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Nacida para ganar (2016)

Nacida para ganar
95 min.
4,3
2.341
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Tráiler oficial HD (ESPAÑOL)
Sinopsis
La vida parece anclada en el tiempo para Encarna (Alexandra Jimenez) en Móstoles, su ciudad. El mismo trabajo desde la adolescencia, el mismo novio, y pocas perspectivas de que la cosa pueda cambiar. Al reencontrarse con María Dolores (Cristina Castaño), su inseparable amiga en el instituto, su vida da un vuelco. Le propone entrar en un negocio revolucionario de venta piramidal que le hará rica en muy poco tiempo y la convertirá en la persona que siempre ha querido ser. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Nacida para ganar
Duración
95 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
6
Se atrae lo que se piensa
Nacida para ganar es un proyecto que comenzó llamándose Móstoles no es lo que parece o la importancia de llamarse Encarna, así, cual Frankenstein o el moderno Prometeo, con título doble. Seguramente, en algún momento alguien pensó que se trataba de un título llamativo pero demasiado largo y poco comercial, por lo que finalmente se desechó y pasó a convertirse en el definitivo Nacida para ganar. Gancho comercial seguramente ha ganado (¿se imaginan a la gente en la ventanilla del cine pidiendo una entrada para Móstoles no es lo que parece o la importancia de llamarse Encarna?) pero vista la película, sin duda tenía su sentido ese doble título. Un sentido que ahora, al haber cambiado, se ha perdido y ya no casa de ninguna manera con las referencias a los dobles títulos que se hacen en determinados momentos y que tienen su importancia dentro de la propia idiosincrasia de la película.

Vicente Villanueva, muy reconocido por su muy personal mirada de los universos femeninos, vuelve a contar una historia con mujeres en los roles protagónicos (prácticamente el único personaje masculino destacable es el de José Manuel Cervino), que tiene mucho de cinismo y de mala baba en la superficie, aunque después, como explicaremos más adelante, el fondo es otro. La jugada le sale bastante redonda, pues la cinta es sin duda entretenidísima, muy simpática y agradable, y no insulta la inteligencia de nadie con chistes chabacanos o de dudosa gracia. De hecho, no es una comedia de carcajadas, y seguramente es uno de los fallos más graves de la propuesta. Había espacio para ir bastante más al límite con el humor, y secuencias como la final en la entrega de premios pedían a gritos que la locura que está pasando (toda la película es en sí bastante surrealista en las cosas que pasan a los personajes) se reflejara más en los diálogos y los gags. Algún periodista en la sala comentaba que tenía un tono parecido al último Álex de la Iglesia, Mi gran noche (2015), y la verdad es que no le hubiera venido mal contagiarse un poco en algunos momentos de la bizarría del cine del realizador vasco. Tampoco se entiende muy bien el porqué de la extendida presencia en la trama de las Supremas de Móstoles (¿será porque son de Móstoles?), cuyas escenas no aportan demasiado al conjunto, salvo quizás el número musical final, con importante significado para el personaje de Trinidad Iglesias. Se podría haber sacado también más partido al famoso sketch de Martes y Trece y a su vinculación con la protagonista. Aun así, Villanueva pone en pantalla secuencias realmente brillantes, como la del casino, la del casting-entrevista o toda la final, y aprovecha maravillosamente las localizaciones y los elementos que caracterizan a cada uno de los personajes. Es en conjunto una película, como decíamos, realmente agradable y llena de buenos sentimientos regada por un cinismo muy de agradecer.

Así, lo mejor de la cinta es sin duda su nada disimulado canto a la diferencia y a la propia identidad de cada uno, la que cada persona lleva de casa, y no la que los demás quieren que sea. En la trama se contraponen continuamente dos modos de ver la vida: el de María Dolores, convencida de que la única receta para tener éxito en la vida es desearlo con todas las fuerzas posibles, mantener una actitud positiva y adoptar una imagen triunfadora, y la de Encarna, inicialmente seducida por el glamour del lyfestyle de alta ejecutiva, pero que es esencialmente una mujer normal, buena por naturaleza, honrada, trabajadora y sencilla. Resulta muy interesante la reflexión que plantea Villanueva acerca de la buena y la mala suerte, y de por qué unas personas sufren mientras otros tienen todo lo que desean. Con escenas como la del casting al que son sometidas las aspirantes a vendedoras de cremas (una de las más tronchantes de la cinta, por cierto), Villanueva termina por decirnos una verdad como un templo: la vida es como es, y tiene tanto momentos buenos como otros amargos, y a todos nos tienen que pasar y nos pasarán desgracias y también cosas maravillosas. Así, el famoso eslogan de vida de María Dolores de “se atrae lo que se piensa” termina por ser desmontado por la verdad de Encarna, que es la del amor, el dolor, la alegría, el éxito y el fracaso caminando de la mano de cada persona en el momento en que toca, sin que sea culpa o triunfo de nadie que sucedan así.

Otro gran acierto de Villanueva es el tratamiento de la relación entre los personajes de Encarna y Ginés (un fantástico José Manuel Cervino, premio Goya hace nueve años por Las 13 Rosas). Sin desvelar nada, se trata del punto de mayor emotividad de toda la cinta, y sin duda es la trama más grata y más sentida de la misma, al tratarse de la demostración de todo lo que quiere reivindicar el director en la película, que es la importancia de la sencillez y los buenos sentimientos. En este caso, es también una oda al amor en toda su grandeza, el amor que solo es visto y sentido por aquellos que lo sienten, al que no le hace falta ser visible o socialmente aceptado para ser auténtico.
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27 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Le falta chispa
Comedia intrascendente y de pocos vuelos. Cualquier atisbo de crítica social por los temas que aborda queda diluido por un tono de telecomedia familiar que da al conjunto un aire de insustancialidad que permanece a lo largo de todo el metraje. Ni un atisbo de acidez ni mordacidad. Una vez planteada la trama, el argumento transcurre por cauces muy previsibles, y los minutos van pasando de una forma más bien anodina, con algún momento brillante muy aislado. Destaco como aspectos positivos el buen trabajo de Alexandra Jiménez, que carga toda la película sobre sus hombros, y el espíritu gamberro de algunos famosos consagrados (y de algunos famosillos venidos a menos), parodiándose a sí mismos sin ningún complejo. Poco más.
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23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
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