica historia de cuento del caballero que va a salvar a su amada, sólo que con mala mano. Este largometraje no es más que una mala historia completamente inventada basada en máximo estandarte de la épica medieval castellana, Rodrígo Díaz de Vivar. Si quieren que sus hijos conozcan su leyenda cómprenles el Cantar del Mío Cid y, sobre todo, no les dejen ver la película.