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Black (2015)

Black
90 min.
6,0
547
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Tráiler (FRANCÉS con subtítulos en ESPAÑOL)
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Sinopsis
Narra la historia de amor imposible entre dos jóvenes que pertenecen a bandas urbanas rivales. Mavela, 15 años, origen africano, es una “Black Bronx” del barrio de Matonge; y Marwan, un magrebí “1080” del distrito de Molenbeek Saint-Jean. Cuando ambos se enamoran —en comisaría— hasta el extremo de emprender una relación clandestina, la lealtad hacia el clan pandillero les plantea un serio conflicto, no sólo íntimo. Porque ser miembro de una banda implica serlo para siempre, y abandonarla resulta inviable. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Crimen Adolescencia Drama romántico Bandas/pandillas callejeras
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Bélgica Bélgica
Título original:
Black
Duración
90 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Premios
2015: Festival de Gijón: Sección oficial largometrajes a concurso
2
Me hago viejo...
Con lo que me gusta Ciudad de Dios.

Siempre he sido un poco misántropo, o al menos poco dado a apreciar el comportamiento humano, pero creo que además me estoy haciendo viejo. Eso, o me estoy acarlosboyerizando. Una de dos. En cualquier caso, voy a optar por la primera opción y escribiré una crítica como si fuese un anciano, alguien que dice frases inconexas, aunque no carentes de sentido, que ya todo le da igual, excepto tener que enfrentarse a los cambios producidos en una sociedad que cada día se distancia más de él.

Me imagino a los directores Adil El Arbi y Bilall Fallah reunidos con el resto de guionistas mientras desarrollaban la idea principal de Black y sus recovecos:

— Hay demasiadas muertes por tiroteos entre bandas en nuestra sociedad, 23 desde 2002, tenemos que hacer algo que conciencie a todos los chavales que crean que estar en una banda e ir de malote mola.

— ¿Y cómo?

— Hagamos una versión de Romeo y Julieta adaptada a nuestros tiempos; un clásico modernizado y que use el lenguaje de la calle. Podríamos crear personalidades más cercanas a la realidad; para ello, cambiaríamos a las familias Capullote y Mongolesco por dos bandos de diferentes barrios y culturas, aunque manteniendo los mismos apellidos, y así los jóvenes se sentirán mucho más identificados con los personajes.

— ¿Y qué podemos hacer para que los protagonistas se conozcan? Los bailes de máscaras ya no tienen el mismo éxito que antes.

— Bastaría con sustituirlo por un encuentro en una comisaría de policía y si eso en el metro, para dar más dramatismo, y así tendremos un romance aún más creíble.

Resulta bastante decepcionante comprobar que estamos ante una historia de amor más cercana a Los Serrano (donde no quedaría mal del todo), que a William Shakespeare, aunque este escritor también destacara por construir protagonistas capaces de resolver sus problemas de las formas más rocambolescas (por no usar otro adjetivo). Por otro lado, la parte de la historia que se centra en la maldad humana, los grupos y la delincuencia, nos aleja aún más de la película; puede que por no tener ningún trasfondo, más allá del conocido o intuido por nosotros. No les conocemos, sólo son gente que pasa por ahí y actúa como cree conveniente, aunque a veces se nos quieran dejar caer algunas respuestas a preguntas que deberíamos hacernos y, no demasiado a menudo, nos hacemos (o se intenta exculpar a los protagonistas de sus pecados). Es decir, al principio los dos personajes principales (Martha Canga Antonio y Aboubakr Bensaihi) hacen lo mismo que los “malos”, y ellos se lo toman a risa y se lo pasan bien; en cambio, una vez se enamoran, ya no les hace ninguna gracia. ¿Por qué? Porque están enamorados.

Los jóvenes de Black son bastante irritantes. El que no es un malote con ínfulas mafiosas, violento y agresivo, está colocado o borracho, o es un salido que va buscando sexo (a su manera). ¿Qué diferencia a El Padrino o El precio del poder de Black, aparte de lo atrayente de la ambición y el poder mostrado en las dos primeras? Que nadie soporta a los adolescentes; no se soportan ni ellos mismos… y eso no ha cambiado desde los tiempos de Shakespeare (lo que ha cambiado es que al segundo día ahora ya están dale que te pego). No hay demasiada química entre la pareja protagonista, pero sí los suficientes intercambios de fluidos para parecer creíble. Y supongo que como retrato de una porción de la sociedad, Black es un 10, pero un sobresaliente sin ningún atractivo. Unos chicos que siempre tienen un pollo en la garganta listo para ser excretado, y que hace que cuando veo a nuestros dos enamorados comiéndose la boca, sólo pueda acordarme de los lapos que lanzaban antes… Y sin necesidad de beber grog.

Existe una hipótesis de la robótica, llamada Valle inquietante, que dice que cuanto más se parezca un robot a un ser humano, mayor será el rechazo contra él, algo que explicaría, por ejemplo, por qué las cintas de animación con personajes humanos carecen de un realismo completo en ese sentido (ya que no se busca). En cambio, cuando de humanos se trata, parece que cuanto más diferentes sean, más rechazo y odio absurdo habrá entre ellos. Quizá por eso Mefistófeles ha abandonado su forma humana y se ha convertido en arma de fuego. Ahora compra almas a cambio de balas y facilita que otros se acribillen a balazos. A él no le importa ese final, a los participantes de los tiroteos parece que tampoco, igual porque se creen que es una película y que la vida vale poco o no termina, al ser ellos los protagonistas, que las demás personas están ahí para satisfacerles. Habría que preguntar a sus familias. Lo jodido es que Black muestra una realidad, con estos personajes y sus hábitos, difícilmente soportable para el espectador. No importa lo cierta que sea esa realidad, y sea cual sea el discurso que hay detrás del guion, y tenga la dirección que tenga (más que correcta), y haga el uso que haga de los recursos que tiene (la ciudad que lo ve todo como si hubiera una pantalla delante)… el resultado final es bastante irregular, con un clímax que obtiene lo opuesto de lo pretendido, mezclando lírica bucólica, abstracción y tiempos muertos musicales algo carentes de sentido.

(Sigue en Spoiler sin spoilers)
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9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Black
Desapasionada rebelión belga.

¿Estaría Shakespeare orgulloso de este contemporáneo Romeo y Julieta?, ¿de su fuerza, carácter y localización ubicada?
De la Italia de su tiempo a la Bélgica actual, cuna de radicalización religiosa, de violencia extremistas y de clanes pandilleros procedentes de una desconexión social, exclusión laboral, vacío moral y desestructuración familiar que les convierte en grupos cerrados, de apoyo incondicional entre sus apadrinados miembros, esos eternos hermanos de alma para lo bueno y lo malo, al tiempo que incluye su no leída letra pequeña, ese ser esclava servicial de una angustiosa cárcel coercitiva, de atrape y desconsuelo peligroso, por la osadía de intentar abandonar a la familia adoptiva, pues sólo la muerte separa el matrimonio de sangre establecido entre ellos.
Se elige el estatus social opuesto, la marginación y las dificultades económicas van más con los tiempos, esa frustración y pasotismo de una sociedad que te arrincona y en la que no encajas, aunque el fondo y recorrido no cambie ni una coma.
Dos jóvenes coinciden, se conocen y gusta, nada malo en principio, hasta que entra en acción la presión de alrededor, esa que dicta orden y sentencia a ejecutarse.
Música seductora para una ciudad que enamora con su habla fotográfica, fiel reflejo de una criminalidad juvenil, vandalismo urbano a cargo de adolescentes que se burlan del sistema, que no valoran el peligro y sus consecuencias, que viven al límite de un impuesto desmadre, sin rumbo ni sentido, que marca sus existencias.
Atraviesa los clichés clásicos con rápida ligereza, flojedad generalizada para diálogos sin calado ni consistencia, únicamente lenguaje corporal escénico inunda la pantalla, obligación de paso necesario para llegar al asunto importante, los golpes, las peleas y el amor imposible; su lectura es relajada y adivinable, sabes lo que hay/sabes lo que viene, todo con corrección de intenciones/con suavidad de aspirado latido, establece el camino sin mayor registro que observar lo sabido y esperar que suceda, sin inquietud ni escándalo.
“No puedes dejarlos, ellos deciden”, y Adil El Arbi y Bilall Fallah deciden coger una mítica historia y expresar su corazón potente con llaneza pasiva, una propuesta más de un relato mil veces contado, sin decibelios que deslumbren o ardor que queme, de hecho nunca llega a encenderse ningún incendio, pues su fuego es tan tenue y convencional, que los bomberos no hacen falta.
“Aunque hayas nacido aquí, eres diferente, siempre serás un extranjero”, no seas flamenco, recuerda que eres negro de otra tierra, odio, venganza, protección, asalto, una combativa combinación caótica, cuya línea de separación es el atrevimiento y ofensa de llevar la contraria y decidir por ti misma; eres de una banda, ya, por nunca más, tocarás en solitario.

Lo mejor; la fotografía de una trama que sigue dando mucho juego.
Lo peor; correctos ingredientes, de libro teórico, para un plato sin sabor ni fascinación en la práctica.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
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2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
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