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Los canallas (2013)

Los canallas
95 min.
6,0
1.138
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Disponible en:
Suscripción
Tráiler HD (FRANCÉS con subtítulos en ESPAÑOL)
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Sinopsis
Marco Silvestri, capitán de un carguero, recibe una llamada para que vaya inmediatamente a París. Su hermana Sandra está desesperada: su marido se ha suicidado, la empresa familiar está al borde de la quiebra y su hija ha sido internada en un centro psiquiátrico. Sandra acusa al poderoso empresario Edouard Laporte de ser el responsable de la situación. Decidido a encontrar el punto débil de este hombre para poder vengarse de él, Marco se muda al edificio donde vive Raphaelle, la amante de Laporte. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Cine negro Familia Neo-noir Venganza
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Les Salauds
Duración
95 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2013: Festival de Cannes: Sección oficial (Un Certain Regard)
2013: Festival de Sevilla: Sección oficial a concurso
4
Cuando la opacidad narrativa y el hurto de información son una cateta canallada
Hablar (o leer o escribir) sobre esta película es más interesante que verla, ya que tiene como pecado original – como gran manchón indeleble que la afea – unas ganas atroces por velar los vínculos entre los personajes, dejando al espectador perplejo y desorientado, obligándole a atar cabos por su cuenta y en un absurdo contrarreloj, sin posibilidad de contrastar nada, con el riesgo de perderse entre tanto meandro, con tanta pertinaz sequía de claridad expositiva, con tanta carencia de datos y tanta patada chiflada y por doquier a las convenciones y la certidumbre.

Si te dieran una guía explicativa previa a la proyección, quizás fuese más fácil seguir la sinuosidad de la trama, ya que se hace casi imposible recomponer con las pocas y arrítmicas pruebas un relato mínimamente coherente y forjar un interés mediano sobre lo que pasa. La información es entrecortada y arbitraria su exposición, despreciando toda explicación o ayuda para el espectador, perdiéndose pronto todo interés en lo que ocurre.

Se vislumbra talento en la dirección y una férrea tenacidad en el guión – es decir, la opacidad es voluntaria y la turbiedad un anhelado logro del andamiaje. Pero cuando has perdido la disposición y cada requiebro solo ahonda en la perplejidad y la desgana, has tirado la toalla y sólo aspiras a que termine la tortura para abandonar la proyección… entonces solo queda cosechar un fracaso sin paliativos.

Y es una pena, porque al menos hay dos escenas magistrales en la cinta que demuestran la malversación del ingenio: un accidente de coche que refleja los efectos perversos y nocivos del consumo y abuso de sustancias estupefacientes, así como el aquelarre tétrico y atroz que culmina la obra, donde se muestra el meollo del cogollo narrativo con una fuerza, un empaque, una turbiedad sádica y una hipnótica y obsesiva fascinación que merecerían formar parte, por su impronta y calidad, de una mejor película, para poder saborearlas y alabarlas en toda su justa y seductora medida.

Pero el resultado final es un fracaso sin paliativos: aburre al espectador, al ceder a la tentación de la complejidad abusiva y el enredo insostenible de la intriga. Una bravuconada pretenciosa y huera. Del todo prescindible.
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32 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Qué salaos
Dentro de la filmografía de Claire Denis, dos temas se imponen de forma clara: el pos colonialismo, que también ha derivado hacia la emigración de los africanos a Europa (Chocolat, White Material, Beau Travail, S'en fout al mort) y los límites de la carne (Trouble Everyday, J'ai pas sommeil), que ha derivado también hacia los vínculos que de ahí surgen (Nénette et Boni, 35 ruhms). "Les Saladus" sin duda encaja en la segunda categoría, aportándole un peculiar giro de tuerca al tema.

Y es que entre los diferentes personajes que aparecen, se observa que los afectos son algo ambiguo o directamente inexistentes. El personaje de Michael Subor está unido por el hábito al personaje de su esposa, el que interpreta Chiara Mastroianni. El personaje de Lindon escogió alejarse de una familia, a la cual, en vista de los extraños y turbios acontecimientos, se ve obligado a vengar. El personaje de la hermana de éste no está verdaderamente unida a su hija y, no obstante, ante las cosas que a ésta le suceden, siempre reacciona de forma agresiva, como si fuera lo que más le importa. Es el vínculo de la sangre, aquí mostrado como algo irracional y visceral, lo que les mueve y les empuja a actuar contra la sensatez. Una lógica, que, como en el resto de obras de Denis, no tiene inclinación a realizar guiños al gusto mayoritario. Si bien en el filme se contemplan todos los extremos de estos lazos de la sangre, desde el más luminoso (como el de Laporte hacia su hijo Joseph) hasta el más ponzoñoso (el del personaje del suicida hacia su hija, la encarnada por Lola Creton), lo que predomina es una visión oscura del conjunto, la de una sociedad conducida por principios irracionales que llevan al absurdo y al desastre. Como bien se ve en el desenlace. No podría ser de otra forma en esta directora que, gracias a un tono descarnado con el que envuelve una narración rica en acontecimientos ya de por sí retorcidos, se ha afianzado como una de las personalidades más singulares del cine europeo, especialmente contraindicada a los paladares delicados.

¿Se puede calificar de zafia provocadora a Claire Denis? Habrá quien piense que sí, pero yo creo que, de no guiarse por prejuicios pasivos, en absoluto es así. Ya he comentado que su mirada está matizada y los hechos más truculentos nada tienen de manierismo: surgen como consecuencia de un punto de vista pesimista pero honesto. Su preferencia por las elipsis bruscas y por mostrar más que por decir, sumada a nula inclinación por la complacencia, son un voto de confianza en la inteligencia del espectador pero no la hacen un plato fácil y no creo que desactiven sus hechuras de gran cine. Veo en esta película la influencia de Pasolini en esos plano fijos que rasgan como navajas o en la crudeza del montaje y la de Bresson en esos planos detalles de manos que ocasionan disparos y violentos volantazos. Y supongo que alguien que conozca a fondo la obra del marqués de Sade podrá establecer vínculos claros entre ambos. Sabe, además, conjuntar con una homogeneidad insuperable la envolvente música de Staples con las grandes imágenes de Agnés Godard.

Esas, entre otras cualidades, me hacen pensar en ella como una autora al nivel de escritores como ahora Bataille o Genet, un seguro de calidad, alguien que nada tiene que ver con los publicistas encubiertos que a veces nos presentan bajo la etiqueta de grandes directores. Pero, ay, sus personajes no son agradables. Los cabrones referenciados en el título no son precisamente simpáticos. No lo veo como algo necesario. Pretender empatía hacia personajes así puede tener consecuencias desastrosas. Y si no, que se lo pregunten a Lars von Trier.
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22 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
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