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La gran seducción (2013)

La gran seducción
110 min.
6,1
3.111
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Sinopsis
Los habitantes de un pequeño pueblo pesquero tienen que encontrar a un médico si quieren que una empresa construya una fábrica en la zona. La tarea se le encomienda a Murray French (Gleeson), que elige al doctor Paul Lewis (Kitsch). A partir de ese momento, todos los vecinos intentan seducir a Paul para que se quede con ellos de forma permanente. Remake de "La gran seducción" (Jean-François Pouliot, 2003) (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Vida rural (Norteamérica) Trabajo/empleo Remake
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Canadá Canadá
Título original:
The Grand Seduction
Duración
110 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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Premios
2013: Festival de Toronto (TIFF): Nominada al Premio del Público (Mejor película)
7
Simpatía por todas partes
La gran seducción, remake del film francés de 2003, es una correctísima comedia para pasar un rato entretenido en compañía de muchos personajes entrañables y un ambiente de lo más tierno y amable. Es una de esas películas que celebran el espíritu de lo humano, la solidaridad rural, el encanto de la vida por sí misma y por sus pequeñas cosas y, por supuesto, el poder de la amistad y el amor para sacar lo mejor de las personas. Por supuesto, lo hace con muchísimo sentido del humor (ver la llegada de Lewis a su casa en el pueblo y su reacción ante la decoración, el momento en que dos vecinas escuchan la conversación del doctor con su novia o el visionado del partido de cricket por televisión) y el visionado resulta en general la mar de simpático. Además, tiene a Brendan Gleeson como protagonista, lo que siempre es una buena noticia, pues además está soberbio, divertido y profundo al mismo tiempo. Su presencia irradia fuerza y liderazgo, que es exactamente lo que necesitaba el personaje de Murray. El trabajo de Taylor Kitsch es también muy meritorio, pues sale más que airoso como actor cómico, algo que todavía no había hecho desde que saltó a la palestra. Aquí le toca bailar con la más fea, es decir, con el personaje menos logrado y chisposo, y precisamente su esfuerzo es por ello más apreciable y aplaudible.
Sin duda es demasiado larga (¿casi 110 minutos para contar esta historia?) y tampoco va a pasar a la historia como una de las grandes comedias del cine, pero sin duda merece la pena verla por el gran talento de todo su reparto (ojo a los secundarios que interpretan a los vecinos del pueblo) y por lo maja y tierna que termina resultando.

Lo mejor: Brendan Gleeson, Taylor Kitsch y lo simpática y divertida que es.
Lo peor: En modo alguno es ninguna obra maestra y no pasa de ser una cinta sencilla y entretenida de tarde de domingo.
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15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
UNA SOLUCIÓN PETROQUÍMICA PARA EL MUNDO RURAL
«La gran seducción» recrea a partir de un argumento de anécdota breve, la decadencia del mundo rural y de un estilo de vida sencillo en el que el tiempo no es tanto un artículo de lujo como una posible fuente de alimento anímico sumamente abundante.

Conviene darle tiempo de reposo a esta película una vez vista, pues bajo la apariencia de una comedia más bien simple con cierto aire de «Bienvenido Mr. Marshall», subyace un canto vital tan contenido en lo formal como enérgico en lo que desea transmitir.

Y ¿qué desea comunicar? La necesidad del trabajo para la autoestima y la socialización. Que haya habitantes suficientes en un área, una masa crítica que evite su extinción. La presión que el mundo urbano está realizando sobre el rural. La soledad en la estructura imperante en la gran ciudad, la involución humana que sigue a la evolución tecnológica cuando un cajero automático sustituye a una sucursal bancaria…

«La gran seducción» está rodada en un entorno de belleza apabullante, en la península Bonavista de Terranova, y contiene una serie de imágenes de gran poderío visual. Como la exhibición de la majestuosa humanidad del gran Brendan Gleeson sobre los tejados de su muy orgulloso pueblo pesquero. Como la mirada que el protagonista dirige al barco que abandona el puerto, sellando el declive de su mundo.

Don McKellar desea no incurrir en maniqueísmo y no presenta al grupo aborigen como buenos derrotados por la barbarie, sino que ilustra sus ruindades y disputas, mientras uno les va tomando cariño.

Adicionalmente, aparecen semillas universales del cohecho, como la seducción fiscal de que son objeto las grandes multinacionales, quienes dan a elegir entre el cuidado medioambiental y del anterior medio de riqueza (en este caso la pesca) que vienen acompañados por el abandono económico o el rescate inversor. En clave de parodia, se presenta también el posible contenido real en las negociaciones que lleva a cabo un magnate (aquí petroquímico) para instalarse en un lugar en retroceso.

Inevitablemente, el film cuenta con algunos defectos. Quizá por exigencia del guión original y para ganarse a cierto público (pues es un remake de otra cinta también canadiense de 2003) introduce a un joven y atractivo médico, triunfador esteticista de ¡¡29 años!! Lo cual, visto desde aquí, es una incongruencia similar al romano que porta reloj en un peplum.

Por último, una vez expuestos los extremos supervivencia - medioambiente, se muestra equidistante entre ambos, como no queriendo herir al poder establecido. No digo que tenga que ser un film de denuncia. Digo que quizá lo era hasta se preguntó por su propia financiación.
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13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
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