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El gran héroe americano (Serie de TV) (1981)

El gran héroe americano (Serie de TV)
60 min.
6,3
6.251
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Sinopsis
Serie de TV (1981-1983). 3 temporadas. 44 episodios. Después de aterrizar con su nave en un desierto, unos extraterrestres entregan al profesor Ralph Hinkley un traje que le confiere poderes especiales: volar, ver a través de las paredes o ser inmune a las balas. Pero Hinkley pierde el manual de instrucciones, así que es frecuente verlo volar torpemente y estampándose contra muros y paredes. Ralph quiere entregar el traje a las autoridades, pero un agente del FBI, que conoce los poderes del traje, lo convence para que lo utilice contra el crimen con el fin de llevarse él todo el mérito. Los ayudantes de Ralph son su novia, que es abogada, y algunos alumnos suyos. (FILMAFFINITY)
Género
Serie de TV Acción Aventuras Fantástico Ciencia ficción Comedia Cine familiar Superhéroes
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Greatest American Hero
Duración
60 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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Categorías 1
Premios
1982: Emmy: Nominada a mejor montaje y música y letras
1981: Emmy: Nominada a mejor guión y montaje
1981: Sindicato de Guionistas (WGA): Nom. Mejor guión en episodio Serie-Comedia
9
¿Es un avión? ¿Es un cohete? No, es... Ralph Hinckley!!!
Corría el año 1984, cuando televisión española estrenó en su programación de sobremesa, una curiosa serie proveniente de Estados Unidos.
La serie en cuestión llamada "El gran héroe americano", narraba las peripecias de Ralph Hinckley, (William Katt), un sencillo profesor de instituto que un buen día es abordado por una misteriosa nave alienígena, de la cual salen unos extraterrestres y le entregan un traje con poderes especiales. A partir de ese momento, Hinckley se convertirá en todo un superhéroe al más puro estilo de Superman, aunque esto no le traiga más que problemas.
El productor Stephen J. Cannell, (El Equipo A, Nuevos policías, Renegado), fue el creador de esta divertidísima serie que contaba entre sus protagonistas a William Katt, (Carrie), Connie Sellecca, (Hotel), y el veterano Robert Culp, (Soy espía).
Curiosamente en Estados Unidos pasó sin pena ni gloria, pero en España fue muy bien acogida por el público juvenil.
Pero inexplicablemente, tras emitirla con gran éxito durante dos temporadas, televisión española la relegó al más absoluto e injusto de los olvidos, hasta nuestros días, en que ninguna cadena se ha vuelto a interesar por ella, ni nacional, ni privada.
Un mal final para una buena serie que merecía más atención.
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45 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
EL DUEÑO DE LAS TARDES DE VERANO
Hay episodios de EL GRAN HÉROE AMERICANO que merecen ser recordados con muchísimo cariño: aquel en el que los hombrecillos verdes le salvan la vida a Ralph y luego se lo llevan a dar un educativo paseo sideral quizá fuera el más emotivo. Pero está, también, el episodio en el que se simula la muerte de Bill, que es en el que aparecía André el Gigante; uno muy simpático en el que Ralph tenía que jugar al Rugby; los del principio, en los que el Gran Héroe trataba de aprender a volar...
La serie era divertida y agradable, y se fundamentaba en unos valores que hoy se suponen pasados de fecha. A modo de ejemplo, en el final de uno de aquellos capítulos, un capítulo en el que a Ralph se le presenta la oportunidad de solventar su futuro laboral, se desarrollaba un diálogo que era toda una declaración de intenciones. El diálogo concluía así:
-¿Hay algo más importante para usted que su trabajo? -preguntaba un evaluador.
-La amistad -respondía Ralph.
Nadie sabe dónde ni cuándo el mundo comenzó a estropearse. Nadie sabe de quién era la catastrófica mente que les cambió a los niños de este planeta los cuentos infantiles que presentaba Shelley Duval en Navidad por los edredones de Gran Hermano, ni quién fue el esperpéntico responsable que se llevó al olvido a los dueños de las tardes de verano de los ochenta para poner en su puesto a bailarines descalzos que forjan con diligencia a los frustrados de mañana. Nadie sabe a quién se le ocurrió sustituir los dibujos que nos enseñaron a respetar a la Naturaleza por talk shows en los que se explica con detalle cómo perder la virginidad al mismo tiempo que los dientes de leche, ni en qué punto nos dejamos los valores por los que Ralph Hinckley peleaba cuando se ponía "el pijama". Pero seguro que en alguna parte de la Tierra queda alguien que sigue dando preponderancia a la amistad; seguro que existe la persona que echa de menos los cuentos de hadas de Shelley Duval y que hay quien prefiere bellos dibujos animados a realities picantones. Y seguro que no son pocos los que siguen esperando que Robert Culp vuelva a pedir a los sospechosos que no muevan un músculo y a que la preciosa Connie Selleca repita de nuevo su alerta de hamburguesa.
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