Correo de Indias (1942)

Aunque fuera una superproducción de la época, el guión de Neville flojea; la parte menos interesante de la película es el eje central de la misma: la historia de amor. Los personajes secundarios y sus andanzas son los que aguantan el metraje: con sus esperanzas y buen humor a la ida, y la resabiada decepción además de la consiguiente mala leche a la vuelta.
De Conchita Montes (musa del director) decir que a pesar de su mala dicción -nunca fue actriz- dejada caer por allí; no estaba mal.
Para pasar el rato.

Otra de las numerosas películas que han sido salvadas del olvido definitivo por "Historia de nuestro cine" un programa fascinante y de una peculiar elegancia. No se suele incluir "Correo de indias" entre las grandes obras de Neville y eso es injusto porque se encuentra a la altura de las que son consideradas obras maestras dentro de su filmografía. En la película resulta palpable su honestidad profesional aunque ceda ante ciertas concesiones propias de la época a la que pertenece el film. Sólo un cineasta muy capacitado podía sacar el máximo rendimiento de las facultades de la pareja protagonista, Conchita Montes y Julio Peña. En ella encontró Neville a la persona capaz de representar en la pantalla todo su universo creativo que fue como una mezcla entre inteligencia, sensibilidad e intuición. Si Conchita Montes destacó especialmente dentro de la alta comedia en una composición de muy distinto tono genérico como la que tiene aquí llega a fascinar. Julio Peña era un actor muy especial que mediante su peculiar tono de voz y la fina delicadeza de su estilo interpretativo llega en "Correo de indias" a conmover de verdad al espectador en grandes momentos de bien medida emotividad que gracias a él y a su estilo tiene la película. La bella ambientación y un buen aprovechamiento de los recursos disponibles hacen que la obra sea de lo mejor que filmase Neville.