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Playtime (1967)

Playtime
123 min.
7,4
4.331
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Disponible en:
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Trailer (FRANCÉS)
Sinopsis
Un grupo de turistas americanas hace un viaje por Europa, que prevé la visita de una capital por día. Al llegar a París, se dan cuenta de que el aeropuerto es exactamente igual al de Roma, de que las carreteras son idénticas a las de Hamburgo y que las farolas guardan un curioso parecido con las de Nueva York. En resumidas cuentas, el escenario no cambia de una ciudad a otra. Y ya que no pueden conocer París, se conformarán con pasar veinticuatro horas con parisinos de verdad, entre ellos Monsieur Hulot. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Sátira Secuela
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Playtime (Play Time)
Duración
123 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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8
Pesada genialidad
Esta es una de las cumbres de Tati, sino la mejor muestra de su cine. Es decir, absolutamente genial. Lo que pasa es que aparte de genial se hace pesada. Tati no hace comedias desternillantes, como keaton o Chaplin, con gags que rizan el rizo y momentos explosivos de carcajadas. Tati hace un humor más sutil, más insinuado, que apela a la inteligencia del espectador (no es que Keaton y Chaplin no lo hicieran, pero era otro estilo). Su humor funciona más por acumulación, pequeños gags que dibujan una sonrisa en el espectador, que se van sumando para lograr un todo realmente poderoso en su mordaz ironía.

En Playtime pasa lo mismo que en otros films del francés, pero si cabe en mayores proporciones. Tati es un cineasta pausado, que utiliza grandes planos generales con mucho movimiento interno. Su estilo puede llegar a empalagar. El lento tempo de Playtime realmente lo hace. Los planos generales con mucha información interna, quizá demasiada en determinados momentos, también. Además las secuencias se alargan y alargan sin ayudar en absoluto a esta sensación. Lo que le pasa a Playtime, además, es que a esto se le debe sumar un guión con nula progresión dramática. Asistimos a una sucesión de gags en varios espacios sin involucrarnos emocionalmente, aquí no hay personajes con objetivos que cumplir ni nada por el estilo, de hecho no hay trama prácticamente. El personaje de Hulot aquí anda más perdido si cabe que en otras películas, no sabemos que pinta y su función como enganche no cuaja.

Pese a todo, mi nota es alta porque realmente Playtime es muy genial. Tatí es un virtuoso. Su agudo humor visual solo es comparable con los citados Keaton y Chaplin. Tatí compone estupendamente y filma los espacios que da gusto (aunque aquí por momentos en el restaurante nos desorientemos un poco). Su inventiva es tan sublime que al no hacer ostento de la misma y al usar gags tan insinuados lo más normal es que se te pasen por alto muchos en el primer visionado. Además Tatí utiliza el sonido que da gusto, además de dirigir estupendamente a sus actores. Mordaz crítica a lo absurdo de la vida moderna y a la estúpida homogenización de las ciudades (impagable los gags de los carteles de las agencias de viajes anunciando distintas ciudades con la fotografía del mismo edificio). Genial.
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57 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El tío vivo de la vida.
Tati lo tenía claro, podía estar equivocado, pero lo tenía claro. Hay gente que sin tenerlo claro se pone a dictar leyes para todo y toma decisiones con la creencia de ser un dios, y luego ya veremos. Esas personas son las que están subidas en los coches de la rotonda, dan vueltas y vueltas, son la pareja del que va en la moto subiendo y bajando como en los caballitos del tío vivo.
Tati nos muestra al indeciso, va, viene, entra, sale... Pero es él. Los demás son los borregos que llegan de viaje y son conducidos por el guía turístico de aquí para allá. No hacemos más que lo que nos dicen en la tele, por ejemplo, el guía de hoy día. Esa es la verdad.
Pero aquí Tati nos enseña otras personas, personas trabajadoras, obreros, los que se dedican a servir; ellos son los que resuelven si nos damos cuenta. El camarero sienta a los clientes, decide, y éstos esperan. El cocinero en su ventanuco es Napoleón, el portero les abre la puerta a los demás y se lo creen (no hay puerta). El cliente que se cae del taburete lo hace una y otra vez, porque le ayudan a levantarse, es un ser anónimo, pequeño y vestido de negro, pero como siga alguién vendrá y le plantará para que no se mueva. Coño, si se lo estaba pasando bien.
Las casas son de cristal, en realidad se reflejan unas de otras y los movimientos de un individuo repercuten en el del vecino, es un vaivén como las olas del mar.
Y ojo al dato, otra crítica: el camarero que se rompe los pantalones sufre el acoso de los buitres de sus compañeros. Como la vida misma. El obrero que tiene un percance será el objetivo de los demás, no pararán hasta dejarle en harapos. La vida misma.
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29 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
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