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Al otro lado de la ley (2018)

Al otro lado de la ley
159 min.
6,6
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Sinopsis
Dos policías, un veterano del cuerpo (Gibson) y su joven compañero (Vaughn), son suspendidos cuando un vídeo de sus duras tácticas de detención de delincuentes se convierte en la noticia del día en los medios de comunicación. Ambos con problemas personales que podrían solucionarse con dinero, deciden aprovechar su condición de civiles para hacer algo al margen de la ley.
Género
Thriller Drama Crimen Policíaco Buddy Film Robos & Atracos Neo-noir
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Dragged Across Concrete
Duración
159 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Estados Unidos-Canadá;
Links
Premios
2018: Festival de Venecia: Sección oficial (fuera de concurso)
2019: Premios Saturn: Nominada a mejor thriller, actor (Gibson), maquillaje y guion
2019: Premios Razzie: Nominada a peor temerario desprecio para la vida humana y propiedad p.
9
S. Craig Zahler nos regala una joya de cine negro contemporáneo
Cuando en el año 2015, con “Bone Tomahawk”, S. Craig Zahler nos regalaba uno de los mejores y más interesantes westerns de los últimos años renovando de manera feroz las claves del género, ya entonces podíamos apreciar a un autor con una mirada muy personal, al igual que su excelente gusto por lo grotesco y por diálogos extensos y sensacionalmente escritos. Repetiría fórmula en 2017 con el thriller carcelario “Brawl in Cell Block 99”. Una locura neo-noir gore deliciosamente excesiva y mucho más oscura que su predecesora.

Con “Dragged Across Concrete”, Zahler consigue algo mayor. Una cocción a fuego lento tan políticamente incorrecta, violenta y rodada con un pulso narrativo tan vibrante y sin ningún tipo de complejo, que no queda otra que rendirse a ella por completo. Es un extraño y soberbio ejercicio de estilo de más de 2 horas y media de metraje, que se convierte en una maravilla de cine negro contemporáneo, una buddy movie de atracos donde se vuelve a tomar su tiempo para implicar al espectador en la trama y empaparle de una tensión latente, que va in crescendo a medida que avanza el film hasta que llega a su último tercio para cerrar la función con un espléndido y previsible festín de disparos. Todo es fascinante, desde la pausada pero vibrante presentación de personajes, hasta la hipnótica manera en la que Vince Vaughn se come un bocadillo en una de sus interminables vigilancias. Acompañada de una banda sonora maravillosamente seleccionada con viejos temas de soul, al más puro estilo “Jackie Brown” (Quentin Tarantino, 1997), pero amando por encima de todo los silencios o el implacable sonido ambiente que rodea cada escena.

El reparto está estupendo y todos lucen de manera muy precisa en su papel, pero Mel Gibson ¡está que se sale! y no es para menos, es un gran actor, de esos que ya no quedan, con un físico y un carisma que recuerdan una época de Hollywood anterior. Zahler lo sabe y le echa el lazo en su mejor momento para transmitir todo lo que su personaje requiere, y todo aquel que se asome para ver lo que hay detrás de su crepuscular mirada, verá un alma torturada que sabe que cualquier tiempo pasado fue mejor, pues han ido cayendo en el olvido (si es que los ha tenido) los buenos momentos vividos por alguien que con el paso y peso de los años ha perdido, y es que al final la gente tiende a ser gente, la esperanza en el ser humano.

Una preciosa joya de cine policiaco con aroma clásico. Puro estilo. Cine puro.
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80 de 102 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Arrastrados por el asfalto.
Sitges, día 4.

Aún se dejaban sentir en mi cabeza las secuelas de la “ópera rock volcánica” (así la definió el propio Panos Cosmatos) de la noche anterior, cuando ya me dirigía, a eso de las 10 de la mañana, hacia el Auditori para ver la película que más curiosidad me generaba de todo el festival: Dragged across concrete (lo que se podría traducir como “Arrastrados por el asfalto”). S. Craig Zahler es un rara avis, un director/guionista que con tan sólo dos largos a sus espaldas ya contaba con una legión de seguidores muy numerosa. Y yo la verdad, me declaro muy fan de este tipo. Se trata de una anomalía dentro del cine americano actual tan enorme que hay que celebrar el nacimiento de cada uno de sus films. Si en sus anteriores creaciones había mezclado con brío géneros como el western y el drama carcelario con el más puro terror y el descarado relato pulp, en su tercer largo Zahler sube la apuesta y se mete en la piel de tipos como Nicholas Ray o Sam Fuller, para entregar un policíaco de corte clásico, aunque sin renunciar a sus peculiares toques explotation. Y para ello se sirve del trabajo de un colosal Mel Gibson, que entrega aquí una de las mejores actuaciones de su carrera, un poli al que se le nota la calle, los años de arrestarse por el asfalto, de ensuciarse la manos para no llegar a nada. Todo eso lo lleva colgado en esa mirada amarga que sólo un grupo muy reducido de actores consiguen desarrollar en su madurez. A mí me recordó a tipos como Jason Robards o William Holden en sus últimos años.
Es muy interesante como la pulida puesta en escena del director de Bone Tomahawk muestra un paralelismo en los primeros compases del film entre la vivienda de Gibson y la del ladrón recién salido del trullo (como encuadra la puerta de la habitación de sus respectivos hijos, por ejemplo), mostrando de forma sutil como están más cerca de lo que parece.
La dilatada duración del film no pesa, puesto que Zahler demuestra un pulso narrativo envidiable, de director veterano, creando una continua tensión atmosférica sin necesidad de volverse loco con el montaje, que usa de manera muy pausada, incluso en las escenas de acción.
Sería injusto no destacar la labor actoral de Vince Vaughn (que ya dio un recital en Brawl in cell block 99), perfecto en su papel de compañero de fatigas de Gibson (las conversaciones entre ambos son una gozada), así como la gran sorpresa del film: Tory Kittle (que por momentos roba la película a los maderos). A esto añade los cameos de Don Johnson, Jennifer Carpenter, Fred Malamed y el mítico Udo Kier y te queda un reparto redondo.
Su estética de luces amarillas y callejones oscuros dibujan un entorno tangible y amenazador por el que transitan los policías y los ladrones de Dragged across concrete, con una serie de dilemas morales que recuerdan mucho a ese cine de género de los 60 y los 70 del que su director es tan deudor. La escena del banco demuestra una pericia inusitada a la hora de usar el punto de vista y la dosificación la información y su larguísimo clímax final es una delicia de giros de guión y desgarradoras decisiones sin vuelta atrás que dejan un regusto a gran cine.
Con esta tercera peli S. Craig Zahler es ya uno de los creadores más potentes e interesantes del cine americano actual.

(Extracto del artículo "5 días en Sitges", dentro del blog "Antes de parpadear" https://robergcuesta.wixsite.com/antesde)
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40 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
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