El mar que piensa (2000)

No cabe duda, es un experimento y por su mero intento ya admirable, pero... me he dormido, o quizás debería de decir que la imagen que he creado de mí, ha dormitado con diversas fases de profundidad a lo largo de todo este presunto meollo. Y esa misma imagen cree recordar momentos muy pesados en los que se nos mostraban repetidas entrevistas a ¿seres? para realizarles una y otra vez la pregunta ¿Qué eres? y ninguna respuesta era satisfactoria. Y volví a dormir, bueno, mi imagen, o yo, o supongo que alguno de los dos y creo, o cree ella, que despertó al poco rato para darse cuenta de que todo seguía igual, ahora la voz hablaba sobre un tal mar, que se había creído de repente que era un árbol y sufría mucho, su solución para no padecer parecía encontrarse en la nada. Vuelta a dormir, esta vez creo(e) que durante un buen pedazo. Al entreabrir de nuevo los ojos se ve a un ser tecleando junto a un ordenador y contando precisamente lo mismo que está haciendo, es decir, tecleando junto a un ordenador. No resulta demasiado original pero está en el mismo tono acorde a todo lo que vengo durmiendo y atendiendo, yo o la imagen de mí que se ha creado sin saber quien. En fin, se duerme, se espabila, se vuelve a dormir, se vuelve a recuperar algo la consciencia (la imagen de mí o yo, no el de la peli) y llega el final del que por no descubrir nada importante, nada diré pues nada de nada.

Sintetizando, decir que tiene un punto y si te niegas tú o la imagen de tí a comprar tila del eroski y consideras(a) que los brebajes adormecedores de herboristería son muy caros, compensa el gasto de su compra dada su eterna durabilidad y además, hasta puede que haya algo de verdad en ella.