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Algunas horas de primavera (2012)

Algunas horas de primavera
108 min.
7,0
249
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Sinopsis
Tras cumplir una condena de 18 meses por haber intentado pasar 50 kg de cannabis, Alain sale de la cárcel y se va a vivir con su madre, una mujer humilde, pero que desde hace tiempo es incapaz de ser cariñosa con él. Lo que ocurre es que está en la fase terminal de un cáncer y desea acabar su vida dignamente en Suiza, donde una asociación estaría siempre a su lado. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Familia Enfermedad
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Quelques heures de printemps
Duración
108 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Premios
2012: Premios César: 4 nominaciones, incluyendo Mejor director
7
Las afectividades reprimidas
Dejo de lado el tema que, parece, es el más importante de la película de Brizé (la que sigue a la interesante "Madame Chambon") para dedicar mi atención a lo que creo es la verdadera intención del director, la compleja relación entre una madre y un hijo, dos moles indestructibles (magníficos Vincent y Lindon), de los que no se sabe nada más que lo que trasmiten los fríos y escuetos diálogos. En efecto, puede haber opiniones enfrentadas respecto al núcleo de la historia, pero si se sigue con atención la narración (prescindiendo de un hecho que impacta y eclipsa la "lectura" ) dicho "núcleo" sería sólo el hilo narrativo que engarza las diferentes y fenoménicas escenas que hacen a la historia. Un retrato de dos seres humanos, ya lo dije, de los que sólo conocemos las poca (casi) "señales" que emiten con dificultad, con falta de coincidencia. Todo configura un cine de espacios silenciosos, de gestos repetidos hasta tal punto que queda huecos, sin significado, sólo interrumpidos por algún tipo de violencia verbal, más en el hijo ( en este sentido algo bien masculino porque, por lo menos, canaliza un atisbo de su su ser); la madre, en cambio (el origen de toda esta afectividad reprimida) es más cerrada, más sinuosa, más imposibilitada de manifestar sus verdaderos sentimientos ( en este sentido su manipulación "veterinaria" del perro es ejemplar). Pero también, un cine sensible y verosímil (¡ese naturalismo francés!), delicado y duro, frágil y cruel. Un fragmento, muy importante, pero fragmento al fin en la vida de dos seres condenados, por sus propios impedimentos, a la soledad. Frizé utiliza la cámara con sencillez, en función de la historia, en una sucesión de escenas que ilustran el trozo vital que es una muestra microscópica de dos vidas imposibilitadas por sus propias formas de ser en el mundo; de dos seres solitarios, en el sentido del auto encierro, incapaces de abrirse, de salir del cerco del que, tal vez, sólo puedan romper una vez. En definitiva, una obra dura, dolorosa que logra en el espectador (por lo menos alguno) una cierta sensación de tabique ante una situación vital imposible de modificar. Filmada con empatía, con conocimiento de causa, con comprensión no exenta de lucidez, es realmente recomendable para los espectadores sensibles a la humanidad.
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Barreras infranqueables
Pocas películas me han resultado tan emocionalmente demoledoras como ésta. Estamos sin dudas frente a una preciosura del cine que cada tanto tenemos la satisfacción de encontrar, y que nos regala un sincero ejercicio de reflexión sobre la condición a la que pertenecemos: la nada fácil condición humana.

Es que el retrato de sus personajes y la descripción de su más íntima realidad afectiva, en un estilo austero, áspero, con actuaciones soberbias de sus dos protagonistas y el notable acompañamiento de los secundarios, quita el aliento y deja sin palabras. Y nos deja en un estado de desconcierto, sin respuestas, obligándonos a procesar todo aquello que vimos, a dilucidarlo, a intentar reconstruirlo, para otorgarle un sentido personal.

El filme nos presenta a Alain, un hombre de unos cuarenta y largos, ex presidiario por un delito menor por el que estuvo 18 meses preso y que intenta readaptarse a su libertad; y a Yvette, su madura madre, viuda, una mujer estructurada, distante, hacendosa ama de casa, obsesiva del orden y de la limpieza, que padece una enfermedad por la que sigue un tratamiento.

Mucho más allá de la descripción de la difícil realidad en la que cada personaje se encuentra envuelto, late en la película un drama mucho más profundo, que es la incomunicación opresiva entre ellos y la grieta afectiva que los atraviesa. Alain, frustrado y desmotivado, no encuentra en su madre el refugio de afecto y comprensión que necesitaría (probablemente no lo ha encontrado nunca), e Yvette, quien, adivinamos, no ha tenido una vida fácil, atraviesa en helada soledad el drama de su enfermedad y se aferra a sus manías y hábitos como a una tabla de salvación.

Encontramos sin embargo dos personajes que le aportan luz y respiro a la película: el hermoso personaje del vecino, hombre noble y generoso, que en la sabiduría de su madurez intenta tender un puente entre madre e hijo, a quienes aprecia; y Clementine, la bella y sencilla mujer que Alain conoce ocasionalmente, pero a la que no está preparado para entregarse.

Incomunicaciones afectivas que representan barreras infranqueables entre personajes que sufren en soledad y que parecen arrastrados por una corriente más fuerte que su propia voluntad. Acaso la verdadera y única redención esté en la capacidad de poder expresar y sincerar los sentimientos de manera genuina. Tarea nada sencilla cuando aquello que se siente es tan profundamente complejo, y cuando se vuelve tan difícil encontrar las palabras.

Magistral película, capaz de plasmar estas cuestiones con enorme sutileza y maestría. Una pequeña maravilla. Cine altamente satisfactorio.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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