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Diario de invierno (1988)

Diario de invierno
104 min.
5,9
209
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Sinopsis
Se trata de la historia de Caín ambientada en el mundo infernal de una comisaría de policía, en el caos de una ruina familiar, en un viaje mítico al mundo de la infancia. Dios y Caín. Caín y Abel. El paraíso perdido, la infancia y su recuerdo idealizado, todos los tabús y traumas y la versión que da la sabiduría popular de los mismos hechos. (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Diario de invierno
Duración
104 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Premios
1988: Goya: Mejor actor (Fernando Rey)
1988: Festival de San Sebastián: Mejor actor (Fernando Rey)
6
Diario invernal
«Y alejándose de la presencia del Señor. Caín durmió su pecado…»
Génesis. 4. 16.
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“Diario de invierno” es la crónica de una relación imposible, pasada y revivida con un padre. Un comisario interpretado por Eusebio Poncela y una madre, expulsada del convento, se aloja en la comisaría y realiza una revelación-denuncia a su vástago: violó a una menor y ahora tiene un hijo. La relación es simbólica: a través de un caso de un niño que prende fuego a la habitación donde se encuentra su padre se inicia una regresión al pasado.
Redes y ecos desenterrados mediante un personaje turbio interpretador por Fernando Rey donde Francisco Regueiro articula la narración por el paralelismo y pasajes oníricos.
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Declaraciones:
«Se trata de la historia de Caín nuevamente contada desde el mundo infernal de una comisaría de policía, desde el caos de una ruina familiar, en un viaje mítico al mundo de la infancia. Dios y Caín. Caín y Abel. El paraíso perdido, la infancia y su recuerdo idealizado, todos los tabús y traumas y la versión que da la sabiduría popular de los mismos hechos.»
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Me encantan frases como «Antes de que yo naciera mi casa era un prostíbulo. Mi abuela era la dueña pero la reina era mi madre», «Hombre jodedor, poca picha, mucho cojón» o «Llevo el sombrero no por hacerte un feo sino porque se me escapa la memoria».
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El personaje de la subinspectora es absolutamente caricaturesco con esas botellas de ginebra encima de la mesa. Tal vez Regueiro, que define su película como una ‘comedia bárbara valleinclanesca’, construye un filme extraño y fascinante por su atmósfera y personajes. Puede que sea imperfecta pero de esa imperfección nacen elementos sugerentes sobre un guión de Ángel Fernández Santos y el propio director.
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10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Incatalogable y bárbaro hermetismo de esperpéntica entraña.
Dentro de la proverbial maldición que ha acompañado siempre al cine de Regueiro, "Diario de invierno" pasa por ser hoy día su obra más inaccesible, hermética y compleja. Con guión del maestro Fernández Santos y el propio cineasta, compone una trilogía encubierta, en estética, tono e intenciones con "Padre nuestro" y la emblemática "Madregilda": se basa en la sugerencia, en la alegoría y el esperpento, en la parábola, con resonancias bíblico/históricas, en un conjunto inasible, difícil, que viaja, vólatil, de género a género (comedia irónica, tragedia, thriller abstracto, fantástico, drama surrealista). "Diario de invierno" hace hincapié a mayores en una atmósfera más feísta y fantasmagórica si cabe, pero es desbordante su multiplicidad de enfoques y lecturas.
Enormemente desigual, con interpretaciones y personajes igualmente irregulares (Pávez, Rosario Flores, Vicky Peña), abusa de unos diálogos muy literarios (al estilo de Gonzalo Suárez) que la hacen, junto a un conjunto que remite al thriller abstracto pero de forma nada encajonable, rozar y caer en lo pretencioso en muchos momentos.
Hay influencias de todo tipo: Valle Inclán a la cabeza, Juan Marsé, Suárez... y un anticlericalismo y crítica a la tambaleante institución familiar y a la sociedad patriarcal absolutamente directa aún en sus meandros metafóricos.
"Diario de invierno" puede decirse que es el film más ambicioso y quizás más irregular de Regueiro, un celuloide de incatalogable y bárbaro hermetismo de esperpéntica entraña, dónde el director se ve desbordado por su compleja tarea.
Con Fernando Rey, la película crece pero el incontrolable potencial expresivo de semejante océano de lecturas que ofrece este film/jeroglífico no cuajan en algo auténtico y notable. Siempre interesante y ejemplarmente osadísimo.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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