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Villa Amalia (2009)

Villa Amalia
90 min.
5,5
852
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Sinopsis
Cuando ve a Thomas besando a otra mujer, Ann una pianista de mediana edad, decide romper con el pasado y empezar una nueva vida, aunque se siente insegura respecto a lo que le espera. Con su música y la amistad de Georges, un amigo del pasado, emprende un viaje que la llevará a una isla, donde hay una mansión que se llama Villa Amalia. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Familia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Villa Amalia
Duración
90 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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6
Vivir quiero conmigo.
Adaptación de la novela de Pascal Quignard que no es más que el itinerario voluntario hacia la soledad que recorre Ann. La excusa para iniciar ese camino es lo de menos, en realidad no importa. Ann está mudando la piel, se desprende de ella.

Jacquot acompañará a una impecable Huppert en ese itinerario, detrás de ella, mostrando con la cámara lo que ella ve y siente. Abandonando por donde pasa todo lo que le sobra.

Es una huida, pero no huye de nada, simplemente toma otro camino, sólo se dirige hacia su soledad, con disonancias, sin pausa y firme. En Ischia encontrará su "choza" donde disfrutar de su soledad.

Todo gira en torno al poema "La solitude" de Antoine Girard de Saint-Amant (traducido por Katherine Philips) para el que Henry Purcell compondría "O Solitude", bella pieza cantada por Alfred Deller y que por sí sola nos explica lo que significa Villa Amalia.

Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.

Fray Luis de León.
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25 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
La vez que Isabelle Huppert me dejó indiferente
Cuando uno acude a ver un filme de Isabelle Huppert, la gran dama del cine francés, ya sabe a lo que se enfrenta. La actriz sólo escoge aquellos papeles que parecen inspirados en su propia naturaleza. Papeles de mujer fría y lunática, tan aséptica en sentimientos como en expresividad, de una soledad prácticamente antisocial. Los directores parecen haber encontrado en su semblante el instrumento perfecto para expresar la extravagancia, prácticamente surrealista, que tanto admiran en el país vecino.

Villa Amalia, desde luego, no es la excepción. Si la sinopsis del filme nos hacía presagiar un posible cambio de registro en la interpretación de Huppert, finalmente la actriz ha vuelto a ponerse en la piel de una protagonista perturbada y desconcertante. Pero si en La pianista, con sus mutilaciones de clítoris, o en Ma mère, con las explícitas relaciones sexuales entre madre e hijo, lograba provocar transgresión o rechazo en función del espectador, en esta última propuesta tan sólo consigue algo mucho menos cotizado, la indiferencia.

Todos hemos abrazado alguna vez la idea de un cambio radical de vida, de un giro drástico de nuestro rumbo, por ejemplo después de un desengaño amoroso como el que sufre la protagonista. Tras descubrir a su pareja besándose con otra, Ann decide enterrar su pasado de forma tajante, cortando los pocos lazos familiares que le quedan y borrando todo rastro de su anterior vida. Chamuscados en un barril quedan los recuerdos fotográficos y las partituras de su prometedora carrera como música. La Villa Amalia que da nombre al filme es pues el refugio apartado del mundo donde Ann encontrará lo que anda buscando, soledad e incomunicación.

Toda esta sarta de tópicos, que podría funcionar en pantalla, queda deslucida por un guión indefinido, que por momentos hasta parece improvisado, a pesar de basarse en una novela de Pascal Quignard. La actitud de Ann, que busca descolocar al espectador, lo termina exasperando. El tránsito hacia ese anunciado cambio de vida se alarga demasiado, mientras que la estancia en Villa Amalia se reduce a escasos planos. El ritmo del filme, que se acelera y se ralentiza sin demasiado criterio, es tan inexplicable como las actuaciones de la protagonista, que ni siquiera en la piel de Huppert resultan creíbles.

Villa Amalia, sin embargo, es el típico filme francés que fomenta la división. Algunos encontrarán sus toques de humor, como las reacciones de los personajes ante las condolencias, como un ejemplo de inteligencia, mientras otros lo consideraremos un ejercicio repetitivo y forzado. Los mismos insistirán en la profunda reflexión sobre la soledad que constituye la película, mientras el resto saldremos del cine con la impresión de haber visto una historia tan vacía como pretenciosa. ¿Un filme inteligente o un filme encantado de conocerse? Cuestión de sincerarse con uno mismo.
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19 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
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