El pastor (2016)

Nos llega este segundo largometraje del realizador Jonathan Cenzual Burley con guion propio, es su segunda película después de dirigir hace unos años la comedia “ El alma de las Moscas”.

En esta ocasión nos presenta una historia donde un hombre, su perro y su rebaño de ovejas son el foco de este más que interesante drama español. El pastor es un hombre de mediana edad, solitario que vive en su casa antigua a las afueras del pueblo. Toda su vida ha girado a cuidar de sus ovejas y a llevar una existencia lo más tranquila posible.

Su tranquilidad se ve truncada cuando una gran constructora le quiere comprar sus terrenos para hacer una urbanización de lujo, al rechazar la oferta el protagonista será persuadido por varios vecinos del pueblo interesados en vender y por unos matones enviados desde la constructora.

El director consigue el ritmo necesario que necesita la película, empieza lenta, enseñándonos las tareas que realiza el pastor. Su mundo es elegante pero áspero. Se puede decir que nada de lo que se produce es sentimental. Tengo la sensación que todo el rato el director se ha querido contener hasta la explosión de la parte final. La película toca temas como la envidia, la codicia y hasta donde está dispuesto el ser humano a llegar para conseguir sus sueños y objetivos. La fotografía, la luz y la música son elementos más que claves en la película.

El papel del actor protagonista está protagonizado por el actor Miguel Martín, en un papel bastante bueno y que te hace meterte en la historia de manera inmediata, todo gira en torno a él. El resto de actores tiene un papel más secundario sin destacar ninguno por encima del otro.

Lo mejor: Miguel Martín y la música
Lo peor: Le cuesta algo arrancar

Me habían pitado los oídos, en el peor sentido, antes de ver este documento realista, íntimo y evocador de un modelo de vida apisonado por el "progreso" y la avaricia. Me alegro de no haber dado crédito a los agoreros. A mí, esta obra austera y certera de Jonathan Cenzual, me ha gustado bastante, incluso mucho en algunos momentos.

La vida en la soledad del campo, la interrelación con los animales, la escasa necesidad de cercanía humana..., convertidos en argumentos sospechosos que atacan el "crecimiento" y la "modernidad"; siempre me han aparecido toscas pedradas contra el sentido común y el respeto a la diversidad y la naturaleza. De hecho, la inmovilidad se ha mostrado menos peligrosa para el equilibrio de las especies y para el medio ambiente, y por ende para las personas, que las prisas por "avanzar" y "evolucionar", según el concepto que algunos tienen sobre estos términos y que convierten en doctrina del capital, basado estrictamente en el consumo, sin más filtros.

Anselmo ni es ni quiere ser prototipo o referencia de nada, solo un individuo más que quiere tener la libertad de decidir sobre su vida, sin presiones ni agobios.